Un Secreto Por Revelar
Después de rastrear durante años los rincones más recónditos de las más ancianas de las ciudades del planeta, logré finalmente encontrar lo que con tanta dedicación llevaba buscando desde mucho tiempo atrás. Cuando mis fuerzas comenzaban a flaquear y mis ánimos descendían a niveles bajo cero, la trastienda de una librería olvidada me devolvió con creces la inversión en tiempo y dinero que había realizado desde que comencé la búsqueda de aquel tesoro. Lo había dado todo por encontrar aquella joya de papel, esperando que cuando la encontrara no fuese demasiado tarde como para no poder poner en práctica lo que en ella se narraba.
Ahora la tenía a escasos metros de mí. Ni siquiera recuerdo cómo fui a parar hasta el escaparate de aquella librería perdida en los mapas. Al otro lado del cristal, una sábana empolvada cubría los restos de lo que sin duda un día debió ser una rica colección de libros en una calle transitada. Sin embargo, hoy no había más que silencio y soledad.
Ahora mismo no sé si por el viento o por la misma fuerza invisible que me empujó hasta allí, la puerta del establecimiento se abrió sola, golpeando fuertemente contra la pared de detrás, que retumbó sonoramente acallando el chirrido de las bisagras envejecidas. Miré a mi alrededor en busca de esa extraña fuerza o de algún testigo que diera prueba de aquello o compartiera mi locura. La calle estaba desierta y, pese al temblor inicial de unas piernas temerosas, me decidí a entrar. Llevaba mucho tiempo esperando una oportunidad como aquella y ahora no podía dejarla escapar. De nuevo de forma autónoma, la puerta se cerró a mi paso haciendo resonar su melodía estridente. Enseguida vi que un único libro descansaba sobre el anaquel situado detrás del mostrador -o lo que quedaba de él- y me dirigí exitoso hacia lo que pensaba sería el punto final a años de búsqueda insaciable. Pero no. Justo cuando me apoyé en la vitrina para alargar el brazo y alcanzar aquel volumen, la pared entera comenzó a rotar sobre un eje central, dando paso a una suerte de almacén o trastienda. Una vez dentro, me advertí de que alguien antes había estado allí, a juzgar por las huellas sobre la capa de polvo que cubría el suelo.
Justo en el centro de la sala, sobre un atril de mármol extrañamente pulcro, se encontraba mi ansiado tesoro bajo el título de "Amar sin Dolor". Allí estaba, solitario, triunfador, elegante y sublime ante mí. Todo mi gasto recobraba sentido a cada segundo que pasaba contemplando aquella obra. Cuidadosamente, me acerqué hasta él movido por la ilusión de las misiones concluidas, mientras un escalofrío recorría mi cuerpo. Lo tomé entre mis manos, lo observé detenidamente y finalmente lo abrí. Pasé una a una las páginas hasta llegar al final, atónito ante lo que mis ojos estaban viendo. Tantos y tantos años invertidos en aquella gesta y resultó que todas las páginas de aquel volumen se encontraban en blanco, esperando impasibles a lo largo de los siglos a que alguien se atreviera a rellenarlas, una vez se descubriera la fórmula para amar sin dolor ni sufrimiento. Pero ese día todavía no había llegado.
Y es que Sucede Que Hoy el gran secreto continúa oculto...
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