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La Conquista del Amor

Arrasaría campos de batalla colmados de escuadrones hostiles, cabalgando a lomos del amor y portando una bandera con tu nombre. Aniquilaría ejércitos íntegros con miradas asesinas. Haría arder ciudades enteras con palabras incendiarias. Me enfrentaría solo a cualquier milicia que se cruzara en mi camino. Lucharía en una despiadada y cruel batalla bajo el mandato de mi corazón y la eterna arenga de unas ilusiones que conquistar de nuevo. Ni trescientas, ni tres mil, ni tres millones de tropas serían capaces de frenar mi avance. Combatiría valerosamente a pecho descubierto armado de capa, escudo y espada. Derramaría gota a gota la sangre de todo enemigo y adversario que osara enfrentarse a mi catarsis. Hasta me enfrentaría al mismo Dios en busca de mi victoria. Ya nada se antepondría a mi deseo de recuperar lo perdido...

Y sin embargo una palabra tuya me hizo llorar. Y sin embargo tú me hiciste conocer la debilidad.

Y es que Sucede Que Hoy me transformaría en un Leónidas más...
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Su Dosis de Aire, Gracias.

El desasosiego y la ansiedad por saber más y más reclama calma entre gritos provenientes de lugares profundos y bombeantes de vida. Que todo está bien hasta el límite que separa la curiosidad del dolor. Podría sacar mi lado más voyeur, convertirme en vagabundo de tu sombra, o buscar a cada instante una localización con descripción detallada de unos pasos perdidos hace tiempo. Pero no. Ya no. Cuando se tiene toda la información precisa en un determinado momento es mejor desistir y dejar que el tiempo corra. Es algo así como una lucha entre el deseo y la cordura, entre el sentimiento y la razón. Como cuando conoces algo por primera vez. Quieres más y más, pero ese más y más es el tiempo que debes esperar para continuar conociendo. La codicia es mala compañera, sobre todo en terrenos del conformismo reinante. Como el glotón que sólo busca el empacho, sin disfrutar cada bocado. Todo tiene su momento y a eso sí que estamos irremediablemente atados. A eso y a una vida en la que los caminos se separan y convergen a placer, resultado de una competición eterna entre el tiempo y el destino, entre Cronos y las Moiras divirtiéndose a mi costa. Aflojar la soga vendrá bien en tiempos de asfixia reveladora y agonía sentimental. Dejar correr el agua de la que aún no me he de embriagar.

Y es que Sucede Que Hoy me reclamé aire a mi mismo...

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Llamada Perdida...[En el tiempo]

- ¿Sí?
- ¿Sabes quién soy?
- ¿Hola? ¿Quién es?
- Sí, perdón, hola. ¿Ya no recuerdas mi voz?
- Pues...déjame pensar...mmmm...eres...¿[...]?
- Menos mal, pensaba que ya formaba parte de tu olvido.
- ¡No puede ser! ¡Cuánto tiempo sin saber de ti! ¿Qué tal todo?
- Bueno, te sonará extraño que te llame después de tanto tiempo, pero...[...]
- ¿En serio? Vaya, lo siento. Y...¿por lo demás?
- Digamos que he estado mejor, además...[...]
- Pfff, de verdad que me sabe muy mal...
- ¿Cómo te va todo a ti?
- Muy bien la verdad, no puedo quejarme de nada: trabajo, amigos, familia...p...pa..pareja; todo genial.
- Ah, ¿Sí?. Pues qué bien. En realidad siempre te dijeron que lograrías lo que te propusieses.
- Sí, bueno, ahora puedo decir que ha sido así salvo en...
- ¿Pasó mucho tiempo hasta que volviste a [...]?
- Creo que empiezo a estar un poco incómodo. Llevamos un par de minutos hablando y aun no sé el motivo de la llamada. Además, me haces recordar cosas que...¿Por qué me llamas?.
- (Largo silencio) Mmmm...verás...sólo quería darte la razón ahora que ha pasado el tiempo.

Y es que Sucede Que Hoy descolgué y era un futuro que ójala no, pero de momento sí...

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Si Un Día Por Casualidad...

Hoy, de vuelta a casa, he desconectado del tráfico y la lluvia golpeando el parabrisas me ha transportado hasta tu recuerdo.
¿Y si al llegar viese tu coche aparcado en mi puerta? Primero vería el color, comprobaría la matrícula en un ejercicio de tensión ascendente y finalizaría la comprobación con el análisis de tu silueta y el de tus ojos mirando por el retrovisor. No sé cuánto llevarías esperando, por no saber no sé siquiera si vendrías a verme a mí o tal vez a recoger algo que dejaste olvidado en mi casa. Volver a verte supondría una incertidumbre al no saber cómo actuar y más en terreno propio. ¿Hola? No sé, un poco frío y nada sincero. ¿Qué haces aquí? No, demasiado directo y con posibilidades de ser malinterpretado. Vaya, no te esperaba. Sí, eso sí. ¿Dos besos? Momento difícil. Uno sólo sería adelantar acontecimientos inciertos, dos sería como saludar a cualquiera en la calle -sabiendo que tú no eres cualquiera-...Uno, sí, uno pero en la mejilla demostrando complicidad, claro que siempre me quedaría esperar a un primer movimiento por tu parte. ¿Pasas? Supongo que no vienes hasta mi puerta para quedarte allí, claro, qué pregunta.
En ese momento comenzaría una conversación estúpida entre dos personas que no saben cómo decirse que se quieren, que se aman, que la vida es corta y las noches demasiado largas para pasarlas en soledad o con la compañía inadecuada. Que el amor es lo más irracional que existe y buscar explicaciones es la mejor manera de perder el tiempo, y no estamos para eso. Tenemos horas por delante para hablar de lo que quieras, o bien, cállate y bésame sin más. Llevo tiempo esperándolo.

...Sólo una curva me separa de mi calle. Sin darme cuenta he llegado hasta allí desde que hace más de quince minutos viniste a mi mente en la espera de un semáforo ahora lejano. Una extraña mezcla entre nerviosismo y desazón recorre mi interior. Compruebo uno a uno los coches aparcados en el lado derecho de la calzada y ninguno es el tuyo. No desespero, tal vez mañana...

Y es que Sucede Que Hoy me acompañaste a casa dando vueltas en mi mente...

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Mi Fondo de Escritorio

Atendiendo al meme que me envía Cris desde su Cádiz y que se extiende rápidamente por la blogosfera, la imagen que corona estas palabras es la que desde hace varios meses da color a mi fondo de pantalla. Creo que sobran las palabras y cualquier explicación es absurda. Paz, armonía, relax, orden, descanso, empatía, energía y magia, mucha magia para adornar el fondo de esta caja que, a diferencia de la tonta, puede ofrecerte tanto y tan bueno. En fin, que lo disfruten.

Y de meme a meme y tiro porque me toca: Invito a participar a Dani, Laura, Joan Miquel, Alibaimor y Mariola.

Y es que Sucede Que Hoy me tocó a mi; ahora es vuestro turno...
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Pero Algo No Funcionó

Anoche, cansado buscar en la cama un sueño perdido, salí al jardín a contemplar las estrellas. Fue precioso observar la grandiosidad de una noche rasa de primavera reciente. Los puntos de luz eterna me acogieron mejor que las sábanas y allí permanecí horas envuelto por luceros sonrientes. Fue entonces cuando descubrí uno que brillaba más que el resto. Uno cuya intensidad le distinguía de los demás. Más grande, más claro, más azul. Supe pronto que era un planeta, mi planeta. Así que simplemente viajé hasta él. Cerré los ojos, me dejé llevar por el embrujo de la noche y me elevé sin esfuerzo hasta encontrarme allí. Entonces entendí que aquel lugar era demasiado grande para estar solo y pensé en ti para que me acompañaras. Teníamos todo un paraíso para los dos. Una tierra en la que poder demostrarnos amor el uno al otro sin que nadie observara. Un lugar en el que si querías alas, alas tenías, si querías agua, agua tenías, si querías felicidad, felicidad tenías. Todo cuanto desearas estaba a tu alcance, sólo necesitabas cerrar los ojos e imaginarlo. Solamente una cosa se escapaba a mis deseos hechos realidad; el dinero, pero pronto me di cuenta de que no lo necesitaba pues todo aquello hasta donde abarcaba mi vista -y mi pensamiento- me pertenecía. Solos en un mundo hecho por y para nosotros. Solos porque no hay compañía más gratificante que la tuya y nadie más. Solos en mitad de los sueños que un día forjamos juntos en busca de la eternidad.
Y entonces quise tu amor y cerré los ojos para pedirlo, pero algo no funcionó. Volví a cerrarlos con más fuerza sin mejorar el resultado. Los abrí y seguías allí, delante de mi, pero sabía que ya no me amabas. Cerré los ojos por última vez y puse todo mi empeño en centrar mi pensamiento en tu amor, pero pronto entendí que ni un planeta entero para los dos, ni todo cuanto deseabas hasta entonces, ni los sueños que aquel día forjamos en la cama, ni la felicidad que nos envolvía cada día, eran suficientes para ti.

Y es que Sucede Que Hoy imaginé un paraíso a tu lado, pero algo no funcionó...

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Si siempre fuese así...


Hoy ha sido uno de esos días productivos de la vida universitaria. Por todos es sabido que no siempre es en las aulas donde más se aprende, ni los profesores los que mejor enseñan o los que tienen la capacidad de hacerte llegar los conocimientos o ilusión por algún tema.
Primero ha sido Luis Deltell, premiado director de cortometrajes (Di Algo) y profesor de la Universidad Complutense de Madrid -joven y buen comunicador- con una charla sobre el mundo del corto y, más tarde, Agustí Hernández Dolz -periodista- que ha expuesto en aproximadamente una hora y media la conferencia "Pueblos abandonados. El paisaje del Olvido". Digo que no siempre es en las aulas donde más se aprende porque precisamente en actos de este tipo es donde realmente el alumno se involucra en el tema que se trata y, con más razón, si la asistencia es voluntaria.

Es por esto que, a destacar de la primera charla, me quedo con esa pasión compartida por contar a través de un medio -llámese hoja de papel en un libro o celuloide en una película- una historia que transmita lo que el escritor o director quiere ofrecer. Especialmente en el mundo del cortometraje donde, en tan solo unos minutos, se debe contar una historia con significado pleno. Ganas de contar algo, una idea, una buena línea de argumentación y la parte que menos le importa quizás al creativo pero sin la cual es complicado tener buenos resultados: la financiación y los medios. Al igual que en Publicidad, la capacidad de crear historias cerradas y bien narradas en pocos minutos -segundos en el caso de la Publicidad- es un arte cuya técnica está al alcance de pocos. Sin embargo, una vez finalizada la obra, cuando el trabajo se ha realizado con esmero y dedicación, resulta enormemente gratificante observar cómo aquello que un día no fue más que una idea plasmada en un papel en forma de guión, se convierte en una consecución de planos cargados de sentido y en una historia capaz de atraer la atención.
Bonito arte este de contar cosas.

Y por lo que respecta a la segunda conferencia, tal vez no tan atractiva como la primera pero sí interesante, resaltaría la belleza de la naturaleza muerta reflejada en los muros y calles de municipios enteros derruidos por el paso del tiempo, o a causa de bombardeos y demás desastres. Es curioso observar cómo el interior de algunas viviendas destrozadas en su apariencia exterior, conservan todavía incluso la ropa colgada de la percha, o la mesa servida en la cocina en la que un día el olor a comida reinaba y donde hoy no huele más que a olvido. Pueblos de los que sólo queda el recuerdo y el archivo fotográfico; pedanías en ruinas cuyas calles se intuyen entre escombros y desechos; municipios que reflejan el paso de una guerra sin sentido que arrasó territorios enteros. Y entre todos ellos, uno ha llamado en especial mi atención: Belchite. Lo que un día fue un pueblo de la provincia de Zaragoza, que más tarde se convirtió en mero objetivo de destrucción militar durante la Guerra Civil, para pasar a ser recientemente un municipio más que engrosa la lista de esos pueblos abandonados, si bien, además, actualmente Belchite es conocido por ser cuna, al parecer, de diferentes fenómenos paranormales como psicofonías.
En fin, quizás el dato positivo de la conferencia sea ese del neoruralismo que está poblando de nuevo estos lugares, partiendo de un arduo trabajo de rehabilitación, ya que cumple con una triple función: logra la repoblación del interior, se da vivienda a aquellos que se ven incapaces de adquirirla en las grandes ciudades y, el que más agrada a sus ayuntamientos aunque no sé si por igual a la naturaleza; la aparición de una nueva clase de turismo llamado rural, que aporta vida a esas zonas.

Tal vez, lo mejor ahora sería coger una cámara y viajar hasta Belchite a rodar un corto entre sus ruinas, como forma de unir las dos historias de esta historia.

Y es que Sucede Que Hoy fue un día provechoso...
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Pasión Temprana

Hoy rescato de entre los papeles olvidados en el cajón de los recuerdos una historia que escribí hace ya cinco años, cuando los quince llamaban a mi puerta entre la mirada inocente -al menos más que ahora- del mundo y un germen de amor por las letras que iba en expansión. Así rezaba:


Como llevaba haciendo noche tras noche durante los últimos años, el señor Dark se vistió de negro y salió a la solitaria ciudad dormida, sin rumbo pero con destino. Llevaba puesto su sombrero, sus guantes de cuero y una bufanda enroscada al cuello tratando de aislarse de ese frío viento que calaba en lo más hondo. En la mano derecha llevaba un pequeño cofre de madera vetusta, y con su caminar parsimonioso, iba paso a paso deambulando en la noche.

Era lunes, y “el caminante nocturno”, que era el nombre con el que se conocía en el barrio, se dirigió primero hacia el sur, siguiendo una estrecha y solitaria calle, alumbrada sólo por la tenue llama de la hoguera de un mendigo, que tenía allí su reino. Al llegar, sacó del cofre un pergamino minúsculo y se lo entregó. Éste lo leyó, y al acabar, le dedicó una sonrisa que infundía vida, una sonrisa cargada de afecto. Dark se limitó a darle una palmada en el hombro y se fue alejando lentamente sin girarse en ningún momento. Fue entonces cuando el indigente, previniendo lo que sería una noche gélida, añadió a la candela varios trozos de madera que había recogido durante el día, asegurándose la permanencia de su único compañero de cama; el fuego.

Tras merodear por varias calles, llegó a un parque donde unas humildes personas, más pobres aun si cabe que el anterior visitado, compartían una botella de ron usándola como remedio contra los seis grados bajo cero que helaban hasta los charcos y envueltos por la espesa niebla que cubría el lago situado en el centro del parque. Se acercó hasta ellos y lo primero que recibió fue la invitación a un trago que rechazó para más tarde, darle un papel a cada uno exactamente igual que el anterior, que fue leído al instante por el único que tenía capacidad para hacerlo, ya que había aprendido a base de relacionar sonidos que escuchaba a la gente que iba y venía. Cuando acabó de recitar el texto, los seis se dieron la vuelta para hacer muestra de su cariño, pero Dark ya estaba de nuevo perdido en la oscuridad, continuando sin tregua sus andadas. Tras unas horas caminando sin cruzarse con nadie, se detuvo en la puerta de una iglesia, donde una mujer con la ropa roída y desgastada, el pelo sucio y apelmazado, aunque de hermosa mirada, yacía acostada entre mantas observando una foto de dos pequeños. Sin decir nada, le dejó uno de sus pergaminos bajo del montón de trapos que le servían de almohada, y se marchó dejándola triste en su soledad, hasta que al darse la vuelta y leer el papel, se dibujó en su cara una dulce sonrisa.

El sol comenzaba a asomar y era hora de regresar a casa. Dark estaba cansado y, ya sin fuerzas, no pudo evitar que el cofre se le cayera al suelo dejando escapar uno de sus papelitos en el que, como en todos los demás, podía leerse:

“A ti amigo, tú que como yo cambias el día por la noche, la luz por la oscuridad, y el ruido por el silencio, te deseo buenas noches, y te pido que perdones a aquellos que, dueños de su ignorancia, malgastan su tiempo durmiendo en cómodas camas, sin saber que es aquí fuera donde realmente se disfruta de la noche."

Y así fue como “el caminante nocturno” vivió la vida hasta sus últimos días, rastreando cada calle de la ciudad, en busca de alguien a quien desear las buenas noches, y convirtiéndose en auténtico amigo de los más necesitados de su alrededor, únicamente saliendo a caminar guiado por la luz de la luna.



Y es que Sucede Que Hoy rescaté una historia olvidada...

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Frío entre Cartones

Y seguía sintiendo frío. Una sensación de destemplanza que calaba hondo como el peso de la palabra que penetra y hiere. Una gelidez incesante que entorpecía la consecución de movimientos -incluso de pensamientos- y ralentizaba las acciones por miedo a resquebrajar los huesos en mil pedazos ante un movimiento brusco. Una humedad impregnada en el tuétano de todas y cada una de las partes de un esqueleto afligido por un viento roto. Una sensación térmica álgida que se colaba en cada poro de su piel como la gota gélida de rocío que penetra en la hoja adormitada de la mañana. Ni el pelaje más tupido ni el grosor de las capas textiles sobre su piel le alejaban de su estado moribundo mientras vagaba por las calles de una ciudad pintada de silencios. Otra dura jornada le esperaba con nada más que meterse entre pecho y espalda que un trago de vino que anoche descansó a su lado, olvidado ante la inmediatez de un sueño acompañado de embriaguez y soledad. Tres cartones no suponen mucha defensa contra el ataque incesante y desgarrador de un termómetro aplastante que reduce paulatino los resultados en la noche. Tampoco un solo trago se convierte en el mejor aliado para hacer frente a las necesidades de un cuerpo vendido a la intemperie. Dormir se convierte en ese momento en la forma más sensata de suicidio y entregarse sin remedio a la guadaña sigilosa escondida tras la esquina. Caminar significa luchar contra la fuerza de un soplo enérgico y valeroso que golpea duro en la cara de todo aquel que osa retarle. La propia sombra, huidiza ante la lentitud de un cuerpo que avanza parsimonioso, trata de zafarse sin ser consciente de su inseparabilidad y su proyección eterna en los adoquines de una acera alumbrada por la luz intermitente de una farola perdida en la ciudad.

Y es que Sucede Que Hoy volvió el frío y me acordé de ellos...

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Madrugada Perdida

Poco a poco abro los ojos dejando que mis pupilas se habitúen a la luz de la habitación después de una larga oscuridad. Noto algo sobre el cuello. Despierto abrazado por alguien. Vuelvo a cerrar los ojos. No recuerdo nada. Asustado, sin distinguir el sueño de la realidad, trato de observar de quién se trata; palpo a tientas sus brazos y tiemblo extrañado. Es ella. ¿Cómo es posible? Miro alrededor y todo está en su sitio. No ha pasado ni un solo día desde que me acosté y en mi sueño la vida iba cinco meses adelantada. Estoy a su lado. Todo lo malo ha sido un sueño. No sé en qué confiar. De pronto, ella se despierta.
- ¿Qué pasa? Escuchaba tu respiración muy fuerte.

- ¿Eres real o estoy soñando?

- ¿Cómo? ¿Estás bien?

- Contéstame, por favor.

- Déjame que te bese y contéstate tú mismo.
Vuelvo a sentir el roce de unos labios que creía perdidos. Besa como ella, sabe a ella. Todo es muy extraño. Verás -le digo-, parece que estaba soñando y todo me iba muy bien salvo que me faltabas tú. No tenía quién me abrazara como ahora cuando he despertado. Al menos no como tú. Antes, o sea, hace unos minutos, bueno, en la vida de mi pesadilla, no lograba que desaparecieses de mis sueños. Creo que es complicado de explicar. Eras como un fantasma que venía a visitarme cada noche alterando mi ritmo cardíaco hasta hacerme despertar. Trataba de mantener una conversación contigo y cuando mejor estábamos desaparecías como envuelta en una nube. De verdad, era demasiado real para ser un sueño, pero supongo que debo tranquilizarme ahora que ha pasado.
Me levanto de la cama y voy a lavarme la cara. Necesito calmar la angustia. Vuelvo y estoy solo. La habitación está vacía y las sábanas no están arrugadas donde hace sólo un minuto estaba ella. No sé qué vida es la auténtica. Un sudor frío recorre mi cuerpo. Oigo un sonido de fondo. Se acerca. Cada vez lo escucho más claro y cercano. Tiro una bocanada de aire con un grito desgarrador ahogado en silencio y despierto. Es el teléfono sonando en la mesita. Estoy solo. ¿Qué es esto? ¿Quién está jugando conmigo? Todo era un sueño sobre un sueño. Cojo el teléfono. Es ella. La "ella" de mi vida y de mi sueño.
- Hola, perdón por llamarte a estas horas y por molestarte después de tanto tiempo, pero estaba soñando contigo y me he despertado de golpe...

Y es que Sucede Que Hoy soñé que vivía una vida soñada...

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Allí Donde Todos los Caminos Llevan

Hoy amanecí con la ilusión de perderme por tus muros. Pasear por tus calles perfumadas de historia y grandiosidad; la de un imperio que se me resiste en un mapa del que me gustaría llegar a conocer todos los rincones. Quisiera respirar la quietud de tu arte. Contemplar ensimismado el esplendor de tus escondrijos. Y deambular por tus curvas descubriendo tesoros que ni el paso del tiempo se atreve a erosionar. Y revelar sensaciones placenteras al saberme absorto en tu belleza. Y retornar a los caminos que dejé atrás hace siglos. Reencontrarme con el Humanismo empapado en la historia de un nombre que tan bonito suena leído del derecho como del revés. Y dejarme llevar por la música de unos tiempos en los que el arte y el saber comenzaban a florecer, a renacer. Y sentirme un ciudadano más de la más universal de las ciudades por cultura y tradición. Y embrujarme con tus susurros de eternidad. Y lanzar una moneda allí donde los sueños se cumplen empapados ante la atenta mirada del mármol hecho hombre, jurando volver a pisar tu suelo con el deseo de que los que vengan detrás sepan admirar y respetar tu magnificencia para el resto de los días.
Hoy amanecí con la ilusión de perderme por tus muros. Ahora sólo espero que la ilusión no se desvanezca y lo que ayer vibraba en mi interior, mantenga el trémulo hasta sentir el abrazo de la noche sobre el Tevere.

Y es que Sucede Que Hoy daría todo por tener un pasaje...

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Amor de Gotas Saladas

Ya ha pasado mucho tiempo desde aquella madrugada en que la vi, sentada en la arena, tan solitaria que hasta el viento le preguntaba si podía rozarla, triste, apagada, recogiendo conchas en la orilla y dibujando corazones que las olas le robaban cada vez que a ella se acercaban. Tenía el pelo claro, suelto y ondulado por la brisa recordando a la Venus de Botticelli. Los ojos verdes y grandes, con una mirada que ni el mismo océano quedaba absuelto a su hipnosis y mandaba a sus olas moverse con ritmo para impresionarle. Y una sonrisa enamoradiza que mostraba cada vez que cerraba los ojos y se dejaba llevar por aquel canto de sirenas. Yo caí rendido a su amor, a su belleza, a su dulzura y lanzando un grito al viento en la inmensidad de la nada juré llegar a ella.

Día a día volvía a aquella cala desierta donde mi corazón sintió el golpe del destino, pero no lograba verla. Esperando a que apareciese, pasaba horas sentado en proa lanzando suspiros al mar para hacerle cómplice de mi amor por aquella joven, mientras tallaba un corazón en madera. Harto de esperar cada amanecer su encuentro, decidí cambiar el rumbo y marcharme de allí, pues no aguantaba más el dolor que apuñalaba mi alma cada día que pasaba sin verla. Así que, con la ayuda del viento hasta que al atardecer amainaba, me fui alejando poco a poco de allí, habiendo lanzado al agua el corazón tallado con el dolor de la espera, en el que había grabado un mensaje:
"Si alguna vez lees esto, no temas, es el destino que nos da la mano".
Y lejos, perdido en la inmensidad del océano, cada noche me quedaba tumbado en cubierta contemplando las estrellas. Dibujando con la mente su rostro entre luceros y agradeciendo a la luna su incondicional compañía. Había veces que el cansancio se apoderaba de mí y me quedaba dormido a la intemperie, soñando con el día en que nuestros cuerpos se uniesen en un abrazo eterno, imaginando su boca acariciando mi cuello y su pecho contra el mío compartiendo los latidos de dos corazones enamorados llamándose a gritos. Por desgracia, los primeros cantos de las gaviotas que salían en busca de alimento, me despertaban y me hacían retornar a la realidad.

Llegó la primavera y respirando esa sensación de vida que flota en el ambiente en esta época, desperté una mañana dispuesto a volver a por ella, empujado por unas ganas increíbles de luchar por lo que realmente me importaba y con un presentimiento en lo más hondo que me decía que esta vez sí; está vez habría suerte. Así que, dirigiendo el timón con más ansia que nunca, me encaminé hacia aquella cala que tiempo atrás había dejado con algo pendiente y, como si la naturaleza se hubiese puesto de acuerdo conmigo, me ofreció su apoyo calmando las aguas y haciendo soplar el viento.

Y una noche, mientras intentaba traspasar a letras todos los sentimientos que recorrían mi cuerpo, una extraña luz iluminó mi diario. Me levanté bruscamente y pude divisar a lo lejos el faro de la playa donde ella me estaría esperando. Y sin apenas darme cuenta ya estaba allí, de nuevo, con el alba entrando por el este, junto a las rocas que hacían de aquel lugar el más romántico del planeta.
Allí estaba ella, libre y solitaria paseando por la orilla hasta que tropezó con algo. Se agachó a recogerlo y, expectante desde el barco, observé que aquello que había provocado su traspiés no era sino el corazón que mucho tiempo atrás había lanzado al mar, pidiendo clamorosamente su amor. Cuando acabó de leer el mensaje, miró a su alrededor, mientras yo me lanzaba al mar para llegar nadando a la orilla y salir a su encuentro.

Finalmente llegué a la orilla. Me quedé un momento observándola desde la corta distancia, como el que todavía no cree que lo que está viendo es realidad, y nos fundimos en un cálido abrazo. Después se acercó a mi oído y susurrando me dijo que llevaba años llorando cada noche porque por las mañanas me veía en mi barco, pero nunca tuvo el valor suficiente para decirme nada. Yo le expliqué todo lo que sentía por ella y cómo después de tanto tiempo, una mañana me sentí con fuerzas para ir a buscarla.

De todo esto hace ya mucho tiempo. Después de aquel encuentro decidimos vivir a bordo el resto de nuestros días y nos juramos amor eterno. Ahora, aunque más mayor, sigue conservando la belleza que aquel día me embrujó y mi cuerpo, cansado ya por el paso del tiempo, lucha por despertar cada día a su lado y seguir alimentando este amor de gotas saladas.

Y es que Sucede Que Hoy navegué por tu silueta...

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Me educaron para...

Hoy es uno de esos días en los que prefiero callar antes que hablar. Pero callar por escuchar y nunca por represión o por temor. En este caso hoy es uno de esos días en los que prefiero leer que escribir. Pero leer por placer y nunca por obligación o por deber. Hoy es uno de esos días en los que callar o no escribir se convierte en algo útil si escuchas o lees algo así.

Me educaron para el éxito y mi mayor éxito es saber que no tengo educación. Me educaron para competir y mi mejor competición es no competir con nadie. Me educaron para ser fuerte, pero esta asignatura la tengo pendiente. Me educaron para ser firme y mi firmeza es como el junco de la ribera, que se inclina amable con el soplo bondadoso de la brisa. Me educaron para ser valeroso y aún me da miedo la oscuridad. Me educaron para amar al prójimo, pero al prójimo, por lo que veo, no lo educaron para que me amara. Me educaron para ser decidido y mi primera decisión aún está por tomar.

Creo que nunca quisieron educarme; tal vez domarme. Ahora soy como un caballo salvaje que se encabrita no más quieran colocarle la brida de la educación.

Soy un loco, estoy loco ... allá los cuerdos con su educación.

Jesús Quintero.

Y es que Sucede Que Hoy espero que no acaben contigo...


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Decisión con Retroceso

Y finalmente se decidió a hacerlo. Ya había pasado mucho tiempo desde que la vio por última vez. Demasiado tiempo asáltandole el mismo deseo cada noche y demasiados días en que la presión propia se hacía insostenible. Llevaba noches enteras imaginando cómo sería el momento, planeando cada uno de los pasos a seguir para tenerlo todo controlado aun sabiendo que una vez allí todo fallaría. Tenía el vestuario escogido con suma delicadeza, la sonrisa ensayada durante horas frente al espejo, el pelo tocado y retocado en infinidad de ocasiones, gestos articulados con la pericia de un actor y las palabras precisas y medidas con la magia del poeta. Ningún detalle se le podía escapar y luego todos se soltarían de su mano.

Sacó del armario un bote de la colonia que acostumbraba a utilizar cuando ella todavía le regalaba sus tequieros a diario. La guardaba desde la última vez que se vieron por si algún día se producía el reencuentro programado, como una forma de evocar recuerdos del pasado en el momento en que ella se acercara a saludarle -aunque fuese por compromiso- y cayera en la trampa de su olfato. Millones de momentos se agolparían en su cabeza, casi tantos como los que revivió él en el momento en que se roció entero. Creyó retroceder en el tiempo.

Salió de casa en el momento en que la luna comenzaba a brillar con el permiso del cielo oscuro y encapotado que descargaba con ganas una lluvia que le limpiaba los temores en la misma medida en que le traía la añoranza casi olvidada. De camino compró flores en el único establecimiento que encontró abierto, aunque a decir verdad ya se encontraba medio cerrado y tuvo que evitar golpearse con la persiana a medio bajar y convencer a la vendedora de su necesidad.
- Verá señora, puede que estas flores me den la vida o me la quiten esta noche.
Compró un ramo de rosas rojas como aquellas que un día le regaló, mucho tiempo atrás, sin llegar a saber nunca el grado de satisfacción que le produjo aquel presente; mucho menos, en cualquier caso, que el suyo por regalarlo. Caminó entre charcos burlones y una lluvia incesante que mojaba las flores, sus sueños y sus ilusiones, hasta llegar a su esquina. Cruzó la calle y miró hacia su ventana, donde pronto se dejó seducir por la silueta perfecta de su cuerpo dibujado al otro lado del visillo entorpeciendo una visión maravillosa. Era su habitación. Aquella en la que tantas veces había estado y donde compartió caricias durante tanto tiempo. Aquella cuyas paredes todavía lloraban su pérdida porque nadie como él sabía escucharlas y a la vez regalarles tantos susurros. Aquella en la que un día amó y se dejó amar...

Llegó un momento en que dejó de saber si el temblor de sus piernas se debía al frío producido por la ropa mojada pegada a su cuerpo, o más bien por el temor a la incertidumbre de su reacción. Había pasado bastante tiempo e incluso habían perdido el contacto por una decisión de ella que todavía no se explicaba. Tal vez es que tuviera miedo de seguir hablando con él y que le visitasen fantasmas del pasado que hiciesen titubear los pilares de su nueva y desdichada vida. Ahora, solo frente a aquella ventana y con los ojos perdidos en la luz que emanaba de dentro, recordó cada instante mientras la lluvia que resbalaba por su rostro disimulaba las lágrimas. No se distinguía qué gotas eran saladas y qué otras dulces; lo único que sabía era que las dos sabían amargas. De pronto vio como la silueta se empequeñecía en la distancia y la luz se apagó de golpe. Entonces entendió que sólo con aquel momento había saciado su deseo de volver a verla, imaginando que al otro lado de la ventana su cuerpo desnudo bailaba al son de aquella canción que siempre escuchaban juntos.

De vuelta a casa, caminando bajo la lluvia, pasó de nuevo frente a la floristería donde la mujer todavía recogía los últimos desperdicios de un día de trabajo. Con una sonrisa de paz esbozada en sus labios, le regaló el ramo, dio media vuelta y se fue...

Y es que Sucede Que Hoy no es la hora del amor...

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Mi Secreto Mejor Guardado

Después de mucho tiempo dándole vueltas al asunto, de muchas noches sin dormir, cuestiones sin respuesta y diversos intentos fallidos, creo que ha llegado el momento de desvelar mi secreto mejor guardado. Sé que de él no depende el devenir de los días. También sé que tú que estás leyendo ahora mismo podrás salir a la calle mañana con la misma cara y nada habrá cambiado. Claro que puede interesarle a determinadas personas -cotillas incluidos- que quieran saber algo más acerca de mí. Es la pieza clave que le puede faltar a muchos para terminar de montar el rompecabezas sobre el que está impresionada mi imagen. Supongo que habrá quien esté deseando acabarlo para hacer una equis grande sobre él, otros que se decantarán por utilizarlo de diana y otros que, en un ejercicio de pérdida de tiempo absoluta, optarán por guardarlo.

En fin, pienso que ya llevaba demasiado tiempo tratando de evitarlo y esconderlo a todos los que me conocen porque no era el momento. No es ni bueno ni malo, sólo desconocido. Es de esas cosas que uno prefiere callar de primeras porque no sabe si será del todo bueno que se sepa, si las reacciones serán las esperadas, si puedes crear cierto rechazo en el otro...
Cuanto menos es delicado.

Para todos aquellos que a estas alturas de texto ya piensen que me estoy pasando de intriga y morbo, les diré que sí, que están en lo cierto y lo siento. Aún queda un poco. Empezaré diciendo que los que de normal echáis un vistazo al Blog puede que sepáis la respuesta, al fin y al cabo se puede llegar a conocer a alguien a través de lo que escribe o, al menos, hacerse un retrato borroso imaginándolo. Para los que sea su primera vez, sólo decirles que no llegan tarde, tampoco pronto, pero que lo que van a leer no les influya para próximas visitas si así piensan hacerlo. Y para mi círculo más cercano, qué decirles...tal vez que tienen las puertas abiertas y mi máxima comprensión si a partir del momento en que terminen de leer estas líneas deciden salir de mi vida.

Creo que se acerca el instante, ya lo siento.

Allá voy. Cierro los ojos y me lanzo.

Resulta que mi secreto mejor guardado es que no tengo secretos.

Y es que Sucede Que Hoy me quedé con ganas de saber más...

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Huelga Desconvocada...

Después de unos días apartado del mundo vuelvo a sentir la necesidad de escribir. Ha sido una semana difícil y no porque ninguna circunstancia ajena turbara mis sentidos y me privase de nada, sino más bien por la extraña desmotivación que invadía mis quehaceres. Será que entre tanto adonde acudir, tanto en lo que repartir mis fuerzas y dedicación, quizás este que es con el que guardo una relación más estrecha e íntima, ha pagado las consecuencias injustamente. Y eso que desde hace poco tiempo he llegado a la conclusión de que no existe mejor psicólogo que una página en blanco cada noche sobre la que volcar tu estado de ánimo, tus inquietudes, tus miedos y tus deseos. Parece mentira pero en ocasiones la razón desconecta y son las manos solas, movidas por un impulso incontrolado e incontrolable, las que se lanzan a escribir palabras que ni tu pensabas. Cuando relees lo escrito en busca de algo mejorable -no siempre la escritura automática es la más apropiada- te encuentras incluso con alguna enseñanza sobre ti mismo que desconocías.

El caso es que esta semana he estado bastante apartado. Me sentaba cada día frente al ordenador en busca de un hueco para poder escribir unas líneas pero siempre fue en balde. No es ya que no encontrara ese momento, es que tampoco encontraba ni el motivo para escribir, ni la historia que contar. Las palabras no resbalaban por mis dedos. Pensé que mejor no forzar la marcha y esperar a que llegara el momento en que sintiese la casi necesidad de retomarlo, y así ha sido. Una pausa ante la voracidad del ritmo de vida viene muy bien de vez en cuando. Finalmente sólo me han hecho falta las palabras de alguien especial para entender que llega un momento en que esto ya no sólo te pertenece a ti y que, de alguna manera, hay quien merece su ración puntual después de demostrar más que sobradamente su fidelidad y apoyo.

"Tú qué, ¿has hecho huelga de Blog?". Por ti, por todo el mundo que ha pensado lo mismo y un poquito por mi, que ya lo echaba en falta, aquí estoy de nuevo.

Y es que Sucede Que Hoy fue momento de acabar con el silencio...

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Melodías con olor a ti...

Buscaba entre la gente alguien que sintiera aquellas letras tanto como yo. Alguna persona que supiera de qué hablaba realmente cada nota. Alguien que hubiese descendido a los infiernos recientemente y entendiese que una canción puede reflejar un momento, un estado de ánimo, un sentimiento. Creo que finalmente no la encontré. Sólo en algún momento, cuando la mirada de la cantante y la mía se cruzaban en la sala, podía percibir que alguien me entendía, que conocía todo lo que me pasaba últimamente.

Simplemente me dejé llevar por una melodía que olía a ti en cada nota. En una voz que más que cantar me susurraba unas letras que sonaban a apoyo; unas palabras que me decían sé cómo te sientes. Y entre canciones de amor y desamor, o más bien de desamor y desamor, fue pasando el tiempo de un concierto que me gustaría repetir a solas, en la intimidad; solos ella, una guitarra y yo, por sentir más de cerca todo lo que sus canciones son capaces de evocar. Y acabar con un guiño de complicidad, con un gesto de cariño que transmitiese algo de eso que ambos, parece, echamos en falta. Bastaría una mirada profunda y un silencio prolongado.

Podría escribir canciones que hablasen de ti, de mí, de nosotros, pero mi guitarra lloraría y no soporto verle sufrir. Podría componer un tema sobre mi situación, pero sería una canción que pronto pasaría de moda. O también podría crear una melodía que sonara a adiós, pero supondría perder el tiempo. Es tan tarde como pronto para ello.

Y es que Sucede Que Hoy me llegó tu música...

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23h 59' 59''

A todos se nos ha pasado por la cabeza alguna vez pensar qué haríamos si de pronto nos enteramos de que nos quedan veinticuatro horas de vida. Sólo un día por delante. ¿Qué hacer?.

Hoy, alguien a quien aprecio me ha formulado la cuestión y he caído, de primeras, en que es algo que escuchas más de una vez en tu vida, lo analizas, pero tal vez nunca llegas a planteártelo en serio. Hoy era el día. Un par de minutos para preparar la respuesta y finalmente me viene a la cabeza lo que haría. Nada de listas en las que poner todo lo que te falta por hacer. Nada de despedidas con cada uno de los familiares y amigos, de gente querida. Nada de obsesionarse con algo que ya no tiene remedio.

Todo lo que haría sería anunciar la desdichada noticia a mis seres queridos, sólo que algo tergiversada. Les haría creer que realmente me quedan dos días de vida, pidiendo que en el primero de ellos respeten mi soledad y ya en el segundo vengan a visitarme, si así les naciera hacerlo. En el momento que aceptasen ya tendría la batalla ganada. Entonces sería tan sencillo como acercarme hasta el hospital más cercano para morir en manos ajenas. Con esto habría conseguido evitar en parte el dolor de una despedida eterna. Cuando quisieran darse cuenta, ya habría pasado lo peor. Yo comenzaría mi viaje hacia lo desconocido sabiendo que no causé pena ni llanto frente a una imagen de mí que no quisiera que recordaran. Seguramente - y esto lo añado ahora- grabaría un primer plano en el que sólo se viese mi cara con una cálida sonrisa para que la imagen que quedara de mí fuese como deseo. Alegre, amable y llena de amor.

Y es que Sucede Que Hoy me hicieron pensar en esto...
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Vida por Vivir

7.00 de la mañana y el despertador, atento en su cargo, me saca del sueño avisándome de que el sol ya ha salido y me espera un nuevo día por delante. Lo apago -o eso creo- y remoloneo unos minutos abrazado a la almohada. Llevaba razón; sólo creí haberlo apagado. A la segunda intentona por fin el indeseado logra su propósito y, tras desperezarme y notar uno a uno los músculos y huesos de mi cuerpo, me levanto de la cama. Voy directo al baño y abro el grifo de la ducha. Agua templada, ni muy fría, ni muy caliente, en su temperatura justa. Espero mientras llega y aprovecho para dar respiro a una vejiga olvidada durante las últimas horas. Me miro en el espejo, me lavo los dientes -hoy no me afeito- y observo que el vaho comienza a ascender por mi espalda. Ya está lista el agua. Me quito el pijama y disfruto de la llovizna artificial despejando mi ánimo y devolviendo el tono a mi organismo. Termino, vuelvo a la habitación y abro la ventana.

Son las 7.25 minutos y estoy frente al armario abierto de par en par. Sí, creo que será lo mejor: camisa lisa azul marino de algodón, pantalón vaquero y americana y zapatos beige. Hoy hace un buen día. Me visto. Algo de fijador, colonia y último retoque al peinado. Ya casi estoy listo.
Estiro el nórdico color marrón chocolate tras airear la cama y ordeno lo poco que queda en la habitación. Hoy no despierta nadie a mi lado, así que desayuno para uno. Algo rápido, tengo prisa, me esperan a las 8.30 en la sala de reuniones con los directivos de mi cuenta y todos sabemos cómo se pone el centro de París a estas horas. ¡La carpeta! Se me olvidaba la carpeta con el proyecto y el planning de la campaña, qué cabeza. Sí, café, definitivamente café, me vendrá bien. Doy los buenos días a Truman, un westie de ocho meses que me regalaron mis amigos en mi último cumpleaños. ¿Que cuántos? 25. No, amigos no, años. Le dejo comida y agua preparada -nunca sé cuando vuelvo-, cojo las llaves del coche, las de casa y salgo del apartamento. Espero al ascensor; vaya, parece que viene cargado de arriba. ¿Quepo? Gracias, ¡uy! hola Marta, buenos días. (No sé si lo saben, Marta es mi vecina de arriba: alta, morena y ojos claros. ¿Saben guardar un secreto? Creo que siento algo por ella). Parece que hace buen día, ¿no?.
Después de algo menos de medio minuto y cuatro frases intercambiadas con Marta llegamos al párking. Pues nada, que te sea leve. Subo al coche y salgo. París amanece entre el tráfico matutino y el sol, todavía bajo, inundando las calles de una luz anaranjada. ¡Buenos días Bernard, gracias por el periódico! -Tiene gracia, no importa a la hora que salga, siempre está en el semáforo repartiendo la prensa a los conductores-. Aprovecho el rojo del semáforo para echar un vistazo a la portada y enciendo la radio. Escuchar la canción por donde se quedó anoche me trae recuerdos del momento antes justo de apagarla. Me gustó. No estaba solo.

En fin, 8.12 minutos, pero ya llego. Ya observo a una distancia relativamente corta el enorme luminoso -ahora apagado- en la fachada acristalada del edificio donde trabajo. Llego, saludo al guarda de seguridad y accedo al párking, de nuevo. Ascensor -esta vez bastante más de medio minuto, es lo que tiene tener el despacho en un piso 24- intercambio de saludos con algún compañero y finalmente ocupo mi lugar. Los directivos están al caer. Repaso el proyecto. Les encantará, estoy seguro. Es justo lo que necesitan.

8.31 minutos. La recepcionista me avisa de que han llegado. Que pasen -digo-. Entran, están frente a mí. Cordialidad en la recepción y al tema, que no hay tiempo que perder. Hoy es un día completo y mañana mismo vuelo a Londres, debo dejar todo terminado.

Y es que Sucede Que Hoy vi(ví) el futuro en el presente...

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Me Perdí por tus Muros

Anoche tuve la impresión de perderme entre tus muros repletos de conocimiento y saber. Creí por un momento que tus altos techos decorados por doquier, me abrazaban mientras divagaba por los pasillos y estanterías colmados de volúmenes de ayer. Flotando en el ambiente una suave brisa y el reflejo de una luna comprometida en el empeño de guiarme a través de la oscuridad hasta la obra precisa. Caminé por la aterciopelada alfombra roja central, dejando tras de mí un rastro de armonía y bienestar ante la paz que sudaban aquellas baldosas. Pasé por debajo de Fortuna y sus dos caras, esquiva, burlona y mordaz; contemplé los frescos atiborrando paredes y techos; fui bendecido por el cordial saludo de los escudos que colgaban de cada dintel y hasta creí escuchar el alboroto de los libros agitando sus hojas al compás de mis pasos.

Entretanto, los murciélagos continuaban su vaivén, con la ardua tarea de purificar aquellos tesoros ante la presencia de aniquiladores del saber. Censores a la altura de los villanos de la Inquisición que, pese a su fisonomía de insecto y tamaño reducido, eran capaces de devorar el papiro a una velocidad sorprendente, sin reparar en lo preciado de su bocado.
Como el faro que guía a los navíos entre la oscuridad de la noche, la luz de la luna que penetraba a través de una claraboya, gobernaba mis pasos. Aquel reflejo parecía detenerse en lo alto de una estantería sobre la que apoyaba una escalera de ingeniosa construcción, dando luz al lomo de un incunable ceniciento, arrinconado y abandonado al paso del tiempo. Poco a poco ascendí los peldaños de aquella escalera que parecía crecer a cada paso ganado, hasta llegar al estante indicado. Soplé para quitar el polvo, como a quien se le va la vida en ello, y descubrí el título que daba nombre a la obra. La Verdad Revelada rezaba aquel lomo en un Latín arcaico que pude traducir a duras penas. Tomé el volumen con sumo cuidado y descendí.

Al llegar abajo, lo reposé sobre una de aquellas mesas conocedoras de tiempos indefinidos y destapé el tesoro. Pronto advertí que lo que en él se contaba, bien podía tratarse de las respuestas a todas las cuestiones que el ser humano llevaba planteándose desde el principio de los tiempos. Una verdad oculta en los anaqueles de la más hermosa biblioteca del planeta, en Coimbra, esperando a que llegara aquel que lograra encontrarla para ser proclamada.

Y es que Sucede Que Hoy me perdí de nuevo entre sus libros...

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Te Estaba Esperando

Después de tanto tiempo esperándote hoy has vuelto a mí. Te he sentido cerca, penetrante y cálida. Durante un rato he podido percibir tu calor, tus caricias sobre mi piel y el reflejo dorado matizando una gama de brillos olvidada por desuso. Has provocado la apertura de cada centímetro de mi cuerpo para percibirte mejor, más próxima, más viva, más mía. Y es que sólo tú tienes el poder de elevar mi temperatura, de caldear mi sangre y hacerme soñar con momentos junto al mar, rebozado en arena, y con el sonido de las olas y las gaviotas haciendo vibrar mis sentidos. Los días son más bonitos en la medida en que te quedas más tiempo a mi lado.

Hoy has impregnado mi tez con tu pigmento temprano y alentador. Has bañado mi epidermis de un tono áureo teñido de matices, provocando una auténtica fiesta en mi melanina. Ojos cerrados, espalda apoyada en posición horizontal y mente volando mientras tu calor y tu refulgencia calaban hondo. Eso y el placer de sentirte de nuevo, tras demasiado tiempo echándote de menos.

Y es que Sucede Que Hoy me dejé empapar por la luz del Sol...

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