La Conquista del Amor
Y es que Sucede Que Hoy me transformaría en un Leónidas más...
Y ES QUE CADA DÍA SUCEDE ALGO EN NUESTRAS VIDAS DIGNO DE SER OBJETO DE REFLEXIÓN
Era lunes, y “el caminante nocturno”, que era el nombre con el que se conocía en el barrio, se dirigió primero hacia el sur, siguiendo una estrecha y solitaria calle, alumbrada sólo por la tenue llama de la hoguera de un mendigo, que tenía allí su reino. Al llegar, sacó del cofre un pergamino minúsculo y se lo entregó. Éste lo leyó, y al acabar, le dedicó una sonrisa que infundía vida, una sonrisa cargada de afecto. Dark se limitó a darle una palmada en el hombro y se fue alejando lentamente sin girarse en ningún momento. Fue entonces cuando el indigente, previniendo lo que sería una noche gélida, añadió a la candela varios trozos de madera que había recogido durante el día, asegurándose la permanencia de su único compañero de cama; el fuego.
Tras merodear por varias calles, llegó a un parque donde unas humildes personas, más pobres aun si cabe que el anterior visitado, compartían una botella de ron usándola como remedio contra los seis grados bajo cero que helaban hasta los charcos y envueltos por la espesa niebla que cubría el lago situado en el centro del parque. Se acercó hasta ellos y lo primero que recibió fue la invitación a un trago que rechazó para más tarde, darle un papel a cada uno exactamente igual que el anterior, que fue leído al instante por el único que tenía capacidad para hacerlo, ya que había aprendido a base de relacionar sonidos que escuchaba a la gente que iba y venía. Cuando acabó de recitar el texto, los seis se dieron la vuelta para hacer muestra de su cariño, pero Dark ya estaba de nuevo perdido en la oscuridad, continuando sin tregua sus andadas. Tras unas horas caminando sin cruzarse con nadie, se detuvo en la puerta de una iglesia, donde una mujer con la ropa roída y desgastada, el pelo sucio y apelmazado, aunque de hermosa mirada, yacía acostada entre mantas observando una foto de dos pequeños. Sin decir nada, le dejó uno de sus pergaminos bajo del montón de trapos que le servían de almohada, y se marchó dejándola triste en su soledad, hasta que al darse la vuelta y leer el papel, se dibujó en su cara una dulce sonrisa.
El sol comenzaba a asomar y era hora de regresar a casa. Dark estaba cansado y, ya sin fuerzas, no pudo evitar que el cofre se le cayera al suelo dejando escapar uno de sus papelitos en el que, como en todos los demás, podía leerse:
- ¿Qué pasa? Escuchaba tu respiración muy fuerte.
- ¿Eres real o estoy soñando?
- ¿Cómo? ¿Estás bien?
- Contéstame, por favor.
- Déjame que te bese y contéstate tú mismo.
- Hola, perdón por llamarte a estas horas y por molestarte después de tanto tiempo, pero estaba soñando contigo y me he despertado de golpe...
"Si alguna vez lees esto, no temas, es el destino que nos da la mano".Y lejos, perdido en la inmensidad del océano, cada noche me quedaba tumbado en cubierta contemplando las estrellas. Dibujando con la mente su rostro entre luceros y agradeciendo a la luna su incondicional compañía. Había veces que el cansancio se apoderaba de mí y me quedaba dormido a la intemperie, soñando con el día en que nuestros cuerpos se uniesen en un abrazo eterno, imaginando su boca acariciando mi cuello y su pecho contra el mío compartiendo los latidos de dos corazones enamorados llamándose a gritos. Por desgracia, los primeros cantos de las gaviotas que salían en busca de alimento, me despertaban y me hacían retornar a la realidad.
Me educaron para el éxito y mi mayor éxito es saber que no tengo educación. Me educaron para competir y mi mejor competición es no competir con nadie. Me educaron para ser fuerte, pero esta asignatura la tengo pendiente. Me educaron para ser firme y mi firmeza es como el junco de la ribera, que se inclina amable con el soplo bondadoso de la brisa. Me educaron para ser valeroso y aún me da miedo la oscuridad. Me educaron para amar al prójimo, pero al prójimo, por lo que veo, no lo educaron para que me amara. Me educaron para ser decidido y mi primera decisión aún está por tomar.
Creo que nunca quisieron educarme; tal vez domarme. Ahora soy como un caballo salvaje que se encabrita no más quieran colocarle la brida de la educación.
Soy un loco, estoy loco ... allá los cuerdos con su educación.Jesús Quintero.
Y es que Sucede Que Hoy espero que no acaben contigo...
- Verá señora, puede que estas flores me den la vida o me la quiten esta noche.Compró un ramo de rosas rojas como aquellas que un día le regaló, mucho tiempo atrás, sin llegar a saber nunca el grado de satisfacción que le produjo aquel presente; mucho menos, en cualquier caso, que el suyo por regalarlo. Caminó entre charcos burlones y una lluvia incesante que mojaba las flores, sus sueños y sus ilusiones, hasta llegar a su esquina. Cruzó la calle y miró hacia su ventana, donde pronto se dejó seducir por la silueta perfecta de su cuerpo dibujado al otro lado del visillo entorpeciendo una visión maravillosa. Era su habitación. Aquella en la que tantas veces había estado y donde compartió caricias durante tanto tiempo. Aquella cuyas paredes todavía lloraban su pérdida porque nadie como él sabía escucharlas y a la vez regalarles tantos susurros. Aquella en la que un día amó y se dejó amar...
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