Regreso A Los Orígenes

Volví la vista atrás y recordé mis orígenes. Mi ciudad, mi calle, mi casa. Hacía mucho tiempo que no pisaba la que durante toda mi juventud había sido mi caja de sueños y vivencias. La ciudad de la luz, del sol, del mar, de las flores. Y decidí volver porque uno se siente de nuevo cerca de sus inicios conforme el final va asomando cada vez su rostro más cerca. Así que emprendí un viaje hacia el pasado, hacia el principio de una vida por la que siempre estuve agradecido. Viajé solo, sin maleta siquiera, dispuesto a perderme en un paseo errático por las calles que jamás habían llegado a borrarse del todo de mi memoria pese a la distancia. Recorrí las aceras en las que tantas veces había impregnado mis huellas; visité lugares que recordaba tal y como los vi de nuevo; respiré ese aire húmedo y salado de mi ciudad y me recordé transitando por lugares que ahora ya no estaban donde entonces. Nada como el reencuentro con el hogar que dejó de serlo tanto tiempo atrás. Y me acerqué caminando hasta la casa que me vio nacer y crecer y vi ante mis ojos un edificio que en mi memoria estaba más cuidado. Ahora parecía que no tenía vida; que el tiempo se había apoderado de sus paredes, aunque todavía pude identificar el balcón en el último piso. Tuve la tentación de llamar a la puerta, subir y acabar entrando sin más pretensión que revivir el sonido de mis pasos por aquellos pasillos, pero entendí que los retornos no deben nunca superar la delgada línea que separa la nostalgia del dolor. Así que continué mi viaje y fui en busca del mar. Aquella playa que tradicionalmente había estado a las espaldas de la ciudad y ahora lucía como portal de entrada y bienvenida. Respiré la inconfundible brisa de mi tierra y lamenté no haberla visitado más a menudo durante todos los años en que estuve separado de ella. Mi cuerpo entero se revitalizaba con aquella luz, con aquellos aires autóctonos. Y en un instante de lucidez comprendí que deseaba pasar mis últimos años de vida allí, en mi ciudad, en la que siempre fue mi tierra, con el olor a pólvora y a naranja en el ambiente, con la brisa húmeda pegada a la piel y con el brillo especial entrando cada mañana por mi ventana frente al mar.

Y es que Sucede Que Hoy imaginé un regreso a los orígenes...

6 comentarios :

Luka | 11:37

Hola, voy leyendote desde hace un tiempo, y hoy me he lanzado a comentarte...
Me gusta mucho cómo escribes.
Este paseo por la ciudad me ha encantado, también es la mía, y como tú, cada vez que regreso de un viaje, me doy cuenta de lo mucho que echaba de menos la luz de esta ciudad...
Tiene algo especial...
La luz la hace diferente...Ahora desde mi ventana, en este día nublado, y gris, no parece la misma.
Dicen que a casi todos los que hemos crecido aquí nos pasa esto...

Un cálido abrazo.

Anónimo | 11:40

Los orígenes pueden ser la acogedora playa que describes o el herrumbroso edificio que trazas. Es bueno saber elegir a qué parte del origen queremos volver: para no clavarnos el tiempo en el costado.

Un saludo.

Pablo Martín Lozano | 13:03

Hola Luka, gracias por lanzarte a comentar. Es la luz, su olor, su sonido, sus calles, su gente, su mar... Y que es la nuestra, que eso al fin y al cabo también hace.
Me he paseado por tu blog y me parece muy importante lo que dices de la intuición. Ojalá la desarrolláramos más.

Saludos y gracias.

Pablo Martín Lozano | 13:05

Hola Testigo, llevas razón en lo que dices. Tú decides, pero creo que es bonito recordarlo todo, porque en definitiva por "herrumbroso" o mal que ahora esté también forma parte de tu pasado. El tiempo no pasa inadvertido para nadie ni para nada. Y eso a veces acarrea dolor, aunque sea interno.

Saludos y gracias!

...................................... | 02:36

pablito...

...la magia de volver en el tiempo... ¿quien dijo que necesitamos maquinas?... si uno se anima a cerrar los ojos respirando el viento...
y es estar ahi... es sentirse justamente ahi ... y los recuerdos toman vida, y volando en el aire, jugando, haciendonos cosquillitas ... penetrandonos... estremeciendo los huesos...

y el alma en carne viva.. y el paso lento... respirando hondo... dejando sentir la admiración del tiempo... sus deterioros, su nobleza...pero sobre todo su sabiduría...impregnándonos de espacios...

y uno tan tiernito... tan pequeño...acariciando la arena...las luces...los principios...

volver...

y abro mis ojos.. todo sigue igual, el cafe en mi escritorio... los papeles, un diseño a la mitad... y aún respiro la infancia en mi piel...

y el gusto a sal... profundo de tu mar...

sucede que hoy... estuve en dos lugares al mismo tiempo...

o quizas en más de dos...

Pablo Martín Lozano | 17:48

Hola Vicky! Cuánta razón tienes, una vez más. Basta con cerrar los ojos y viajar a lugares imposibles; incluso al pasado. No importa que al abrirlos se desvanezcan, porque ya habrás estado allí y tu alma se habrá impregnado de aprendizaje.

Besos y gracias!