Tarde De Infusión y Mozart

La tarde avanzaba cediendo terreno ante la noche que asomaba por encima del campanario más emblemático de la ciudad. La luz se apagaba con el crepúsculo violeta y las farolas comenzaban a calentar sus bombillas preparándose para una larga y fría jornada nocturna. Aislados del exterior, un grupo de amigos debatía en lo más profundo de un café antiguo envuelto en nubes de humo y música clásica. El entorno invitaba a la tertulia distendida y profunda y a ello se entregaban. Discutían acerca de lo divino y lo humano, lo celestial y lo terrenal, lo pasado y lo futuro, lo general y lo particular, pero de entre todo el hilo de la conversación una cosa quedaba clara: sabían de lo que hablaban. Se intuía cierta grandeza en sus palabras, sus mentes trabajaban a destajo y se permitían el lujo de relajarse sólo cuando alguno de ellos lanzaba alguna broma. Entretanto, el humo de las infusiones que salía por las teteras servidas en la mesa, se unía con el de los cigarros convirtiendo el lugar en un rincón espeso. Los sentimientos afloraban entre todos ellos y de sus palabras y miradas se podía intuir el sagrado secreto de la amistad eterna. Con sus cuerpos abiertos entregando y recibiendo amor tejían ilusiones compartidas en el reservado junto al gran salón. Por momentos parecía que el tiempo del reloj marchaba del revés, descontando los minutos, las horas, los días y los años de su calendario, hasta verse inmersos en una tarde igual de fría, compartiendo la misma mesa de tertulia en uno de aquello cafés de los años veinte. Incluso de principios de los cuarenta, trazando las líneas de un botín, una manifestación, una acción subversiva en contra del régimen que azotaba con fuerzas poniendo tierra de por medio entre las personas y la libertad. Sin embargo ahora eran tiempos mejores. Todo estaba más calmado que entonces y podían permitirse tratar otros temas más relajados. Pero la ilusión del momento era la misma. Ese empuje para la acción. Esa red de sueños hilvanados con la emoción del que sabe que le espera un buen porvenir. Ese aroma a viejo, a humo y a esperanza; la de no perderse el rastro. Y mientras la tarde pasaba, las serenatas y conciertos de Mozart resonaban poniendo la musicalidad y la armonía a las conversaciones que iban y venían flotando a su antojo entre las paredes del salón adornado con cortinas, esculturas y papel pintado descascarillado.

Y es que Sucede Que Hoy me encantó recordar la tarde...

6 comentarios :

Encarni | 19:52

Sin duda alguna tuvo que ser una tarde muy agradable la que viviste. Hay algo en tu historia que me recuerda a esto, da igual cuando tiempo lleve por aquí, me sigue gustando la melodía que compones con tus palabras tanto como el primer día.

Me gustan esas tardes de charlas en las que lo que menos importa es el reloj, esas en las que compartes tus confidencias, tus ideas, tus sueños. Es bonito que pasen los meses, los años y aún se puedan compartir esos ratitos con esas mismas personas.

Hay una palabra en tu texto que me encanta, "violeta", me gusta como se escribe, como suena, su color, no se que tiene, pero a veces me llena de misterio.

Besos.

Pablo Martín Lozano | 20:02

Hola Encarni! Fue una tarde tan apasionante como tratan de transmitir mis palabras. No sabes lo que me alegro de que a pesar del tiempo sigas valorando mis relatos y sigas paseando por este rincón tan a menudo.
Este tipo de tardes son muy bonitas. Descubres un poco más del / de los que la comparten contigo.
Respecto a violeta...podría haber usado morado, incluso anaranjado (como en un principio puse), pero "violeta" es una palabra con una connotación muy grande. Evocadora.

Besos y gracias!

Celia | 03:45

Permiteme un "enhorabuena" sincero. Me encanta cómo escribes y te envidio por ello :D (envidia sana, siempre)Siéntete halagado pq me he registrado solo para poder ponerte algún comentario jaja
Sé que eres medio publicitario o quizás publicitario y medio, así q tenemos algo en común.

Pablo Martín Lozano | 09:49

Hola Celia, bienvenida y encantado de saludarte.
Gracias por tus palabras, me alegro de que te guste como escribo.
Y Gracias también por la molestia del registro, agradezco mucho los comentarios.
Y sí, soy medio publicitario (porque también estudio Periodismo) y publicitario y medio de corazón y mente (porque es lo que realmente me apasiona).

Como curiosidad...¿Desde dónde me escribes?

Saludos y, a juzgar por la hora del comentario...buenas noches.

Anónimo | 18:54

Pablo dime donde puedo encontrar un lugar así....
Por aquí a veces "El Café de las Horas", pero sin Mozart...
Vago por las calles buscando un lugar tan acogedor como el que describen tus palabras, un lugar con aroma a café, buena compañía y mejor conversación ...y si encima está Mozart resonando, el encuentro debe ser perfecto...

Dime...Existe por aquí un lugar así???

Me encantó el texto como todo lo que escribes.
Por cierto, en Madrid sólo encontré un resfriado que se ha venido conmigo...
No se puede tener todo, no crees??

Besos. Inma

Pablo Martín Lozano | 20:00

Hola Inma, espero que el constipado no esté mermando tus fuerzas.
Aciertas, el café que describo es "El Café de las Horas" aquí en Valencia y, bueno, alguna de Mozart se cuela entre la música clásica que resuena.
Así que aciertas en el emplazamiento, de hecho, la foto es de allí, aunque no mía. Llega un momento en que lo importante es la compañía,no tanto el lugar, aunque en este caso acompaña si vas rodeado de amigos y amigas con los que charlar; como fue el caso.

Un beso y mejórate.