Don Quijote De Hojalata

En un reino de madera y papel habita un noble caballero de escudo, lanza y fe. De hierro trabajado por manos de soldador, sobre la última estantería de la librería un Quijote artesanal espera paciente la hora de ser transportado a su nuevo hogar. Durante años, su diminuto cuerpo de metal se ha impregnado del olor vetusto de aquella casa a la que un día llegó de manos de quien lo había creado forjando con maña los restos de un navío encallado en el malecón. Con la punta de su lanza apunta a un cielo que siempre estará estrellado. Con sus pies de hojalata recuerda la tierra que pisó para llegar hasta su reino. En su escudo todavía quedan restos de la guerra contra el tiempo que declaró sin aliados, una tranquila tarde de verano en la que los rayos de sol entraban a sus espaldas por el balcón. Y en su alma tejida con soplete y sudor se encuentra la esencia eterna de su creador. La esencia que habrá de llevar consigo el día en que cambie de manos y comience su andadura en otro reino también de madera y papel, en otros lances que por sentencia le fueron asignados años atrás. Descenderá lentamente de su hasta ahora hogar, envuelto en paños de seda blanca cuidando su piel, y viajará en volandas hasta su nuevo lugar. Será el día en que el sol se ponga definitivamente para quien fue su artífice y una parte de su alma se reencarne en el hierro que entreteje la figura noble y erguida del ingenioso caballero don Quijote de Hojalata. Hasta entonces seguiré disfrutando de las conversaciones y las tardes con el ilustre Miguel de Cervantes que cambió la pluma por la llama y la tinta por la fundición.

Y es que Sucede Que Hoy volví a ver el futuro legado...

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