Una Noche Así Contigo

Se puede ver toda la ciudad desde aquí -dijiste mientras sostenías la cortina y mirabas impresionada a través del enorme ventanal de aquella habitación de hotel en lo más alto del edificio. Y así era. Las avenidas repletas de farolas como diminutos puntos de luz a lo lejos, los edificios con algunas ventanas iluminadas, los grandes carteles publicitarios con luces de colores, los coches en todas direcciones, el avión del vuelo nocturno hacia un nuevo amanecer en otras fronteras luciendo destellos en sus alas e incluso la luz del viejo faro perdido entre los enormes edificios que ocupaban el primer plano. Escondida, todavía se podía apreciar a lo lejos la inmensidad del desierto. Había elegido aquella habitación especialmente para ti, porque siempre supe que si había algo con lo que disfrutabas, era con unas bonitas vistas que te entretuvieran descubriendo las curiosidades de la noche entre luces y sombras de cualquier rincón. Tan sólo unos minutos antes habíamos descorchado la segunda botella de champán francés que había subido expresamente el servicio de habitaciones. La primera había quedado en nada más que un elegante envase de vidrio, vacío, cuyo contenido había saciado nuestro paladar exquisito de aquella noche. Adoraba el sonido del tapón de corcho en el instante justo de salir disparado, porque la mayoría de las ocasiones significaba que existía algún motivo para celebrar. Mientras tú seguías mirando anonadada por la ventana, me dirigí al baño para preparar el jacuzzi con sales minerales y las mejores fragancias exóticas y dejé que se llenara con agua templada. Rellené las dos copas con el champán que acababa de descorchar y las dejé junto a la botella en la repisa de mármol blanco que nacía de un lateral del jacuzzi y llegaba hasta la pared. La siguiente copa la disfrutaríamos mientras nuestros cuerpos se sumergían en un baile subacuático de pasión y roce delicado. Salí del baño y cerré la puerta para que no escucharas el sonido de los chorros de agua y me acerqué hasta la ventana para rodearte con mis brazos y contemplar contigo la preciosa panorámica de la ciudad iluminada. Te besé en silencio en la nuca y fui deslizando mis labios por tu cuello al tiempo que mis manos subían lentamente por tu espalda hasta los hombros y te quitaban suavemente los tirantes del vestido. Eterna y desnuda de espaldas a mí, me recordaste a una rosa tierna con los pétalos recién abiertos por la primavera y, dándote la vuelta por la cintura, rocé tus labios con los míos y nos enraizamos con un apasionado beso que nos llevó sin separarnos hasta el baño. Allí brindamos por nuestro amor con los brazos entrelazados y nos entregamos a la noche entre espumas aromáticas, brindis y dos pieles encendidas con la viva llama de la pasión.

Y es que Sucede Que Hoy una noche así contigo...

6 comentarios :

Lunettas | 03:16

Pablooooo... cuando leí esto se me puso la piel de gallina !!!

Me transporté a algo que escribí hace tiempo Tierna y Desnuda ... se llama.
Dio´s que escenas más románticas dibujaste en mis recuerdos.

Pablo Martín Lozano | 12:50

Hola Lunettas, me alegro de haber logrado erizar tu piel.
He leído tus versos y son preciosos.

Un beso y gracias!

Encarni | 22:53

Buenas noches Pablo. Veo que además de romanticismo también estás lleno de pasión, la cual creo imprescindible. Es increíble como me haces imaginar cada detalle con tus letras. Tengo que reconocer, que al igual que a Lunettas, a mi también conseguiste ponerme la piel de gallina.

Un besote.

P.D: Por fin regresó el Sol :)

Pablo Martín Lozano | 23:01

Hola Encarni, la pasión es un regalo que te hacen cuando compras el pack del amor y la felicidad. No se sabe muy bien qué da qué, pero juntos se compenetran a la perfección.
Encantado de erizar vuestras pieles.

Un beso!

Anónimo | 20:49

Pocas veladas como la que describes llegan a ser verdaderas, o es que mis ojos quedan ciegos a la vida que los rodea. Demasiado bonitas son esas palabras,esas caricias,esos besos...pero sobre todo esa pasión; a mi solo me queda dar mil y una gracias por haber encontrado todo eso, que tenia escondido en una caja fuerte desde hace tiempo intentando no recordar,qué absurda,pero eso sí...siempre quedará para mis sueños la parte "material" del asunto...una velada de amor eterna...y es que sucede que hoy...vamos faltos de tiempo...OE;)

Pablo Martín Lozano | 21:38

Gusto de leerte de nuevo "anónima". Tal vez sean necesariamente pocas esas veladas para que las disfrutemos más cuando se dan. Me alegro de que los candados de tu caja fuerte se hayan podrido y hayan desaparecido, dando lugar a nuevas -o viejas pero renovadas- sensaciones.

Un beso fuerte.
OE