Un Día En Un Futuro

Llegaba tarde a casa después de un día intenso de trabajo. La última reunión se había alargado más de la cuenta y, pese a la presión que ejercían mis tripas, el trabajo no me permitía marcharme. Con la corbata arrugada y sin nudo y la camisa por fuera del pantalón entré en al ascensor. Estaba deseando llegar y darme una ducha relajante. Después cenaría algo y me tiraría en el sofá a ver alguna película y a contarle a mis amigos y compañeros de piso mi jornada; era un momento especialmente agradable, ya que siempre había uno que tenía algo fresco que contar. Al llegar a mi piso, saqué las llaves de la cartera y entré en casa con la alegría del que lleva horas corriendo y al fin siente cortar la cinta de la meta con su abdomen. Saludé en voz alta con un "hola" general que no obtuvo respuesta. Tal vez alguno se había quedado ya dormido, o estaba en la ducha, o no estaba. Sin embargo no podía esperar que iba a estar solo. La primera pista fue un post-it pegado en el espejo del recibidor en el que una de mis compañeras avisaba de una "cena de última hora" con unas amigas. Después de dejar la cartera a la entrada, apoyada en la pared, fui directo a la cocina a beber un vaso de agua y fue allí donde encontré la segunda nota. Esta vez era un folio pegado a la puerta de la nevera con un imán en el que salían nuestras cuatro caras, en una fotografía del principio de todo, cuando nos acabábamos de conocer. Era de mi compañero que avisaba de una "noche de cine" con una amiga. Llegaría tarde, decía, pero había dejado algo de cena preparada en la nevera. Ya sólo quedaba la otra compañera, sin embargo, el silencio de la casa y el hecho de encontrarme todas las luces apagadas me hacía pensar que tampoco iba a encontrarla allí. Y efectivamente. Sobre el televisor, con una letra preciosa de colores y perfectamente ordenada y cuadrada en el papel, anunciaba su ausencia; la pobre tenía que pasar la noche en el trabajo para completar una estrategia que el cliente debía recibir a primera hora de la mañana siguiente. Siempre tan cumplidora. Así que me quité los zapatos, la ropa y el estrés que había acumulado. Disfruté de la ducha relajante que había llevado esperando toda la tarde y con una bandeja sobre las piernas y frente al televisor, piqué un poco del suculento plato que mi compañero había tenido el detalle de preparar. Me vino a la cabeza el curso de cocina que los dos habíamos realizado cuando tomamos la decisión de irnos a vivir los cuatro a otra ciudad, a probar suerte. Y después de terminar de cenar y una vez fregado y ordenado todo, me tumbé en el sofá para estirar las piernas mientras comenzaba una película de las que siempre había querido ver y todavía no había tenido la oportunidad. Llevaría sólo quince o veinte minutos cuando la casa se volvió a llenar. Ya no importaba la película, podría verla otro día. Ahora me apetecía más cumplir con la ración diaria de conversación y disfrutar de la compañía de unas personas con las que había compartido tanto durante años, y que ahora me acompañaban en la nueva aventura de mi vida. Juntos.

Y es que Sucede Que Hoy me imaginé cómo sería todo...

4 comentarios :

Anónimo | 14:13

Me encantaaaaaa!!!! OJALA, OJALA, OJALA, OJALAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!! Lucharemos juntos porque todo sea así y lo conseguiremos.

Me gusta la foto...y el curso de cocina que mencionas!!! Os va a hacer muuuucha falta. :)

Besitos...

Encarni | 15:46

Suena bastante bien tu historia. En el día a día, no todo es tan de color de rosa, al menos en mi caso. Tengo la sensación de que la convivencia con amigos no siempre sale bien, por eso hay que saber cuando parar, cambiar de rumbo y así poder conservar esos amigos por mucho tiempo. Supongo que hay días mejores y peores. Esos ratitos de charlas, con ellos, en el sofá después de un día largo son una bendición, por suerte aún existen.

Veo que te ronda la idea de irte de casa, te lo recomiendo!!! Pero no te vayas muy lejos, para poder llevarte comidita de tu madre.

Me gusta la casa de la foto ;)

Un besote.

Pablo Martín Lozano | 18:26

Anónimo: Por ganas no será. Suena muy bien y todos nosotros sabemos que estamos llamados a algo grande! Y parece que ese "grande" excede las fronteras valencianas, jeje. Todo se verá, pero sería un bueno colofón a todo un camino juntos. Tiempo al tiempo.

Besos!

Pablo Martín Lozano | 18:28

Hola Encarni, sé que no todo es tan de color de rosa, sólo que me permito el lujo de hacerlo así en este espacio; ya la vida se encarga luego de mostrarte la realidad. En cualquier caso es un deseo, una especie de sueño de unos pocos que vamos en la misma dirección, unos "hermanos" que de vez en cuando soñamos. La comida de mi madre sería un factor a tener en cuenta, desde luego, jeje. Y, de todas formas, todo esto es un proyecto "soñado" y a largo plazo. Todavía me quedan años de sus tortillas de patatas, sus arroces, sus salsas...

Besos y gracias!