Otoño En Green Park

Las hojas secas que el otoño le había robado a las frondosas copas de los árboles del parque crujían a mi paso. Los tonos marrones y verde triste pintaban el paisaje que en otros tiempos el violeta y los amarillos vivos habían coloreado. Pero noviembre siempre fue una mala época para los árboles. Era como un ladrón de guante blanco que robaba lo más preciado, o como el amante que desviste a la amada dejándola en su más pura desnudez. Sin embargo el extenso manto de crujientes hojas, lejos de desprender aires de tristeza o melancolía, respiraban el perfume del comienzo de una nueva era. Una vida que se marcha para dejar su espacio a otra. Los efluvios de la pasada primavera decían su último adiós esperando a que la próxima llegase cuanto antes. Entretanto, las ardillas grisáceas correteaban de parte a parte del parque en busca de comida, mientras escondían sus escurridizos cuerpos bajo la gruesa capa de inerte vegetal. Y bajo los enormes guardianes con cuerpo de madera y manos de tela marchita, un banco de madera vieja y desgastada descansaba en medio de la nada. A sus espaldas se podían escuchar las voces de la gente paseando, el susurro del viento agitando las hojas, el sonido de los pasos de quienes iban y venían absortos en su mundo, y hasta el zumbido lejano de una abeja perdida en busca de un polen que el viento y la lluvia se habían llevado tiempo atrás. Y allí sentado, contemplando con los ojos entreabiertos el reflejo del sol en el lago, tu recuerdo me invadió por dentro y te imaginé sentada en aquel mismo banco con tu cabeza apoyada sobre mi hombro. El aroma que mi mente conservaba de tu piel volvió a penetrar hasta lo más profundo de mi ser, haciéndome creer que realmente estabas allí conmigo. Sentí el roce de tus manos, el peso de tu cabeza, el suave susurro de tu respiración pausada... Por momentos compartiste conmigo aquella escena y fuiste tan real como lo eras cuando en las noches de lluvia te soñaba. Cerré los ojos y entonces te pude ver más clara todavía, más tú, más mía, más auténtica que aquel día en el que te perdí. Y una lágrima resbaló por mi rostro hasta resonar con eco entre las hojas secas del suelo, como el impacto de un meteorito procedente de un país hasta entonces muy lejano llamado Pena. Como la que sentí al ser consciente de que otra ciudad soñada por los dos nos recibía a uno solo.

Y es que Sucede Que Hoy volví a Green Park y a ti...

6 comentarios :

Anónimo | 01:42

En los momentos más difíciles de mi vida sólo tengo que conectarme a internet, irme a favoritos, hacer "click" con el ratón sobre "Sucede que hoy" y leerte, sólo con leerte los rayitos de sol aparecen de nuevo en mi vida.

Hoy, como más de una y de dos veces, me has vuelto hacer imaginar, suspirar, recordar, sentir, estrañar, etc. etc.

Muchas gracias por iluminar un día en el que no veía luz.
Besos

Pablo Martín Lozano | 13:46

No sabes la sensación que produce leer algo así de lo que realizas humildemente cada noche. No quepo en mí mismo de saber que con mis letras puedo ayudar a gente de la forma en la que tú lo expresas.

Te estoy enormemente agradecido por no tener reparos en reconocerlo. Ojalá mis escritos no te hagan falta nunca más para superar malos momentos, pero de ser necesario, ojalá también puedan seguir ayudándote.

Besos y ánimo.

Anónimo | 14:01

Tus relatos son bellísimos como siempre. A veces cuando te leo descubro un enorme potencial como escritor, como narrador de sensaciones y experiencias.No dejes de escribir nunca, seguro que encontrarás tu espacio. Enhorabuena por unos premios tan merecidos por ti.
Me reconozco admiradora tuya porque deleitas con la buena literatura, además en alguien tan joven como tú. Tienes un gran futuro por delante. Seguro.
No te dejes llevar por la melancolía, estoy convencida que volverás a visitar esas ciudades que has soñado con alguien que te acompañará y a la que sentirás como describes, probablemente no será esa persona, pero será otra, tal vez mejor.
No tengas prisa por encontrarla, llegará cuando menos lo esperes. Te mereces lo mejor. Sigue así siempre.

Encarni | 17:18

Green Park... un año ya. Puedo recordar perfectamente el paseo que di por allí. La vida es a veces como las estaciones del año, en ocasiones es necesario que se nos caigan las hojas para que puedan salir las nuevas con mucha más fuerza. ¿Cuántos recuerdos y momentos vividos guardarán los bancos de aquel parque? Bonita foto.

Al leer el título me pensé si debía leerlo o no, sabía que me traería muchos recuerdos, por suerte solo he recordado los que quería, y dejé a un lado los que podían hacerme daño.


Es maravilloso poder disfrutar de un parque asi en medio de una gran ciudad.

Mil besos.

Pablo Martín Lozano | 19:42

Anónimo: Qué comentario tan bonito. Muchas gracias por todo lo que dices y ojalá logre saber la persona que se esconde detrás de ese "anónimo", me intriga. Mi propósito es seguir así durante mucho tiempo, así que con suerte se irán cumpliendo sueños, como ya estoy experimentando en esta semana realmente afortunada y no sólo por los premios. Parece que todo marcha bien, pero me lo tomo con prudencia y responsabilidad.
En cuanto a lo de las ciudades, tienes razón y no espero nada. Sé que el momento, como la persona, llegarán.

Un beso y gracias.

Pablo Martín Lozano | 19:45

Encarni, gracias por tu comentario. Entiendo esa reacción al leer el título, porque sé lo que conllevaba.
Ciertamente, es increíble disfrutar de un parque así en mitad de una gran ciudad, pero Londres, lejos de conformarse con eso, tiene varios y casi más bonitos.
La foto me la pidió a gritos el propio paisaje. Yo sólo fui un intermediario entre la cámara que no sabía dispararse sola y el banco que necesitaba de la cámara para la foto.

Besos.