En La Ciudad Dormida

Cae la noche y duerme la ciudad a la luz de las farolas y el silencio de la gente ausente en su retiro. Las calles lucen vacías y los semáforos continúan con su baile de colores ahora sin sentido. Las avenidas solitarias me recuerdan a las acequias en tiempos de sequía, por donde no discurre nada más que el viento y la nada. Parece que el tiempo se ha parado, que la Tierra ha dejado de girar. Desde lo alto de una ventana -una de las pocas con luz a estas horas- alguien me observa y se divierte jugando al despiste con su forma. Seguramente una víctima más del contagioso sueño perdido que tanto se propaga en las noches primaverales alterando el reloj vital y causando estragos en el descanso de los afectados como yo. Muy por encima de la ventana, muy por encima incluso que la propia noche, la luna campa a sus anchas en un cielo raso carente de estrellas. Hoy brilla sola mientras tararea melodías tintadas de un sabor amargo por la falta de compañía. Sin embargo sus cantos no llegan nítidos hasta mis oídos y no me dejo embaucar por su lírica triste y desdichada. Sigilosa, sin previo aviso, su luz se detiene justo sobre mi cuerpo -nuestros cuerpos- proyectando dos sombras sobre el frío asfalto que yace yermo bajo mis pies. Dos figuras oscuras y alargadas próximas entre sí, que se pierden a lo lejos hasta chocar contra un muro que pretenden escalar. Dos sombras provenientes de dos cuerpos desnudos de recuerdos, recién liberados de la condena de ver durante demasiado tiempo su sombra proyectada en solitario. Ahora parece que a la luna le cambia la cara y me regala una sonrisa contagiosa. Y poco a poco, como si alguien se encargara de encender una a una miles de velas en el firmamento, las estrellas comienzan a lucir hermosas inyectándole alegría y luz a la bóveda celeste. Ahora sí. Ya puedo marcharme, que no me perderé. Millones de guías luminosos me harán encontrar el camino de vuelta a casa y aunque mi cuerpo dice no, mi mente y mi estómago le ganan el pulso.

Y es que Sucede Que Hoy disfruté de un rato de noche agradable...

7 comentarios :

Anónimo | 22:01

Yo el primero...me ha quitado el hipo. Cada línea me a embaucado. Un diez. Un diez.

Lo mejor de todo esto es meterte en la historia y ver como puede ser verdad, ¿porqué no?

Un abrazo

Pablo Martín Lozano | 22:16

Hola Yo mismo, qué velocidad la tuya para comentar...asombroso, jeje.
Te contaré un secreto: es una historia que tenía pendiente desde ayer, pero me acosté a las 4 de la mañana y tenía que levantarme a las 7.30, así que fue imposible escribir -bastante me pesó-. Es lo que tienen estos meses, los trabajos te roban todo el tiempo.

En fin, me alegro de que puedas meterte en la historia. Claro que "puede ser verdad", pero no seré yo el que lo reconozca o desmiente, jeje.

Saludos.

Anónimo | 22:20

Lo mejor de todo es el enigma que cada línea transmite. Gracias por el secreto, me consuela, ya que a mi también me pasa eso y pufff, a veces se confunde la realidad y lo onírico, pero estos mese es lo que tiene.

Viva esoso miles de luceros que tanta companía nos hacen

Anónimo | 01:12

Ojalá yo también hubiera dado un largo y bonito paseo como el tuyo en una de estas últimas noches, en las que, como ya te comenté, el sueño anda algo despistado.

Como no puedo luchar, pues mientras mi reloj vital se estabiliza he decidido esperarlo haciendo algo que me encanta, leer en la cama antes de dormir, gracias a esto dispongo de más tiempo. Lo mejor es verle siempre el lado bueno a las cosas...

El año pasado vivía en otra casa, tenía una azotea enorme y bastante alta con respecto a los demás edificios de alrededor, recuerdo cuanto me gustaba tumbarme alli por las noches en primavera para ver las estrellas y sobretodo las noches de luna llena. Este año me resulta más difícil en mi nueva casa.

Seguro que tú a esta hora aún sigues despierto. Mañana sin falta compro un par de pilas, una para tu reloj y otra para el mio y a dormir como bebés, jeje.

Dulces sueños. Muak!!

Pablo Martín Lozano | 01:20

Hola Encarni!
Aciertas, por aquí ando todavía, pero me marcho ya a la cama a hacer lo que tú; leer un poco antes de dormir. También comparto ese gusto.

Qué lástima lo de tu terraza, la echarás de menos seguro. Tal vez puedas pintarte una luna llena acompañada de estrellas en el techo de tu nueva habitación. Lo siento, no se me ocurre nada mejor.

Esperaré ansioso tu pila! Jeje.

Un beso.

Anónimo | 00:03

Te voy a contar algo... Anoche dormí en una casita que tengo en el campo. Un lugar maravilloso donde no hay tráfico, ni edificios, ni ruido, sin apenas luz por la noche... y es esto precisamente lo que hizo que pudiera disfrutar de un momento maravilloso, pude observar perfectamente las estrellas, brillantes en un cielo muy oscuro.

Recordé aquella vez que te comenté aqui cuanto echaba de menos mi terraza del año pasado. Me hubiera encantado dormirme bajo las estrellas.

Y es que Sucede Que Anoche me acordé de ti mientras contemplaba las estrellas...

Besos.

Pablo Martín Lozano | 00:18

Qué suerte la tuya y qué envidia la mía al no poder tener una casa allá donde las estrellas se dejan ver con claridad. Hubo un tiempo en que la tuve y creo que era lo que más valoraba de ella. Esas noches de agosto en plena lluvia estelar envueltos en sábanas al raso contemplando el espectáculo. Ahora es difícil, y de ahí mi envidia. Pocas cosas hay tan bellas como sentirte tan ridículamente diminuto contemplando la inmensidad del Universo.
Gracias por acordarte de mí mientras lo hacías, es un halago.

Un beso fuerte.