Ya No Lo Recuerdo

Rodeado con un círculo rojo, el día de hoy lucía apagado en el calendario. Tan solo un año atrás -o tal vez hace ya un año- aquella fecha no significaba más que un día menos para la celebración de un aniversario que nunca llegó. El mismo día, del mismo octubre, de la misma estación, de otro año: el anterior. El frío del amanecer me ha erizado la piel de la misma forma en que sus palabras lo hicieron aquella tarde que hoy resuena lejana y curada, aunque no olvidada. Las paredes ahuecaron el sonido de su voz que, en tono tajante y sombrío, anunció el final de los días dorados. Una cortina se descolgó, la bombilla de la lámpara estalló, una grieta descascarilló la pintura de la pared, la corriente provocó un portazo, en el suelo se abrió un socavón... O puede que no, ya no lo recuerdo. Las lágrimas resbalaban rostro abajo en un descenso suicida cuyo trágico final no podía ser otro que el de la triste muerte. Sin embargo, esas mismas lágrimas ya nacían muertas en los lagrimales heridos por las diminutos fragmentos acristalados de pupila, que se habían desprendido al retener por última vez su imagen. O puede que no, ya no lo recuerdo. Creí sentir el afilado hierro de un puñal atravesar con ira mi pecho derramando sangre que brotaba fría e inerte de un corazón dormido por la espera. Sin ganas, gota a gota, lentamente y en silencio, manchando de rojo mate y apagado la camiseta que antes había sido blanca. O puede que no, ya no lo recuerdo. Mis puños se apretaban con fuerza, como si en su interior guardaran con recelo el eco de la última palabra para no dejarla escapar, pero la decisión ya estaba tomada desde mucho tiempo atrás. Justo desde el día en que se dejó llevar la prisa y no se permitió el lujo de madurar. Las venas se marcaban hinchadas en el dorso de mi mano cargada de rabia. O puede que no, ya no lo recuerdo. No olvido el sonido estridente del recorrido de la puerta justo antes de que la cerrara por última vez, quien durante años la había abierto llenando de alegría la casa. Nunca antes había chirriado como aquella tarde. Sin duda se estaba despidiendo de ella con un grito desgarrador. Hasta el sonido seco y grave del momento final del cierre pareció decir adiós, adiós, adiós. O puede que no, ya no lo recuerdo. Y sin darme cuenta, el día ha ido pasando y pasando en sus minutos eternos plagados de recuerdos. O no, espera. No, no, no. ¡Eso tampoco lo recuerdo! Vaya, parece que se me ha escapado el día y ni siquiera me he dado cuenta de que hoy hacía un año que perdí su amor. Será que con la pérdida gané todo lo que me ha hecho casi olvidar la cita. Ayer ya no es hoy. Hoy es mañana.

Y es que Sucede Que Hoy sólo fue un día más, afortunadamente...

4 comentarios :

Encarni | 17:47

Y una vez más me emocioné. Supongo que es porque conozco parte de la historia o porque todos tenemos un día asi en el calendario. Si existen esos días es porque una vez amamos y nos amaron. Los dias pasan y los detalles caen en el olvido, afortunadamente. Hay otros que no, recuerdo cuanto lloré en su momento pero ya no siento ese dolor en el pecho que sentía aquel día, esa es la parte buena, eso es lo que cura el tiempo.

Me gusta pensar que todas las personas llegan a nuestra vida para aportarnos algo y una vez hecho se van, es la forma bonita de verlo. Pero me encanta imaginar que un día alguien se quedará para siempre.

Me encanta el final "Ayer ya no es hoy. Hoy es mañana"

Mil besos.

Pablo Martín Lozano | 20:16

Y otra vez gracias por tu comentario, Encarni. Parece que la lluvia sigue.
Son días que tarde o temprano llegan y lo importante no es el hecho de que lo hagan, sino cómo pasan. Y esa fue la sensación que se me quedó ayer. Sólo un día más que pasó rápido con el fugaz recordatorio de la primera vez que vi el calendario por la mañana. Después nada es diferente. El tiempo cura y hasta borra.
Lo de pensar que las personas llegan para aportarnos algo y después se van, puede sonarle a alguien a consuelo de tontos. Sin embargo, creo esconde una gran verdad. Nada es eterno, nada permanece y todos estamos sujetos a la improvisación de un nuevo sentimiento incontrolable. No es el hecho, sino las formas lo que debemos controlar.
El final: un grito esperanzador que resonó en mi interior cuando acabé el texto. Me alegro de que te guste.

Besos y gracias.

Encarni | 23:03

Iba en el coche y escuchando una canción me acordé de ti. El gran Joaquín Sabina dice "y tardé en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches".

Por suerte la noche número 500 llega y pasamos página.

Un besote.

Pablo Martín Lozano | 02:40

Llegó y pasó sin dejar rastro.

Besos.