Recordando Un Primer Encuentro

Volver a pisar aquel mismo suelo le transportó sin remedio hasta la primera noche que la vida le regaló su presencia. Recordó el temblor de sus manos agitadas por el frío y el nerviosismo del encuentro inminente; la respiración jadeante y profunda al ver cómo se acercaba el momento; el pulso acelerado de un corazón emocionado por la cita. El ambiente espesaba con la niebla prenavideña y en el cielo una luna reluciente sostenía la luz tenue que iluminaba la escena. En el reloj los minutos pasaban tan lentos que por momentos creía ver cómo las manecillas se burlaban retrocediendo en la esfera plana. Disimulando, mirando un escaparate iluminado, esperaba su llegada nervioso. En realidad, aunque eso nunca lo reconocería, lo que miraba a través del cristal del escaparate era su propio reflejo, pasando revista meticulosamente a cada centímetro de su cuerpo para causar una buena impresión. Desde la bufanda, hasta los cordones, pasando por la caída prevista, aunque disimulada, de los pantalones que finalmente había elegido después de desechar otros tres. La gente, entretanto, iba y venía a sus espaldas inmersa en conversaciones pasajeras de las que sólo flotaban palabras sueltas tras sus pasos fugaces. Sin embargo era el sonido de esos pasos inconfundibles de mujer los que más se le clavaban ante la duda de si eran los de ella o no. La espera se prolongaba y por cada minuto que pasaba sin producirse el encuentro, su palpitar aumentaba el ritmo de tal manera, que de no haber sido invierno y andar enfundado contra el frío, el corazón parecería salir desbocado de su pecho. Y de pronto, justo por el lugar por el que menos pensaba que iba a aparecer, silenciosa, sin pasos sonoros, sin perfumes delatores ni avisos lejanos, apareció sonriente por la puerta de atrás saludando alegre con un "hola" que ocultaba un nerviosismo latente en su voz.

Y es que Sucede Que Hoy recordé el primer encuentro...

4 comentarios :

Encarni | 15:22

Qué pequeñitos nos hacemos en esos instantes. Cada segundo que pasa nuestro cuerpo se asemeja más a la gelatina. Revisas cada detalle de tu aspecto. Y saber que el encuentro es inminente hace que te tiemblen hasta las pestañas.

Es bonito poder recordar esos momentos porque para ello has tenido que vivirlo aunque luego las cosas no continuen como imaginabamos. La ilusión mantiene viva el alma.

Un besote.

Pablo Martín Lozano | 15:51

Hola Encarni. Tienes razón, es bonito recordarlo porque eso significa que un día lo viviste. Del recuerdo no se vive, pero recordar es volver a sentir algo vivido y eso puede darte vida. Una persona sin recuerdos es un cuerpo hueco, vacío, sin vida.

Besos y gracias!

Anónimo | 05:58

Hola Pablo, creo que eso nos pasa a todos, hasta a Sofía que es el personaje de una historia que escribo y leer las primeras me recordo el principio de mi historia te dejo este fragmanto tú eres el primero en leer algo de esto: "No pudo evitar revivir esa honda sensación en el estomago al pasar por aquella calle solitaria apenas iluminada por un tenue farol. El recuerdo era más fuerte que la voluntad misma.
Habían pasado casi tres años desde aquella tarde de invierno y esas imágenes seguían tan frescas como si el tiempo no hubiera pasado:"

MARLENE
UN BESO

Pablo Martín Lozano | 15:31

Marlene, buen comienzo! Me dan ganas de seguir leyendo, así que espero que un día pueda saber cómo continúa la historia.

Un beso y gracias por comentar!