Preso De Amor
Hace días que no duermo pensando en tu vida. Qué habrás hecho durante todo este tiempo, quién habrá ocupado mi lado de la cama, cuándo fue el día que involuntariamente empezaste a olvidarme sabiendo que no saldría. Yo sin embargo no he dejado de pensar en ti cada día, desde el toque matutino que nos avisa para desayunar hasta cuando sólo las luces de emergencia del pasillo iluminan una celda que cada vez me parece más pequeña. En todos estos años no ha habido forma de habituarme a este espacio. Echo en falta tu olor en toda la casa, escuchar el sonido tan tuyo al caminar, el eco de tu voz resonando en las paredes aún cuando te marchabas del hogar. Y sé que hace tiempo que no te escribo, pero la vida no es fácil aquí dentro. De no ser porque quien ocupa la celda de enfrente me ha prestado un trozo de su papel y el bolígrafo lanzándolo de parte a parte del pasillo tampoco esta carta hubiera existido. Hace tiempo que no tengo muchos amigos aquí adentro. Todo comenzó a los pocos meses de entrar, cuando mi llanto infortunaba en mitad de la noche al resto de reos. Cuando gritaba tu nombre entre sollozos hasta que los del turno de noche terminaban apaleándome en mitad del pasillo. Yo ni siquiera sentía el dolor por los golpes; me pesaba más la pena de saber que te perdía. Pero con esta carta sólo quiero hacerte saber que eres mi esperanza aquí. Mi hilo de vida, mi constante, mi vía de escape. Aferrarme a tu recuerdo es lo único que me libra de la locura entre rejas. Que a veces, cuando todos duermen, yo dibujo en el techo tu cuerpo con la mente y sueño que te acaricio el cuello y la espalda en silencio. Y cuando los primeros rayos de luz empiezan a iluminar el pasillo, el sueño me alcanza con la sonrisa plácida de creer que he compartido la noche contigo. Ya sé que te parecerá tonto, pero créeme que cuando echas de menos algo tanto, es suficiente la imaginación para recrear escenas y no acabar muriendo ansioso. Volveré algún día. Cuando este infierno acabe. Volveré y te miraré de frente a los ojos para ver si reconoces en los míos al hombre que fui antes de pasar este funeral en vida, y si encuentras un resquicio de la llama de nuestro amor todavía viva, olvidaré el pasado porque será como retomar una vida que me fue desposeída.
Y es que Sucede Que Hoy me sentí preso de amor...
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