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Huele a Calles Mojadas

Huele a calles mojadas. A tormenta de verano. A noche larga sin ti. Un viento revoltoso tuerce las esquinas de la ciudad mientras la extraña luz que precede a la lluvia tiñe de naranja y malva la tarde. Será que te extraño. O que ya se me hacen eternas las horas sin tu voz. Tal vez es que me siento exiliado de tus abrazos. Que la piel de mis labios reclama a gritos tus besos amenazando con desprenderse del precipicio de mi boca. La calle que veo a través del cristal cerrado de la ventana muestra el paisaje desolador de un diez de agosto cualquiera en Madrid. Las únicas almas que se dejan ver son las que habitan apenadas entre las paredes de esta casa que ya no soporta mi presencia y me lo demuestra haciendo resonar sus suelos a cada paso que doy. Parece que se retuerza de dolor, o que lance sus quejas invitándome a salir de aquí con la intención de no volver a pisarla nunca más. Ahora que empezaba a familiarizarme con los sonidos extraños, con las luces encendidas en mitad de la noche por una mano invisible, con las voces en la habitación desocupada de al lado, con los despertares repentinos en mitad de la madrugada... Pero me iré antes de que la lluvia que ahora parece no poder contenerse abandone esta ciudad. Y lo haré sin mirar atrás, como lo haría el que, convencido de ser dueño de su vida, abandona una etapa dispuesto a iniciar otra con todo el ímpetu del que puede valerse. Huele a calles mojadas. A tormenta de verano. A noche larga sin ti. Huele a despedida cercana... y yo no tengo nada más que decir.

Y es que Sucede Que Hoy la luz de la tarde anuncia tormenta...
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