Por La Espalda

Adoro la manera en la que tus brazos rodean mi cuerpo llegando por la espalda como para salvarme de la soledad del último minuto sin ti. Vienen y se deslizan suavemente desde los hombros, por el pecho y hasta la cintura, mientras tu cuello se acomoda en mi cabeza. Descienden lentamente erizando la piel a su paso y aumentando la presión de la sangre que transcurre cálida por debajo del rastro que van dejando tus manos. Siento el aire de tu respiración en mi nuca y hasta el rincón más lejano de mi cuerpo se estremece con el paso de tu aliento que se cuela acariciando mis costillas. Quiero perderme en ese preciso instante y detener el tiempo; quedar petrificados en aquella pose y decorar la sala de un museo dedicado al amor verdadero. Podría permanecer eternamente en tu abrazo. Y cómo te marchas y vuelves silenciosa a entregarme tu calor en forma de aparición inesperada por la espalda. Y una vez más el juego de caricias y manos que buscan las mías hasta encontrarlas tiritando del frío que sintieron en el breve transcurso de tu ausencia. Y de nuevo el vello de punta, la sangre ardiendo y el corazón acelerado. Y de viejo el sentimiento entregado en los besos que se me escapan sin poder evitarlo cuando tus labios rozan el aire que rodea mi boca.

Y es que Sucede Que Hoy sentí tus brazos rodeando mi cuerpo...

2 comentarios :

Quetzal | 20:52

Me encanta lo que escribes...
besos

Pablo Martín Lozano | 20:54

Gracias Quetzal! Me alegro muchísimo.

Un beso!