Me Preguntaba Si...

Hoy, tumbado bajo el sol, mientras contemplaba pasar las nubes en su devenir de formas y trayectos, me preguntaba si mi recuerdo acechaba tu mente en momentos de descuido, de la misma manera en que el tuyo lo hacía por la mía, incluso en momentos de descuido. Si tal vez, en alguna ocasión, mi número había aparecido en tu agenda por error o, es más, si todavía lo retenías memorizado de tanto -y tan buen- uso que le diste en su día. ¿Seguiría mi nombre asociado a mi recuerdo en tu mente, o por el contrario ya se habría convertido en uno más sin rostro al que atribuir? Desgraciadamente el tuyo no era tan común como cualquier otro; ya podrías haber sido Marta, María, Ana... cualquiera fácilmente sustituible, pero hasta en eso el destino quiso jugarme una mala pasada. Y dime, ¿en todo este tiempo se ha colado alguna foto mía entre tus papeles? Un momento captado por la máquina que en aquellos años se desvivía por retratar nuestro amor. Hay tantas y tan bonitas... O mis cartas, ¿qué decir de ellas? ¿Tampoco ninguna ha caído en tus manos? Porque, las guardas, ¿no?. ¿O acaso las tiraste? En fin, en cualquier caso la decisión habría sido tuya, sólo espero que nunca debas arrepentirte -¿o sí?-. O nuestras canciones, ¿sabes?, el otro día escuché una de ellas en la radio y creí escuchar tu voz del otro lado. Vamos, que me preguntaba si seguía vivo en tu memoria, o mi recuerdo había sido relegado a un cajón sesudamente embalado, arrinconado, esperando al camión del olvido, siempre fiel a su cita. No sabía si todavía existía alguna palabra cuya mención evocara mi imagen, o si cuando veías un coche como el mío instintivamente aferrabas tus manos con más fuerza a tu volante, nerviosa por el posible reencuentro. ¿Y si tal vez nos hubiésemos cruzado y tú hubieses preferido aminorar la marcha para no coincidir ventana con ventana en un semáforo? No te asustes si el día que eso ocurra, sin querer, le hago un pequeño rascón a tu coche, por aquello de vernos obligados a hacer papeles; creo que hoy en día sería de las pocas maneras que quedan para intercambiar palabra. Sería divertido, ¿no crees? Tranquila, ninguno sufriría daños, sólo un simple roce entre carrocerías -ya que entre labios, manos, o pieles no es posible- para provocar una conversación. Entonces, tendría que ponerte al día de muchas cosas, y lo haría tan a gusto... Y ahora, mientras escribo todo lo que me preguntaba mientras buscaba respuestas en las nubes, se me plantea otra cuestión. ¿Continúas leyendo las líneas que llevan tu nombre en este humilde rincón? ¿Qué sientes? ¿Qué se siente cuando uno es protagonista de algo así? Y dime, ¿jamás tuviste la tentación de comentar alguno de los artículos? ¿Nunca? ¿De verdad? ¿Ni siquiera en este preciso instante? No te lo niegues, engañarse a uno mismo es más peligroso que hacerlo a los demás. Pues que sepas, que justo debajo de estas líneas, allí donde ahora enseguida tus ojos van a leer las palabras "x comentarios" se encuentra la satisfacción a tus íntimos deseos. ¡Ah! ¿Que son los míos? ¿Sí? ¿Seguro?

Y es que Sucede Que Hoy me preguntaba y yo solo contestaba...

6 comentarios :

Anónimo | 02:18

Dios,es increible como en unas lineas puedes conseguir erizar la piel de quién lo lee,intuyo que por tus relatos existe una persona en la que muchas veces te apoyas para echar a volar la imaginacion de poeta y conseguir ese efecto cautivador de tus palabras,sin duda,sigues animandome estos dias de estudio haciendome volar los segundos que duran los relatos,un saludo!

Pablo Martín Lozano | 03:00

Hola Gise, gracias por comentar.

Me alegro de que consiga erizarte la piel.
Intuyes CASI bien, y digo CASI, porque tal vez si existiera esa persona muchos relatos de los que escribo no existirían, pues no habría motivo para ellos. Quizás ese sea el problema, que no existe o, al menos, ya no en mi vida. Pero en fin, como suelo decir, es ese alguien y ninguno, ella y todas a la vez, aunque es cierto que en ocasiones me vence su recuerdo.

Seguiré haciéndote volar como dices hasta que acabes tus exámenes, espero. A todos nos queda menos.

Besos.

Anónimo | 19:45

Cuando has querido a alguien con esa intensidad que tú nos dejas ver en cada post es imposible que tu recuerdo desaparezca de su mente.

Hay una prengunta en tu post que se me ha quedado un poquito más "clavada" que las demás:

"O mis cartas, ¿qué decir de ellas? Porque, las guardas, ¿no?. ¿O acaso las tiraste?"

Lo primero que se me pasó por la cabeza al leer eso fué "Si escribe asi de lindo aqui... ¿cuánta magia hay en esas cartas, escritas con un amor tan puro?" Tirar esas cartas me parece un pecado, pero como bien dices la decisión es solo suya.

Hay una frase que me ha recordado bastante a una que escribí no hace mucho en mi pequeño universo, dice asi "A veces, cuando necesito oír tu voz, escucho nuestras canciones..."

Una persona como tú jamás cae en el olvido... estoy segura ;)

Un besote.

Pablo Martín Lozano | 21:23

Hola Encarni. Bueno, a decir verdad, las cartas a las que hago referencia las escribí hace mucho tiempo, aunque es cierto que existía ese sentimiento de amor puro que dices.
Me alivia saber, y digo saber, que aunque sea a ratos y entre despistes, mi recuerdo se cuela todavía en su cabeza. No es que nadie me lo haya dicho, es que no necesito palabras.

Gracias por tu despedida.

Un beso.

Anónimo | 13:04

Bueno, llegué aqui por casualidad y me dejaron asombrada tus escritos.
La gente se puede sentir identificada con historia de otros, pero sin duda hay ángeles que te hacen revivir momentos que ya no están con nosotros, gracias por hacerlos revivir en mí. Ahora espero, que nadie haya tomado la decisión de querer olvidar esa magia que le ofrecias en aquel dia porque sería un error demasiado grave...

Pablo Martín Lozano | 13:11

Hola Poeh, bienvenida a mi rincón. Es un placer recibir gente nueva y más a través de post antiguos. Me alegro de que te guste lo que escribo, estás invitada a dejar tu comentario siempre que te apetezca.

Gracias por tus palabras.

Un saludo.