Destino Madrid

Las calles de Madrid amanecían ajetreadas dadas las fechas en las que nos encontrábamos. Diciembre pasaba como una apisonadora por el calendario acercando los días de fiesta y celebración en familia. Las luces, los escaparates adornados, los niños ilusionados y las bolsas repletas de regalos inundaban las principales vías del centro. Desde la habitación de mi hotel podía ver el ir y venir constante de coches alrededor de Neptuno. En un principio, aquella visita exprés a la capital no tenía más sentido que el de recorrer su ambiente navideño y disfrutar de dos días en familia en los que dejarse embaucar por ese espíritu extraño de estas fechas, mientras nuestros ojos se distanciaban de lo habitual y viajaban a través de las formas y las luces de otro lugar. Pero lo que nunca podría haber esperado, era que de aquella escapada regresara con la idea tan clara de querer volver para pasar una larga temporada allí. Ya estaba casi todo planeado; amigos, piso de alquiler, futuro y ganas de demostrar nuestro talento en una aventura que llenaría de vivencias nuestras vidas y de experiencia nuestro currículum. Y pese a todo, tampoco éste fue el único motivo que me empujó a dejarme llevar por el deseo de volver cuanto antes y para largo. La primera mañana, nada más llegar a la ciudad y dirigirnos al hotel, rescaté de entre la multitud de personas que contemplaban un espectáculo en la calle a las puertas del hotel, el rostro de una chica que miraba a través de sus ojos cristalinos el show. La sonrisa se dibujaba en su cara de manera involuntaria, despertando en la mía una mueca de sorpresa ante su imponente belleza. Con su imagen fresca en la retina, realicé el check-in y me fui directo a mi habitación con la tonta ilusión de quien está a punto de abrir la puerta y ver cómo será el lugar que le dará cobijo durante su estancia. Por delante tenía más de media hora para tumbarme en la cama y relajarme después del trayecto de casi cuatro horas de coche. Y transcurrido ese tiempo, justo en el momento en el que me disponía a cerrar la puerta de la habitación para ir al encuentro con el resto de mi familia, la chica que me había enamorado antes entraba por la puerta que enfrentaba a la mía. Su habitación estaba a sólo dos pasos. Salir a su encuentro en la madrugada sería tan fácil como abrir mi puerta avanzar sigiloso un metro y medio y llamar. Pero el plan debía esperar. De momento Madrid y sus calles adornadas me esperaban en un recorrido que debía llevarme por los rincones del centro de la ciudad. Durante todo el trayecto pensaba en mi vecina casual y esporádica de enfrente. En sus ojos, en la sonrisa que tanto me había gustado en el primer vistazo y en el cruce de miradas que se produjo cuando salí de mi habitación una hora antes. De vuelta al hotel, mis nervios aumentaban. Deseaba encontrarme de nuevo con ella. Perdernos entre los pasillos y los ascensores. Subir por las escaleras hasta el cielo y descender luego directamente al infierno en un viaje sin final a su lado. Escondernos en rincones prohibidos y acabar durmiendo abrazados en una habitación hasta el momento en el que el sol rayara de nuevo el horizonte y cruzara a la puerta de enfrente para no dejar rastro del delito. Y tumbarme en mi cama y amanecer discreto como si todo hubiese sido un sueño a los ojos del resto. Y saber que le tuve de verdad en la magia de la noche. Que sus besos viajarían conmigo de vuelta hasta que el destino volviese a unirnos en aquella ciudad.

Y es que Sucede Que Hoy viajo a Madrid con el alba...

3 comentarios :

Anónimo | 17:41

Deseabas volver a encontrarte con ella, al volver al hotel, después de tu visita por la capital...
Pero dime Pablo, la encontraste...???
Te esperaba ella a tu regreso???

Supongo que dejarás las respuestas a mi imaginación...

Besos. Inma

Anónimo | 17:44

Por cierto, la próxima semana viajo a Madrid....
Ojalá el destino me depare algo tan hermoso como lo que describen tus palabras.

¿¿¿Y si encuentro a ese desconocido que me espera en algún lugar del planeta???

Pablo Martín Lozano | 18:55

Hola Inma...siento decirte que tú misma hallaste la respuesta antes de darme tiempo a decírtela...es cosa de tu imaginación... Que cada uno haga suya la historia y piense lo que crea que ocurrió. Es como decirte; fue una mentira verdadera. O una verdad inventada.

Besos.

PD: Yo acabo de volver de Madrid. Por esta vez ha sido corto. Seguro que el destino te depara cosas hermosas. Ábrete a ellas, cree en ellas y déjate llevar por la magia.