Llamada De Socorro

Desvanecía el sol en su intento de alargar el día, en aquella tarde en que la vida de una persona desconocida pudo cambiar si el curso de una llamada inesperada hubiese sido otro diferente al que acaeció.

Andaba yo faenado en mi labor de meticuloso control -y autocontrol-, acompañando con sonrisas forzadas la bienvenida de los invitados, en medio de una multitud acalorada y perdida en el fervor de otra jornada sin trabajo, gozosos de su jubilación. Sólo las bandadas de palomas que alzaban el vuelo unidas ante cualquier sonido repentino y los voceríos varios de los presentes -la pérdida de capacidad auditiva es inevitable conforme uno le va restando años al futuro- alteraban la apaciguada calma vespertina. Y entre toda esa maraña de elementos y situaciones, ajena a otras realidades, mi mente desconocía por completo lo que podría estar ocurriéndole a una persona en cualquier parte del mundo, en un lugar sin nombre, en un rincón perdido, incluso a escasos metros tras mi espalda. Sin embargo uno nunca piensa que al otro lado de la pared puede haber alguien que sufre, que apenas dos manzana más allá puede acontecer un hecho fatal en cualquier momento, o que en un piso por debajo del tuyo vive alguien con una doble vida. El paso del tiempo -y el no paso del sufrimiento- ha creado en el ser humano una especie de mecanismo de defensa que le mantiene sumergido en una burbuja idílica, en la que el sufrimiento se cura con billetes de color y una dosis diaria de imágenes sin sentido en movimiento, detrás de una pantalla de cristal.

Escondido en su pequeño hogar de alquiler por unas horas y escasos veinte centímetros cuadrados de tela, el teléfono móvil aguardaba atento el momento en que unas ondas con su nombre rastrearan la zona para cazarlas de improviso y advertirme de que alguien preguntaba por mí. Y en una de esas batidas al parecer halló una llamada errante, sin destinatario ni receptor particular y, pese a que le tengo dicho que no trate con extraños, su carácter hospitalario le empujó a aceptarla. Su prefijo olía a norte, a mar, a una tierra donde tiempo atrás se pensaba que aguardaba el fin del mundo.
Una vibración constante sorprendió mi monotonía y extrañó a mi calma por la duración e insistencia que acompañaba a su tembloroso baile. Más molesto que intrigado descolgué sin contestar, tras comprobar que el número me resultaba desconocido. Y como si en aquel preciso instante el pánico y el sufrimiento se hubiesen disfrazado de voz femenina, fatigosa, al otro lado, escuché cómo sólo una pregunta llenó el espacio:
- ¿Quién eres?
A partir de ahí todo fue frío silencio interrumpido únicamente por la acelerada respiración de aquella joven. Jadeos asfixiantes y asfixiados que dibujaban una escena nada optimista porque uno, con el tiempo y la experiencia, aprende a diferenciar los resoplos del placer de los del miedo. Una voz rota que parecía pedir auxilio a más de mil kilómetros de distancia. Una llamada de socorro que no dejaba lugar ni para averiguar las causas. Unas ondas que se cruzaron en mi camino y a las que no hubiese querido captar, por no sentir tal grado de impotencia provocada por la inadvertencia y desinformación. Una respiración alterada que todavía me visita en los momentos previos al sueño, no sé si como agradecimiento por escuchar aquella simple pregunta o reclamando la ayuda que en su momento no le pude prestar.

Y es que Sucede Que Hoy recordé aquella llamada...

8 comentarios :

Anónimo | 01:12

A veces, aunque parezca extraño, es más fácil pedirle atención a un desconocido que a un conocido.

Estoy segura de que todos nos hemos sentido alguna vez solos a pesar de estar en medio de una multitud. No se si esa persona sabía perfectamente a quién llamaba o fué puro azar, pero supongo que no pudiste hacerle llegar la ayuda por lo inesperado y sorprendente de la situación.

Si el azar fué el encargado de elegir tu número, demuestra que cada dia se vuelve más inteligente. A mi me gusta mucho más escuchar que hablar y si la intuición vuelve a funcionarme, me dice que a ti te sucede lo mismo.

Tal vez simplemente con descolgar aquella llamada la ayudaste más que cualquier persona que tuviera a su alrededor.

Dulces sueños, muak!

Anónimo | 01:23

Tal vez muchas veces nosotros también hayamos hecho una "llamada de socorro" sin necesidad de utilizar el teléfono, simplemente con la mirada esperando encontrar unos ojos que nos comprendan y puedan ayudarnos.

Mil besos.

Pablo Martín Lozano | 17:29

Hola Encarni, lo de recibir comentarios tuyos se está convirtiendo cada día más en una clase magistral que en otra cosa. Gracias por comentarme y hacerlo de esa manera. Tu intuición vuelve a estar en lo cierto y sigo impresionado con ella. Gracias por lo del destino que se vuelve inteligente, creo que es uno de los piropos más bonitos que me han dicho nunca. Ojalá ayudara de veras a aquella voz en pena.

Un beso fuerte.

Anónimo | 18:47

Creo que para mí nadei es extraño, quizá por principios, ya sabes.

La llamada de socorro hay que hacerla antes de que el peligro inminente te encuentre.

Gracias opr seguir ahi

Pablo Martín Lozano | 18:52

El problema viene cuando el peligro, como en la mayoría de ocasiones, aparece sin previo aviso. Realmente no sé que le ocuriría a aquella chica que marcó mi número sin motivo, pero su tono, su respiración y sus palabras no fueron de alegría.

Gracias a todos vosotros por seguir ahí.

Un abrazo

...................................... | 21:46

"...el destino que se vuelve inteligente..." si por cierto ... y espero que asi sea... el de cada uno, el de la humanidad misma...

yo creo que todo es aprender... de eso se trata, la vida con sus dias... con los caminos que nos llevan de un lado al otro...aprender de cada uno...

que el destino inteligentemente nos despierte y nos encienda... nos estremezca los huesos... y nos deje un instante...

y que hoy podamos trasmitirlo... y que de ese instante surgen nuevos... como este...si... quizas sea... que se vuelve mejor...

y ... entonces... no hay fronteras, ni tiempos...

beso!!!

Anónimo | 00:46

que suerte tener tu numero para poder pedirte ayuda en los momentos de plofff.

tienes mesenger?

Pablo Martín Lozano | 04:15

Hola Vick y gracias por seguir ahí. Llevas razón en lo de que la vida es un constante aprendizaje, por poco que aprendas siempre llegas a saber cómo sobrevivir y desenvolverte en un entorno que no siempre es amable.
Aprendes del silencio y la experiencia, pero aprendes sobre todo de la naturaleza y sin embargo nos olvidamos de ella.
Otro beso para ti!

Yo mismo: En este caso la llamada provenía de un número que desconocía y, por tanto, supongo que a la inversa también por su prefijo. En cualquier caso la mejor ayuda para esos momentos "plof" que dices no se encuentra al otro lado de ningún teléfono. Sólo relájate, respira y escúchate.
Un abrazo.