Universo Paralelo

Amanecí desconcertado en un lugar en el que nunca antes había estado, rodeado de árboles y plantas de un verde intenso. Desperté de un sueño de ciudades y asfalto y al abrir los ojos descubrí que todo lo que había a mi alrededor era arena, vegetación y agua. Exploré intrigado los alrededores con la intención de encontrar alguna explicación a lo que estaba pasando y lo único que logré fue constatar que inexplicablemente me encontraba en una isla. Mi vista no alcanzaba a ver más que kilómetros y kilómetros de un mar cristalino aparentemente en calma. Continué caminando tanteando la costa hasta que, harto de dar vueltas en círculo a la diminuta -lo supe entonces- isla, me adentré en la selva frondosa que ocupaba el centro. Mi primera impresión fue la de estar penetrando en otro plano de la realidad; como retroceder en el tiempo viajando siglos conforme avanzaba con pasos temerosos hacia el interior. El entorno se oscurecía por la poca luz que atravesaba las densas copas de los árboles y la humedad penetraba hasta hacer sonar mis articulaciones como viejas bisagras de portones medievales. No había senda y me movía empujado por una suerte de instinto natural que me dirigía directo hacia un punto que desconocía. El silencio se apoderaba del espacio y fue entonces cuando me di cuenta de que en aquella isla no había vida animal. Entonces me llevé la mano al corazón para comprobar si seguía latiendo. Aquel ritmo acelerado que en otra ocasión me hubiera preocupado, esta vez me transmitió una calma y un alivio como hacía tiempo que no sentía. Y entre follaje y enormes rocas que entorpecían mi marcha llegué hasta un pequeño claro presidido por una especie de altar natural de piedra. Me acerqué hasta él con tiento y al llegar observé que en la superficie de aquel ara podía verme a mí mismo durmiendo en mi habitación. Alcé el rostro aturdido y comprobé que continuaba en aquella extraña isla a la que no sabía cómo había llegado. De nuevo miré y esta vez me asusté al ver cómo despertaba en esa representación y, sin levantarme de la cama, mirándome fijamente a mis propios ojos del otro lado de la realidad, me dije con mi misma voz que al fin había entendido que los límites del espacio y el tiempo no existían más que en mi mente.

Y es que Sucede Que Hoy traté de no limitarme...

4 comentarios :

Από Μηχανής Θεός | 23:54

Es muy dificil aprender o comprender las reacciones químicas de la mente. ¿Se puede afrontar los límites?
Y sobre todo, ¿cuando se debe usar los propios ojos y cuando sustituirlos con miradas "diferentes" de lo superior?

Pablo Martín Lozano | 14:20

Gracias por tu comentario. Tienes razón, es tremendamente complicado comprender la mente; dicen que los sentidos engañan, pero el poder de la mente (incluso para engañarnos) es enorme. En eso consiste la positividad en la vida...en saber verla con otros ojos.

Saludos!

Anónimo | 06:03

Un universo paralelo, es perfecto, quizá podría llegar al lugar de las cosas perdidas...

un beso
marlene

Pablo Martín Lozano | 16:51

Hola Marlene!
A veces pienso que una puerta como la de la fotografía sería una buena opción para sumergirnos en otros mundos cuando este se nos queda pequeño.

Besos!