De Reminiscencia Oblicua

Escribo cada día en un calendario que se traga mis palabras y al amanecer se vuelve inmaculado. Tan blanco como ayer; con tantas cosas que decir sabiendo que vivirán mientras el reloj no marque las doce. Pero con las campanadas llega de nuevo el papel borrado, como mi memoria. O lo que un día lo fue y de la que no quedan más que jirones. Recuerdo que gozó de salud la que hoy se ríe de mí minuto a minuto. Me siento abocado a una pérdida gradual del preciado bien de la memoria. Una vida sin nostalgia. Una nueva vida cada veinticuatro horas. Renaciendo cada amanecer. Porque pocas son las cosas que merecen una butaca eterna en el palco de nuestra memoria. Muchas se cuelan y no hacen sino ocupar un lugar demasiado preciado y escaso. Y entretanto, el olvido, que no es más que una bonita forma de estar muerto cuando todavía respiras. Un olvido burlón y sarcástico que lleva las de ganar porque sabe que inevitablemente llegará la medianoche. Y convivo con la certeza de saberme curiosamente recordado por mi olvido. Y olvido los recuerdos que un día juré no olvidar. Y recuerdo olvidos repentinos cuando ya los daba por muertos. Son relámpagos de luz en una vida de sombras y fantasmas. Y ante la impertinencia de mi reminiscencia oblicua no puedo sino reír. La locura del cuerdo. O la cordura del loco. O la locura del genio que viene a ser el compendio de lo anterior. Una vida de lapsus latente, de lagunas. Pero sonrío porque he aprendido a sobrellevarlo a base de papel. Porque he aprendido a desatarme de las riendas de la memoria y de la soga asfixiante de los recuerdos persecutorios. Y sonrío, sobre todo, porque veinticuatro ya me parecen muchas horas en las que vivir sin errar, como para tener que sumarlas cada día. Me quedo con la sensación de que la brisa matutina me traerá una nueva hoja en blanco y de que, al fin y al cabo, siempre existirá el papel, la tinta y las fotografías para recordarme lo que el tiempo borre de mi cabeza.

Y es que Sucede Que Hoy acepté el destino de mi insuficiencia...

2 comentarios :

A do outro lado da xanela | 13:23

He llegado de casualidad, no sé ni cómo ni porqué, y lo que pretendía ser un entretenimiento en otra aburrida mañana de trabajo, puede que llegue a convertirse en una costumbre.

Me encantan tus letras,y como consigues transmitirme justamente lo que dices.

Un saludo de una visitante errática que a partir de ahora no lo será tanto

Pablo Martín Lozano | 13:48

Ojalá acabe en costumbre porque por mí estás invitada a perderte por mis letras siempre que te apetezca.
Espero verte más por aquí y quitarte la etiqueta de "errática".

Saludos y gracias por comentar!