La Cabina Telefónica

El frío intenso que azotaba la ciudad en aquellos días había hecho estragos en una población que no se atrevía a abandonar sus hogares, cerca de las estufas o debajo de las gruesas mantas que les aislaba del helor. Sólo algún coche perdido en la noche devolvía la vida a las calles, levantando el agua de los charcos a su paso. La ventana del hotel en el que me alojaba enfocaba directamente a la cabina telefónica que ocupaba la acera solitaria en aquella lluviosa noche de invierno. El agua azotaba con intensidad los cristales y las aceras orquestando un rumor hueco de golpeos incesantes, que por momentos se asemejaba al sonido de las antiguas máquinas de escribir marcando con tinta los folios enroscados. La bombilla que debía alumbrar el interior de la cabina parpadeaba alternando destellos intermitentes con momentos de oscuridad absoluta, ya que la luz del barrio entero se había ido hacía rato y, aunque ya había vuelto, las farolas, todavía sin enfriar, no emitían más luz que la de una diminuta luciérnaga moribunda. En el interior, una mujer abrigada con una larga gabardina marrón chocolate, lloraba desconsolada mientras el agua resbalaba por su frente desde la melena totalmente empapada por la lluvia. Por el calado de sus prendas daba la sensación de que había pasado horas corriendo bajo el aguacero. Era sobrecogedor observar el derrumbamiento de aquella joven a la que nada ni nadie podía consolarle de aquel mal trago que estaba pasando. Con cada momento de luz entre la negrura podía verse un nuevo gesto de desolación; una mano que frotaba los ojos, la cabeza apoyada sobre el puño cerrado, la mano resbalando por la máquina como pidiendo clemencia a quien desde el otro lado le estaba provocando el llanto, o incluso su temblor de piernas debido al frío que debía estar pasando allá abajo, sola, empapada, con la humedad calándose en los huesos y el pesar en el alma. Así que decidí bajar para tratar de calmarla y, cuando abrí las puertas de la cabina y entré para preguntarle qué le ocurría, escuché que del otro lado del teléfono, una voz masculina se limitaba a decir:
-¿Diga? ¿Oiga?...¿Quién es?...¿Quién llama? ¿Hola? ¿Oiga!!?
Sin contestar a mi pregunta, colgó el auricular, me miró a los ojos entre lágrimas y dijo:
- Soy una cobarde.
Salió de la cabina y echó a correr bajo la lluvia.

Y es que Sucede Que Hoy no me preguntes porqué escribí esto...

9 comentarios :

Encarni | 00:08

A veces es el miedo el que nos cala los huesos y nos impide hasta pronunciar palabras, no creo que siempre se trate de cobardía.

Nunca deberíamos subestimar el poder que tiene una voz o un olor para traernos miles de recuerdos y dejarnos inmóvil incluso debajo de una gran tormenta.

Me gusta la imagen de llorar bajo la lluvia, donde todo se mezcla, la furia del agua con la tristeza de las lágrimas.

Una historia breve en el tiempo pero intensa, me gustó.

Un besote.

Pablo Martín Lozano | 00:25

Me alegro de que te haya gustado, simplemente nació; surgió de la nada.
Bonita imagen la de llorar bajo la lluvia. Bonita y triste.

Besos y gracias.

Lunettas | 21:32

Hermoso... sobrecogedor... La verdad no se como logras llevarme a lugares tan olvidados de mi pasado... pero siempre llego.
Y me atrevería a completar la frase de Encarni... "Una historia breve en el tiempo, pero intensa en sentimientos".

Miles de Besos a los 2
Lunettas *_~

Pablo Martín Lozano | 22:52

Hola Lunettas! Muchas gracias por tus palabras. Me permito el lujo de ser tu guía sin que lo sepas, jeje.

Un beso muy fuerte.

Anónimo | 06:08

De cobardes esta lleno el mundo.. y más que nunca me incluyo. Al leer lo de la cabina telefonica he pensado tantas cosas y aunque cueste aceptarlo aun me falta valor.

BESOS
Marlene

Pablo Martín Lozano | 01:00

Muchas gracias Marlene!Y espero que todo lo que te haya suscitado sea positivo.

Un beso.

Pablo Martín Lozano | 01:00

Muchas gracias Marlene!Y espero que todo lo que te haya suscitado sea positivo.

Un beso.

alfonso | 18:54

Buenas tardes.

Somos un grupo de amigos que hemos creado una editorial para ayudar a aquellos que quieren publicar su primera novela. No sé si es su caso.
Si le interesa puede conocernos en www.escribetulibro.es o alfonso@escribetulibro.es

Un cordial saludo

Alfonso

Pablo Martín Lozano | 22:42

Muchas gracias por el ofrecimiento.
Me pondré en contacto con ustedes a mi regreso de Londres la próxima semana.

Saludos.