Ascensor Al Paraíso

Esperaba en el pasillo de la penúltima planta del edificio a que llegara el ascensor, después de una reunión que no había sido del todo productiva. En ocasiones los matices se convierten en barreras insalvables que pueden llegar a hacerte salir con una promesa de trabajo bajo el brazo o un "no es lo que buscamos" retumbando en tus oídos. Había elegido mi mejor traje para causar buena impresión, aún sabiendo que la percepción que quería lograr en quien iba a conversar conmigo debía ser el resultado de mi profundidad de conocimientos, mi labia, mi poder de convicción y hasta la forma en la que me sentaba. Pero cuidar la imagen era un aspecto sencillo de lograr y con una probabilidad elevada de jugar a mi favor. Y aunque el encuentro no fue tan malo como en un principio me dio la sensación, salí de él con cierto sabor amargo y una dosis de negatividad que no me beneficiaba en absoluto. Pero todo cambió en apenas segundos. Después de esperar a que el ascensor llegara, mientras observaba el juego de luces y números que se encendían en el panel de arriba de la puerta, escuché a mis espaldas la voz de una mujer despidiéndose de otra. Antes de que pudiera siquiera ver de quién se trataba, el ascensor llegó hasta mi piso y se abrieron las puertas. Un hombre y una mujer salieron sin hablarse y, una vez vacío, entré yo. Justo cuando las puertas comenzaron a cerrarse, escuché unos pasos de mujer con zapatos de tacón que corrían en dirección al ascensor y una voz gritando que esperara. Puse el brazo para mantener las puertas abiertas y, sofocada por la carrera, entró apurada. La primera impresión ya fue positiva, pero su perfume inundó la cabina y fue decisivo. Su rostro, apenas maquillado, reflejaba una belleza natural, lejos de artificios, que cautivó mis sentidos. Su pelo suelto, sus piernas, sus manos, su espalda...Hubiese deseado que el trayecto en ascensor hubiese durado horas; que estuviera en la planta más alta del rascacielos más alto del mundo para disfrutar de ella por más tiempo. El juego de espejos hacía que su silueta se repitiera una y mil veces como en realidades paralelas, desde todos los ángulos y hacia todas direcciones. Lo hubiese dado todo por ser el dueño eterno de una de aquellas reproducciones casi reales. En aquel momento no me hubiese importado que al llegar abajo el suelo se hubiese abierto y haber descendido hasta los mismos infiernos con tal de no salir de aquel ascensor. Pero los números iluminados en descenso cambiaban a toda velocidad acercándose cada vez más al "0". Y desgraciadamente llegó acompañado de un sonido avisando del fin de aquel trayecto. Y con aquel pitido me he despertado hoy del sueño y me ha hecho confundirme; ahora ya no sé si ocurrió algún día de verdad, o todo fue un regalo de mi subconsciente en la noche pasada.

Y es que Sucede Que Hoy viajé en ascensor con un ángel...

6 comentarios :

Anónimo | 20:25

A veces pasa... me recordaste "la ciencia del sueño" y mi último post. Benditos sueños, pero de repente tenemos que despertar o reaccionar de no saber si fue real.


Marlene
BESOS

Pablo Martín Lozano | 20:48

Hola Marlene. Sobre los sueños he hablado bastantes veces, porque me atrapa la magia que esconden. ¿Qué es real?¿Qué es sueño y qué vida?¿Acaso la vida no puede ser un sueño? En fin, que gracias por comentar, jeje.

Besos!

Anónimo | 21:25

Hola
Pablo!!!

Me encanto, y pensé: Y si lo que para nosotros es vida realmente es un sueño… y los sueños son nuestra vida???...y si al dormir me despierto y al despertar duermo…
Que bien!!…jajaja

Pablo duerme soñando, con tus ojos tan plenos despiertos…



Un beso y un abrazo enorme.


Carolina

Pablo Martín Lozano | 04:17

Hola Carolina. El dilema que apuntas me lo planteo yo con bastante frecuencia, y la razón de que se repita es que nunca encuentro la respuesta. Tal vez lo que tomamos por vida es sueño y viceversa. O tal vez no. Ahí está la magia. Por eso yo vivo con intensidad ambas. Te lo recomiendo.

Un beso!

Encarni | 17:11

Y es que hay momentos que nos encantarían que fueran eternos, da rabia cuando el sonido del despertador marca su final, pero cuando esos instantes son despiertos la rabia es aún mayor.

Aunque solo fuera un sueño puede hacer que nos levantemos de la cama con la mayor de las sonrisas.

Estoy de acuerdo contigo en algo ¿cuándo estamos realmente despiertos?, me gusta tu teoría de disfrutar de ambos estados al máximo, ante la duda es la mejor opción.

Hay post en los que parece que cuentas parte de mi vida y en otros haces que mi imaginación vuele y desee vivir esos momentos... Eso es mágia y tú un artista.

Un besote enorme.

P.D: No dejes de soñar nunca.

Pablo Martín Lozano | 17:17

Hola Encarni y gracias por seguir cumpliendo con tu parte del trato.
Te recomiendo mi teoría, como ves, es una buena forma de cubrirse las espaldas y no fallar nunca. Vivir puede ser tan bonito como soñar y viceversa. Hay veces que la vida es sueño y otras que los sueños cobran vida.

Un beso.