Tu Rostro Entre El Incienso

El humo del incienso ascendía trazando formas sinuosas hacia el techo de la habitación. Un camino imposible de curvas y bailes al son de las diminutas corrientes que se formaban con sólo respirar. La oscuridad de la habitación quedaba rota por la tenue luz anaranjada de la lámpara de sal y el aro de fuego que devoraba con parsimonia la barra con aromas de la India. Las paredes respiraban aquel humo y amortiguaban con sus esquinas los zumbidos de la espiga consumiéndose. De fondo, como surgiendo de debajo de la cama, las sonoras notas de una tuba caminaban con sigilo por encima del sonido de olas acompasadas. Delicias para unos oídos abocados a la estridencia de unos tiempos ruidosamente descuidados. Con los pulmones llenos de la esencia desprendida por el incienso y con el pensamiento guiado por un segundero lento regulando mi tempo como el metrónomo el del pianista, comencé a intuir tu rostro entre las figuras escurridizas que formaba el humo. Y contemplé tu sonrisa de labios gruesos y radiante blancura; tu frente lisa y despoblada salvo por un mechón rebelde; tu nariz delicadamente pura y trazada con finura; tu barbilla redondeada, puerta al paraíso de tu boca; la piel tersa y brillante de tus pómulos casi esféricos; tus ojos claros infinitos de mirada profunda y ardiente. Las ondas dibujaban tu melena agradecida y del mismísimo aro de fuego rodeando el incienso se adornaba tu cuello. Te veía entre muros de humo espeso ambientador y te sentía entre lazos rotos en un pecho abandonado. Y quise acariciar tu cara con mi mano por sentir de nuevo el calor de tu piel, pero fue acercar mis dedos a tus labios y como un reflejo en el lago tu rostro comenzó a desfigurarse hasta desaparecer. Deformada te admiré en tu camino hacia la nada y todavía te creía ver, pero fue tocar el techo y esfumarte para siempre; esfumarte para siempre como ayer.

Y es que Sucede Que Hoy te dibujé con el humo de un incienso...

4 comentarios :

Anónimo | 13:41

Con nuestra imaginación podemos hacerlo todo, tú imaginaste su rostro con el humo del incienso, yo le veo en todas las calles que un día recorrimos juntos y el viento me hace recordar que un día estuve entre sus brazos...
Abro los ojos y piso el nuevo ahora... Sé que ya no está y que todo lo que sueño e imagino, son sólo trocitos de mi memoria que vagabundean en mi olvido.

Besos. Inma

Pablo Martín Lozano | 23:45

Hola Inma y gracias por tu caridad al no dejar este post desangelado. Es broma, gracias de verdad por tus palabras.
Yo la imagino entre el humo después de haberla imaginado de mil maneras imposibles; en las calles, en los atascos, en ciudades extranjeras, en los sueños, en los libros que leo, en los relatos que escribo...
Este día fue en el humo del incienso y, aunque no lo creas, esta "persecución" de su imagen lleva más de un año...

Besos.

Anónimo | 16:08

Pabloooo, más de un año!!!
Y es que alguien dijo... "es tan corto el amor y tan largo el olvido..."
Cada día pongo todo mi empeño en olvidarme de sus manos, de su rostro, de sus pies dorados....de todo su cuerpo... Y no puedo, creeme que no puedo...

Me encanta leer tus palabras, nunca pensé encontrar en el sexo masculino la sensibilidad que esconden tus letras.

Besos. Inma

Pablo Martín Lozano | 23:41

Sólo el tiempo pone todo en su lugar...Deja que fluye.


Besos.