Frío entre Cartones
Y seguía sintiendo frío. Una sensación de destemplanza que calaba hondo como el peso de la palabra que penetra y hiere. Una gelidez incesante que entorpecía la consecución de movimientos -incluso de pensamientos- y ralentizaba las acciones por miedo a resquebrajar los huesos en mil pedazos ante un movimiento brusco. Una humedad impregnada en el tuétano de todas y cada una de las partes de un esqueleto afligido por un viento roto. Una sensación térmica álgida que se colaba en cada poro de su piel como la gota gélida de rocío que penetra en la hoja adormitada de la mañana. Ni el pelaje más tupido ni el grosor de las capas textiles sobre su piel le alejaban de su estado moribundo mientras vagaba por las calles de una ciudad pintada de silencios. Otra dura jornada le esperaba con nada más que meterse entre pecho y espalda que un trago de vino que anoche descansó a su lado, olvidado ante la inmediatez de un sueño acompañado de embriaguez y soledad. Tres cartones no suponen mucha defensa contra el ataque incesante y desgarrador de un termómetro aplastante que reduce paulatino los resultados en la noche. Tampoco un solo trago se convierte en el mejor aliado para hacer frente a las necesidades de un cuerpo vendido a la intemperie. Dormir se convierte en ese momento en la forma más sensata de suicidio y entregarse sin remedio a la guadaña sigilosa escondida tras la esquina. Caminar significa luchar contra la fuerza de un soplo enérgico y valeroso que golpea duro en la cara de todo aquel que osa retarle. La propia sombra, huidiza ante la lentitud de un cuerpo que avanza parsimonioso, trata de zafarse sin ser consciente de su inseparabilidad y su proyección eterna en los adoquines de una acera alumbrada por la luz intermitente de una farola perdida en la ciudad.
Y es que Sucede Que Hoy volvió el frío y me acordé de ellos...
2 comentarios :
me parece genial que hables sobre temas fuera de lo relacionado con el amor kuko, y este en especial, alguien que nos intenta mostrar, hacernos sentir lo que "ellos" sienten en tales condiciones. los olvidados, tu los recuerdas y nos los recuerdas. gracias. pronto vendrá el calor, pero entonces se abrasarán por el sol mediterráneo y seguirán siendo los olvidados. muas
Gracias Ana. Recuerdo que aquel día pasé frío, pero di gracias de tener a mano una chaqueta para cubrirme y un techo para resguardarme. Entonces me vinieron "ellos" a la cabeza. Sentí lástima ante la injusticia y escribí.
No nos damos cuenta de lo privilegiados que somos.
Un beso.
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