Sala De Espera

- ¿Y a qué hora dice usted que estaba citado?
- Diez y media. Pero ya llevan casi cincuenta minutos de retraso en los turnos.
- Yo debo ser la siguiente a usted. Así que estamos parecidos. Compañía en la espera no nos faltará.
- Cada día está peor esto de la Seguridad Social.
- Desde luego. Hace unos días mi hija vino con mi nieto que se lastimó jugando en la escuela y se les hizo de noche aquí dentro. Y el niño sin merendar que estaba. Es precioso, ¿sabe? Se llama Luis, como mi marido, que en paz descanse, y tiene siete años. - ¿Usted tiene nietos?
- No, no. Sólo un hijo. Soltero. Y aunque no me crea ahora a la vejez es cuando más echo en falta a alguien correteando a mi lado. Una criaturilla. Ochenta y dos años y sin nietos. Pero ahora ya vivo de regalo, como digo yo.
- ¿Ochenta y dos años tiene?
- Ni uno más, ni uno menos. ¿Y usted? (Si no es atreverme demasiado).
- Setenta y nueve hago este mes. Pero usted se mantiene mejor que yo.
- Calle, mujer. Está hecha una rosa. Yo empecé a envejecer al minuto de nacer, como todos, y el tiempo no ha tenido compasión nunca conmigo. Soy como un tronco noble en la hoguera; por fuera me mantengo como puedo, pero por dentro estoy consumido. Si no no estaría aquí. Los pulmones, ¿sabe? Es grave. Se lo noto al doctor en cada visita, aunque siempre me dice sonriendo que estoy mucho mejor. No quiere amargarme los últimos días en el calendario.
- Lo siento, hijo. Seguro que no es para tanto. Aunque lo mío tampoco es poca cosa. Desde que me caí de la bañera hace seis meses todo están siendo problemas. La cadera, las rodillas, el pecho y, ahora, el corazón me avisa de su caducidad. ¡Mire!. Su turno. Al final no ha sido tanta la espera. Suerte.
- Gracias, a ver con qué me miente la ciencia hoy.

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- ¿Cómo le ha ido? ¿Está mejor? No trae buena cara. ¿Qué le ha dicho el doctor?
- Una semana. Máximo diez días. Hoy se ha olvidado el disfraz en casa.
- Cuánto lo lamento. La vida es una mentira. ¿Puedo ayudarle en algo?
- No, descuide. Llevaba tiempo preparándome para este día. A todos nos llega la hora. Ojalá tenga más suerte que yo y le sea todo leve.
- ¿De verdad que no quiere que haga nada por usted?
- De verdad, gracias. Aunque...espere... Sí. Haga algo. Me ha dicho que usted era la siguiente a mí en el turno, ¿verdad?
- Sí, eso creo.
- Pues intente con la dulzura que me ha demostrado a mí aliviar al pobre doctor, porque tampoco para él debe haber sido sencillo conocer esta noticia. Es mi hijo.

Y es que Sucede Que Hoy vi la vejez de cerca en un hospital...

12 comentarios :

Unknown | 11:11

Hola Pablo,

he pasado por aquí varias veces y aún no he teniod tiempo `para agradecerte tus letras pero como ando siempre con prisas se me olvidó traerte tu regalo, tendrás que visitar mi hotel para recogerlo, si no estoy, no te preocupes, está abierto las 24 horas,no necesitarás llaves, solo acomódate y a disfrutar

un abrazo

Anónimo | 12:10

Giro inesperado al final. La muerte. El tema.

Geno | 13:27

Precioso...no hace falta decir nada más.

Pablo Martín Lozano | 18:50

Tomás: Gracias por tu mención en el blog, Tomás. Un placer que un desconocido te recomiende de esa manera. Enhorabuena por tu hotel.
Gracias!

Testigo: Me gusta atrapar aunque sea en la última frase. Más que la muerte, el tema es la vejez que, pensándolo bien...no son temas tan diferentes.
Saludos! y gracias.

Geno: Muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado. También escribirlo fue bonito porque supuso un ejercicio de creación partiendo de cero y sin conocer cómo acabaría.

Besos!

Encarni | 20:54

La vida es un poco eso, una sala de espera. Todos sabemos el final, sin saber cuando llegará. Cuanto más mayor te haces sabes que más próximo estará el momento pero... ¿no es lindo llegar a la vejez? Espero poder llegar y contarte que me pareció la vida.

Mil besos.

Pablo Martín Lozano | 20:58

Hola Encarni! Por supuesto que es bonito llegar a la vejez; no tanto por esos años que comienzan a ser trágicos y en los que, como dice el protagonista "vives de regalo", sino porque significa que has pasado muchos disfrutando de lo que realmente es bonito que es la vida en plenitud. Nos contaremos qué tal, seguro.

Besos y gracias!

Anónimo | 18:07

Hola Pablo!
mmmm... LLevo leyendote meses, pero bueno no estaba preparada para comentar, quiz� pq m guste leer mucho de una persona para juzgarla, y ahora se que mi comentario hubiese sido el mismo tras el primer post que lei. Un d�a te lo dije: "Tus palabras enamoran" y asi es... hables de amor, de vida o de muerte. Tienes un dominio de palabra natural y sabes dar el giro oportuno a cada texto para conseguir que el lector, llore, ria o simplemente permanezca asombrada tras la pantalla reflexionando sobre el tema estrella del d�a.
Este post me ha impulsado a hacer aquello que tanto deseaba desde hace tanto : Comentarte.

Un besito bobo, cuidate! Y enhorabuena por tus textos...

Ana.

Mª Jesús Lamora | 19:54

Encantada de entrar aquí y de leerte.
Un abrazo desde Huesca.

Pablo Martín Lozano | 20:45

Ana! Qué sorpresa un comentario tuyo (al fin). Gracias por todo lo que me dices; lo aprecio más sabiendo que has tenido tiempo para leer bastante de mí y pese a ello no has sido muy mala en tu crítica, jeje.
Me encantan lo que me dijiste de que "mis palabras enamoran". Ojalá no pierda nunca esa capacidad si de verdad la tengo.

Besos y gracias niña!

Pablo Martín Lozano | 20:46

Hola Maria Jesús, encantado yo también de conocerte. Lee siempre que te apetezca, siéntete como en casa.

Saludos!

ARMACHÍ | 10:04

Sucede que hoy estoy sentado en la butaca de un hospital, acompañando a mi padre; el tema, gracias a Dios, no es la muerte, sino la vejez, que como tú bien dices, son parecidos; o consecuentes, diria yo.
Pero si, al final nos quedan los recuerdos de las personas que pasaron por aquí, de los seres queridos, de sus buenas acciones... Y en el mar de nuestros lamentos, recordamos el calor especial de sus abrazos, que aunque no sea en un aeropuerto, aunque sólo vivan en nuestra memoria fracturada por el tiempo...Aun nos logran estremecer.

Es un placer que roza obsesión leer tus textos, amigo Pablo.

Pablo Martín Lozano | 15:19

Hola Armachi, para placer el mío al recibir comentarios como el tuyo. Ojalá esa visita sea sólo una de las tantas que entra en la agenda rutinaria de todo anciano. Mientras haya visitas, habrá vida.
En cualquier caso, suerte.

Muchas gracias por tu despedida, un honor.

Saludos!