Deseos Sobre La Vía Del Tren
Como cada vez que salía un día gris o los turbios sentimientos de su corazón rasgado le acechaban, Zeo se adentró silencioso en el bosque meditando, al tiempo que se dejaba impregnar por el cariño y el calor que la naturaleza le brindaba a cada paso. Ese afecto, esa comprensión de madre, era la única que nunca le fallaba. Y caminaba solo, dejando tras de sí las finas huellas de un cuerpo que se deslizaba por la tierra sin dejar caer su peso. Era liviano, casi gaseoso. Siempre que viajaba a aquel lugar parecía dejarse hasta el cuerpo en casa; sin piel, sin más músculos que el corazón apesadumbrado; sin recuerdos, sin equipaje, solos su mente y un latido tenue y apagado. Y entre árboles y plantas de todos los verdes imaginables, como impulsado por una fuerza invisible que siempre le empujaba hasta el mismo lugar, Zeo llegó hasta un viejo puente de madera que cruzaba de parte a parte un corte en la montaña por el que discurrían infinitamente rectas las vías de un tren imaginario. Tal vez no existía aquel paisaje; tal vez no existían aquellas vías, ni él mismo, ni ese dolor que le acompañaba cada vez que volvía a aquel lugar. Quizá todo era fruto de su imaginación; un sueño; el argumento de un libro olvidado... Pero Zoe se sentía real. Tan real como la tristeza que le invadía el pecho. Y allí, sentado con las piernas colgando del puente, esperaba a que el tren pasara para arrojar una flor y pedir un deseo. Un deseo que, aunque disfrazado cada vez de palabras distintas, siempre venía a pedir lo mismo. Porque si similares eran las circunstancias que le hacían viajar hasta allí a pesar del tiempo, también lo era su anhelo más profundo en cada ocasión; encontrar la felicidad. Y así, a base de pétalos lanzados al aire al compás del traqueteo del tren, Zeo suspiraba divagando entre pensamientos y sentimientos que trataba de entender, desechar o interiorizar, según la flor cayese del derecho o del revés.
Y es que Sucede Que Hoy deseé lo mismo de siempre...
2 comentarios :
Hay quien dice que ser feliz es muy fácil pero yo no lo creo.
A veces me pregunto "¿alguna vez se es completamente feliz?"
Creo que las personas no son felices constantemente sino que es como una cajita que se compone de pequeños grandes momentos en los cuales si somos felices.
Mi teoría es que no hay que buscar la felicidad sino disfrutar de esos ratitos en los que si está.
Supongo que cada uno lo ve de una forma distinta.
Espero que tengas muchos de esos ratitos.
Mil besos.
Encontrar la felicidad consiste a mi juicio en recorrer un camino largo y a veces dificultoso, pero que te va premiando mientras vas dejando huellas. Es un camino, no una meta.
Sin embargo se puede ser feliz si te lo propones como una actitud ante la vida y no un privilegio.
El problema es que en ocasiones cuesta, y más cuando hay algo dentro de ti que duele.
Un beso fuerte y gracias.
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