Amores De Peluquería
- ¿Puedo decirte algo ahora que nos hemos quedado a solas?- Qué miedo. Dime.
- Verás...no puedes venir a trabajar a una peluquería de hombres vestida con esos leggings negros que parecen una segunda piel, ni con esa camiseta blanca ajustada que transparenta tu sujetador de rayas como las de una fiera salvaje. No, no puedes. No puedes pretender que no mueva la cabeza para seguirte con la mirada aún cuando me haces agacharla para retocarme la nuca. Ni que levante los ojos por encima de la revista que aparento leer para recorrer tu figura de arriba a abajo. No, no puedes.
- ¿Pues sabes qué?
- Dime.
- Que tú tampoco puedes venir a que te corte el pelo con esa cara que dios te ha dado y obligarme a que sean las tijeras y no mis manos las que lo acarician. Ni obligarme a que tenga que mirarte a través de un espejo en lugar de tenerte frente a frente y hacerlo directamente a tus ojos y a un centímetro de ti. No, no puedes. No puedes hacer que tenga que estar por encima de ti mientras estás sentado cuando lo que desearía sería estar justo debajo, boca arriba y no precisamente sentada. Ni pretender que mi mente no viaje por debajo de la tela negra que cubre tu ropa para no llenarte de pelos e imaginar que no existen ni la maldita tela ni la ropa. No, no puedes.
- En fin...¿Cuánto es?
- 8€ y una cena mañana en mi casa.
- Quédate con el cambio. Llevaré champán.
- Verás...no puedes venir a trabajar a una peluquería de hombres vestida con esos leggings negros que parecen una segunda piel, ni con esa camiseta blanca ajustada que transparenta tu sujetador de rayas como las de una fiera salvaje. No, no puedes. No puedes pretender que no mueva la cabeza para seguirte con la mirada aún cuando me haces agacharla para retocarme la nuca. Ni que levante los ojos por encima de la revista que aparento leer para recorrer tu figura de arriba a abajo. No, no puedes.
- ¿Pues sabes qué?
- Dime.
- Que tú tampoco puedes venir a que te corte el pelo con esa cara que dios te ha dado y obligarme a que sean las tijeras y no mis manos las que lo acarician. Ni obligarme a que tenga que mirarte a través de un espejo en lugar de tenerte frente a frente y hacerlo directamente a tus ojos y a un centímetro de ti. No, no puedes. No puedes hacer que tenga que estar por encima de ti mientras estás sentado cuando lo que desearía sería estar justo debajo, boca arriba y no precisamente sentada. Ni pretender que mi mente no viaje por debajo de la tela negra que cubre tu ropa para no llenarte de pelos e imaginar que no existen ni la maldita tela ni la ropa. No, no puedes.
- En fin...¿Cuánto es?
- 8€ y una cena mañana en mi casa.
- Quédate con el cambio. Llevaré champán.
Y es que Sucede Que Hoy reconstruí pasiones de peluquería...
2 comentarios :
jaajajajaj.
Si q tengo que comentar esto, si.
Así, no se puede, no.
Por cierto, a ti te cobró 8 y a mi siempre me cobra 14....
Esos favoritismos, no, no pueden ser.
Bert.
No se puede y punto. Al menos no se puede hacer y pretender que luego no llegue yo y no escriba sobre eso, jeje. Si tuviera valor se lo entregaba en mi próxima visita!
En fin...siempre quedará el secreto de las letras..
Gracias por el comentario que, aunque tardío debido a un hábito desafortunadamente perdido (ejem), ha llegado.
Un abrazo!
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