La Luna, Venecia y Tú

Fue una de aquellas noches de agosto en las que la luna se empeñaba en mostrarse espléndida en lo alto de un cielo pardo cubierto de estrellas. Venecia abrazaba a sus aguas dispuesta a pasar una velada tranquila. Las góndolas bailaban al son de la marea amarradas a los mástiles, mientras el agua chocaba contra la madera y armonizaba la madrugada con melodías huecas. El brillo de las luces que asomaban por las ventanas reflejaban sobre el fino manto verdoso de los canales sin transitar a aquellas horas. Las palomas que durante el día abarrotaban la plaza de San Marcos dormían ahora ocultas en un rincón que nadie conocía. Sólo alguna pareja deambulaba de puntillas por los callejones en busca de un portal oscuro en el que poder entregarse a la locura de una noche de pasión, en una ciudad que se prestaba a ello. Los restaurantes echaban las persianas y, salvo entre las paredes de las habitaciones de algún hotel, toda la ciudad quedaba en silencio. En otros tiempos, en momentos como aquel, el famoso Giacomo Casanova se arreglaba su tocado y salía sigiloso en busca de una dama a la que fascinar. Ahora de aquello sólo quedaba la leyenda y el hermoso palacio en el que aseguran que vivió el truhán por excelencia. Quedaban apenas diez minutos para que el reloj marcara las tres de la madrugada cuando, sentado sobre el alféizar de la ventana de mi habitación, contemplando la noche, observé un rostro entre la oscuridad de las cortinas de la ventana de enfrente, al otro lado del estrecho canal. Era el de una joven tan desvelada como yo, a juzgar por la plenitud de sus ojos abiertos y brillantes, que me llevaba espiando a saber cuánto tiempo. Al ser descubierta, lejos de cerrar de golpe las cortinas y echarse atrás, sonrió y en un italiano armonioso me preguntó mi nombre. Balbuceando le contesté como pude y sin tiempo para preguntarle por el suyo, dijo: "Daniella, ¿espagnolo?". Sí -le contesté. Y comenzó a susurrarme en un castellano disfrazado de italiano los versos de un poema que parecían describir a la perfección la forma de la luna que reinaba aquella noche. Cuando acabó se quedó mirándola fijamente, casi absorta en su belleza y, después de unos segundos, volvió a mirarme y dijo:
- Cuando no puedo dormir, me asomo a la ventana y contemplo el reflejo de la luna en el agua. Pero no siempre está. Así que disfruta esta noche de su brillo en las ondas, porque puede que mañana sea tarde.
En aquel instante sentí el deseo de bajar corriendo la escalera y cruzar la calle hasta su portal. Pero entonces me acordé de que en Venecia, los amantes sufren a diario la frontera que en sus calles desdibuja el mar. Que aunque escasa era la distancia entre los dos, por debajo una barrera de agua impedía que nos pudiésemos besar.

Y es que Sucede Que Hoy recordé un canal de Venecia...

8 comentarios :

Encarni | 16:03

Bonita situación, no se si tendré tiempo suficiente con una vida para recorrer todos esos bellos lugares que el mundo esconde y vivir algunos de esos momentos que tú describes cada noche. Me quedo con una frase que me ha hecho pensar "...disfruta esta noche de su brillo en las ondas, porque puede que mañana sea tarde." Hay quien dice que "nunca es tarde si la dicha es buena", pero eso no siempre es cierto, porque en esta vida como ya he dicho alguna vez, a veces "luego" es demasiado tarde. Esos canales de Venecia representan ciertas circunstancias de la vida, puede que tengamos algo al alcance de la mano pero a veces no es tan fácil de conseguir como aparenta. No siempre las cosas son como nos gustarían. Como verás no he empezado la semana siendo muy optimista, seguro que pronto soplan nuevos vientos.

Espero que estés ya mucho mejor.

Mil besos.

Pablo Martín Lozano | 20:24

Seguro que la vida te regala momentos inolvidables en lugares increíbles. No siempre hace falta irse lejos para encontrarlos o para que un momento se quede grabado en la memoria. En cualquier caso cada día es más sencillo viajar y moverse por el mundo. Lo importante es no tener prisa. Yo me siento muy afortunado por la cantidad de países y ciudades que he visitado este año. Ojalá pueda mantener el ritmo, aunque es difícil.
Con los canales de Venecia quise jugar a la metáfora y veo que lo entendiste bien. A veces lo que tenemos a poca distancia no es fácil de conseguir.
Que tu semana invierta los polos y llegue el viernes con una gran sonrisa.

Besos y gracias.

Anónimo | 21:05

La descripción inicial me parece sencillamente genial. Suena a sinfonía y huele a Venecia por cada una de tus palabras. Luego el relato vuelve a la imposibilidad de acercarse a una persona amada, un tema reiterativo tuyo, de ahí el comentario que te hice sobre la lectura entre líneas de una persona a la que a pesar de su realidad y proximidad, los canales no te permiten acercarte a ella. Pero recuerda que afortunadamente siempre hay puentes. Los puentes son iniciativas, momentos, aspirar a lo que uno quiere, luchar por ello día a día. Y recuerda que a veces como bien dice encarni el luego es tarde. Procura no quedarte siempre en el pudo ser, es mejor, si es posible que sea.

Juegas con las palabras y las frases con una cadencia fantástica. Me sigo quedando prendada, y fíjate es femenino de la habilidad que tienes para manejarlas. Leer lo que escribes es ver la simplicidad de lo hermoso. Muy bien, Pablo.

En cuanto a mi identidad, qué más da, soy de una ciudad que mira al mar, algo más mayor que tú, y una apasionada de la literatura, y si mis consejos sobre este aspecto te sirven me doy por satisfecha.
Un saludo

Anónimo | 21:26

Una vez más, enhorabuena.

Vera

Pablo Martín Lozano | 22:02

Hola Anónima. En primer lugar, muchísimas gracias de nuevo por tus comentarios reflexivos. Me alegro de que te guste el texto.
Por la noche recordé un canal de Venecia que me enamoró este verano y la historia vino conforme iba escribiendo los renglones. Sabía dónde ambientarla, adónde quería llegar, qué sentido metafórico quería plasmar, y el resto vino solo.
Es cierto que siempre hay puentes que nos ayudan a cruzar las dudas, las indecisiones, los canales. Sin embargo hay veces que somos nosotros mismos los que derrumbamos esos puentes o los pasamos de largo.

"Leer lo que escribes es ver la simplicidad de lo hermoso". Sólo con ese comentario ya se me habría dibujado una sonrisa. Gracias, de verdad.
Y en cuanto a tu identidad, bueno, ya sé algo más, y como más cómoda te sientas, pero ojalá pueda disfrutar con nombre o sin nombre de tus consejos por mucho tiempo.

Saludos y gracias.

Pablo Martín Lozano | 22:03

Y una vez más, muchísimas gracias Vera.

Un beso.

Anónimo | 22:09

ME ENCANTO PABLO

UN ABRAZO Y UN ENORME BESO

CARO

Pablo Martín Lozano | 22:12

Hola Carolina! Muchas gracias. Me alegro mucho de que te gustara.

Otro abrazo y otro enorme beso.