Microcuento Con Sabor A Ti

Recuerdo el día en el que iba a llegar a la ciudad. Su nombre colgaba de las paredes de todas las calles. Su voz se escuchaba en todas las radios y su tímida sonrisa se había dejado ver en casi todas las televisiones durante la última semana. Era un viaje esperado muchos años, el regreso a su ciudad natal después de que tiempo atrás, probara éxito en la capital y terminara por quedarse a vivir allí, rodeado de éxito y notoriedad. A decir verdad, vivía a caballo entre su ático céntrico de la capital y los grandes hoteles en los que se alojaba en sus continuos viajes al otro lado del charco, donde siempre era recibido entre halagos y una gran expectación. Pero en aquel momento estaba a punto de tenerle frente a frente allí, donde hacía tantos años inició su carrera de escritor. Atrás quedaban sus novelas de iniciación, sus poemas prematuros cargados ya de su esencia, aquellos cuentos de juventud que invitaban a ver crecer a aquel joven estudiante universitario entonces, por ser consciente de la evolución del trazo de su pluma. Cuentan que un día, escuchó una voz que dijo: "Este chico vale" y desde entonces comenzó su andadura hacia el éxito. Pronto fue objeto de deseo de las mejores editoriales, los agentes literarios le llovían a diario y las disputas por hacerse con sus derechos eran noticia en los periódicos. "Un nuevo fenómeno literario", recuerdo que tituló una vez la principal cabecera del país. Sólo dos personas me separaban de él, de su firma, de su saludo. Parece mentira las vueltas que da la vida. Yo también soñé un día con ser escritor y años después estaba haciendo cola para que, quien fuera compañero de facultad, me firmara un ejemplar de su último libro. Perdimos el contacto hace ya mucho tiempo, aunque sé que él ha mantenido a sus amigos de siempre e incluso en varias ocasiones ha protagonizado escapadas para ir a visitarles. Cuentan, también, que en esos reencuentros, además de ponerse al día de la vida de todos, organiza una fiesta que nada tiene que envidiar a los grandes eventos de las películas americanas. El siguiente era yo, y ante la inmediatez del reencuentro, me pregunté cuál sería su reacción. Si se acordaría de mí, si recordaría la única vez que mantuvimos una conversación, curiosamente al acabar una clase de literatura sobre la generación de jóvenes escritores a los que le vino el éxito después de un golpe de suerte o un contacto fortuito con un editor, pero siempre gracias a la calidad de sus escritos y a su pasión por las letras. "Nada es regalado", me dijo para zanjar aquella conversación. Al fin me tocaba, entré a la sala habilitada para la ocasión y allí le vi, sentado frente a una mesa en la que se amontonaban cantidad de ejemplares de su último trabajo y otros anteriores. Entre ellos pude ver un volumen de su novela de mayor éxito, la que le lanzó al conocimiento del público. Estreché su mano y percibí cómo se quedaba pensativo al ver mi rostro, hasta que por fin me preguntó si era yo. Todavía se acordaba, incluso recordaba la conversación que habíamos mantenido tanto tiempo atrás. Me preguntó si continuaba escribiendo y le dije que no, que ya hacía años que había cambiado el hobby de escribir por el de leer sus libros. "Nada es regalado" -le dije, y sonreímos los dos. Finalmente, abrí el libro para que me lo firmara y, aprovechándome de la situación, le pedí si podía dedicármelo especialmente, con unas líneas inéditas, un cuento breve de amor de aquellos que sólo él sabía escribir con tanto arte. Aceptó, pero me dijo que no lo leyera hasta llegar a casa. Después de una despedida efusiva y de una invitación a la fiesta que había organizado aquella misma noche con sus amigos, me marché contento por la experiencia.
Al llegar a casa, me despojé de la ropa que me sobraba, encendí la pequeña lámpara que iluminaba mis noches de lectura y abrí el libro por aquella página en la que unas horas atrás, su autor me había escrito la dedicatoria. Un cuento breve de amor le había dicho, y quedé totalmente satisfecho al leer las líneas que de su puño y letra tintaban aquella página.
Y sin embargo se querían...
Y es que Sucede Que Hoy una frase es toda una historia...

6 comentarios :

Anónimo | 22:04

Esta mañana había quedado con alguien para pasar un día fantástico, como otros tantos que habiamos compartido con anterioridad... El día se presentaba soleado, radiante hasta que por diversos motivos empezaron a llegar nubes y se fue haciendo más gris por momentos. Entonces recordé la frase, cogí su mano, lo miré a los ojos y su significado se hizo más valioso de lo que había imaginado... "Y sin embargo se querían". El Sol regresó... y tú una vez más estuviste muy presente.

¿Me reconocerás cuando yo vaya a tu firma de libros?... Recuerda que si el mundo no llega a apreciar tu gran talento, yo te pongo un puestecillo en el paseo marítimo de Cádiz, jeje. Pero estoy segura de que eso no será necesario...

Un besote enorme.

Pablo Martín Lozano | 22:18

Hola Encarni, me alegro de que el sol haya vuelto pese a su ausencia momentánea. Y a decir verdad, más me alegro de haber intervenido de alguna manera en ese regreso. "Y sin embargo se querían" puede albergar toda una historia previa. Tú hoy has tenido la tuya, cada cual puede apropiársela.

Espero reconocerte...cuando vayas caminando al sol por el paseo marítimo de Cádiz, allí te firmaré lo que quieras. Pero lo otro...jeje...ojalá, ojalá.

Besos y enhorabuena.

nosotros-somos | 06:29

Vas por buen camino,tienes tus toques mágicos y sencillos, envuelves con facilidad y eso atrae peligrosamente, brisas sureñas desde Chile...

Pablo Martín Lozano | 17:28

Hola Nosotros-mismos, bienvenidos a mi pequeño rincón y gracias por dejar huella de vuestro paso.
Agradezco mucho tus (vuestras?) palabras y juicios. Sólo espero que sigáis disfrutando y cada vez que te/os apetezca, escribáis un comentario.
Saludos.

Domingo | 18:33

Compartir silla en el paseo marítimo de Cádiz en tu presencia. ¿Por qué no soñar? Un binomio hacia el futuro, un adelanto inaudito e imaginario pero cargado y cargante de ilusión. ¿Por qué no soñar? Cientos de personas hacen cola, una tras otra esperan su turno. Todas dispuestas a ejercer de súbditos, ya sabemos quién sería el jefe. Y yo, sintiéndome alhagado por sentarme a tu lado, disfrutando de las sonrisas, del opio de la masa, del desparpajo tan sublime de sus rostros...¿por qué no soñar? Ese es otro sueño, de los muchos otros que contempla mi pueril pero aguerrida imaginación.
Pero, aun sabiendas de lo complejo, ¿por qué no soñar?

Un abrazo amigo

Pablo Martín Lozano | 19:30

Una vida sin sueños es una vida sin ilusión, sin rumbo, sin sentido. En los sueños se plasman los deseos y las voluntades, todo lo que no nos atrevemos a pensar despiertos.
Yo soy todo un soñador y siempre me apiado de los que dicen no soñar; qué lástima, pobres vidas insulsas.
En fin...tiempo al tiempo.

Un abrazo.