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La Visita De Un Ángel

Creo en la belleza pura desde el momento en que te vi sentada con tu cámara de fotos entre las manos iluminando tu rostro con la luz que irradiaba la pantalla. Rodeada de gente y sola, tan infinitamente sola que a pesar del vocerío y los empujones creí compartir sólo contigo aquel lugar de ensueño. Más tarde descubrí que tus ojos y tu piel brillaban sin necesidad de la luz reflejada de tu cámara fotográfica. Era el aura que te rodeaba; la finura del ángel caído de un lienzo renacentista. Miré al cielo y observé un hueco entre las nubes que parecía conectar directamente con el paraíso en el que comencé a creer desde que te vi sentada y supe que belleza como la tuya no podía ser cosa de este mundo. Seguramente habías descendido como un rayo de luz hasta posarte en aquel banco de piedra ocre con la misma suavidad con la que luego ondearía tu vestido negro. Se reinventó la perfección aquella noche con tu presencia. Cuando mis ojos te perdían era como querer respirar estando bajo el mar azul y profundo que nos rodeaba. Como morir ahogado entre almohadones como los que te rodeaban la primera vez que mi mirada rondó tu figura y cayó irremediablemente en el embrujo de tu ombligo. Volvería hasta aquella noche una y mil más si tuviera la capacidad de controlar mis sueños. Viajaría hasta el momento en que te descubrí entre la gente y comenzaría a reescribir la historia. Pondría el modo "pause" a tu alrededor y me acercaría poco a poco hasta ocupar el lugar de tu lado, rozándonos piel con piel. Te cogería de la mano y te invitaría a escapar en busca de un rincón secreto para entregarnos al más intenso, loco y desenfrenado amor. Te coronaría reina de la noche y dueña eterna de mi devoción. Y emborracharía de champán y de tu desnudez hasta caer dormido con tu cabeza sobre mi pecho y las pieles intercambiando todo su calor.

Y es que Sucede Que Hoy recordé la visita de un ángel...

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Huye De Mí

Por si esta noche te veo quiero decirte que huyas tan pronto mi sombra ronde tu figura. No importará lo que estés haciendo en ese momento, con quién compartas mesa o cigarrillo, tan solo márchate sin dar explicaciones. Trata de disimular tu rostro de sorpresa y date la vuelta hasta desaparecer sigilosamente entre el tumulto. Que no te alcance, por favor, no dejes que te alcance en ningún caso, porque si lo hago ya no tendrás escapatoria. Ya nada podrá frenar mis labios que se lanzarán como posesos a los tuyos para devorarlos a fuerza de besos profundos. Ya nada podrá frenar mis manos que pasarán rozando tu cintura hasta cogerte con firmeza por la espalda y apretarte contra mi cuerpo en un abrazo apasionado que te cortará por momentos la respiración. Ni nada podrá frenar mi imaginación ni mis ganas de ti que comenzarán a gritarme por dentro diciéndome que olvidemos al resto y nos vayamos a sonrojar a la luna con nuestros cuerpos entregados al sudor. Mi voz entrecortada por la falta de aire te susurrará al oído los versos del poema que escribí pensando en ti una noche de abril embrujado por la primavera. Será tu perdición; seré tu perdición. Debes huir y dejarlo todo atrás sin preocuparte de nada más que ir abriendo cada vez más trecho entre tú y yo, porque esta noche muerdo y quemo y temo por ti; porque esta noche quiero encontrarte y que seas sólo para mí.

Y es que Sucede Que Hoy salgo después de los exámenes...

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Amores De Peluquería

- ¿Puedo decirte algo ahora que nos hemos quedado a solas?
- Qué miedo. Dime.
- Verás...no puedes venir a trabajar a una peluquería de hombres vestida con esos leggings negros que parecen una segunda piel, ni con esa camiseta blanca ajustada que transparenta tu sujetador de rayas como las de una fiera salvaje. No, no puedes. No puedes pretender que no mueva la cabeza para seguirte con la mirada aún cuando me haces agacharla para retocarme la nuca. Ni que levante los ojos por encima de la revista que aparento leer para recorrer tu figura de arriba a abajo. No, no puedes.
- ¿Pues sabes qué?
- Dime.
- Que tú tampoco puedes venir a que te corte el pelo con esa cara que dios te ha dado y obligarme a que sean las tijeras y no mis manos las que lo acarician. Ni obligarme a que tenga que mirarte a través de un espejo en lugar de tenerte frente a frente y hacerlo directamente a tus ojos y a un centímetro de ti. No, no puedes. No puedes hacer que tenga que estar por encima de ti mientras estás sentado cuando lo que desearía sería estar justo debajo, boca arriba y no precisamente sentada. Ni pretender que mi mente no viaje por debajo de la tela negra que cubre tu ropa para no llenarte de pelos e imaginar que no existen ni la maldita tela ni la ropa. No, no puedes.
- En fin...¿Cuánto es?
- 8€ y una cena mañana en mi casa.
- Quédate con el cambio. Llevaré champán.

Y es que Sucede Que Hoy reconstruí pasiones de peluquería...
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Y Vuelves Sin Avisar

Que me devuelvan el dinero que gasté en terapias y pastillas para olvidarte. Que preparen de nuevo mi habitación en el manicomio del desamor. Que vayan cambiando las sábanas de la cama en la que permanecí acostado los largos meses de tu adiós. Que aireen el zulo en el que me recluí mientras tú marchabas sin volver la vista atrás. Que me vuelvan a recetar aquéllos fármacos que me hacían perder la noción del tiempo y me dejaban en estado vegetal hasta que se pasaba el efecto y volvía a la dolorosa realidad. Que preparen mis maletas con lo las ropas viejas rotas de los tiempos de la histeria sin control. Y que vuelvan a cargar de agua la pistola con la que creía dispararme cada mañana dispuesto a decir mi último adiós. Que excaven en la tierra un socavón lo suficientemente grande como para que quepamos yo y todo mi dolor. Y que hablen con quien deban para que mi poca herencia se la lleven los que necesiten una cura de corazón. Que se vista mi abogado y se presencie cuanto antes para estar en el momento de mi defunción. Entretanto que se alejen los que nunca me dejarían terminar con esta desazón. Que se acerquen enemigos y farsantes para que tengan la oportunidad de redimir sus penas y ser absueltos por mi última sonrisa de paz interior. Y que si algún día me canso de las alturas y regreso, sólo sea para cuidar de ti a pesar de que seas la causante de mi pena y de esta sinrazón.

Y es que Sucede Que Hoy te recordé después de tanto...

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En El Desvelo Caluroso

Seguía esperando el sonido del teléfono, pero el único sonido que escuchaba era el del viejo aparato de aire acondicionado suspendido sobre la puerta y el murmullo ininteligible de la cadena de televisión extranjera a la que ya no atendía. La habitación de aquel hotel se hacía cada vez más y más pequeña conforme la espera se prolongaba. Del otro lado del cristal de la ventana, las cortinas de una vecina de paso y desconocida ocultaban los secretos de su intimidad, los motivos de su estancia en aquel otro hostal, la conversación que mantenía por teléfono -ella sí que había tenido la suerte de escuchar aquel sonido-, el color de sus sábanas, su compañía si es que la tenía... Los destellos que se veían en la habitación hacían intuir que ella también estaba viendo la televisión, o al menos, como en su caso, la tenía encendida. Se preguntó si ella entendería lo que decía aquel presentador de pelo blanco que no cambiaba el gesto mientras disparaba palabras a toda velocidad. Se levantó y corrió del todo las cortinas para perder el tiempo observando a aquella chica mientras trataba de encontrar el sueño perdido. Apagó el televisor y la luz de la mesita de noche y se sentó en la cama con la espalda apoyada sobre el cabezal, dispuesto a desentrañar la historia, su historia, la historia de aquella que se había convertido en su compañera de desvelo sin ser consciente de ello. Entretanto la noche caía calurosa sobre la ciudad...

Y es que Sucede Que Hoy ocurrió sin más...

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Dans Le Palais Bulle

Entre burbujas de fino hormigón, luces de colores, música y alcohol -demasiado alcohol-, cientos de personas bailan y hablan de promesas de futuro, sueños y caminos recorridos o por recorrer. El idioma no es obstáculo cuando en los ojos luce el brillo de la emoción. Un lugar de cuento, diseñado por y para la locura, la fantasía, los sueños y delirios de sus habitantes -aunque sólo lo sean por unas horas y gracias a una pulsera naranja de procedencia sospechosa que acredita su dudosa, pero real al fin y al cabo, presencia en la lista de los elegidos-. Cuestión de privilegios; como todo, como siempre. Y contra ellos, los descarados, como en este caso yo. Y en medio de aquel oasis de ocres y verdes sobre un mar azul, el lujo se respira entre carteles de "se mira pero no se toca" y "mírame porque nunca me tendrás". Un lugar donde las curvas se encuentran por doquier, ya sean en su versión de cemento o en la de carne y piel. Una estética cuidada, sublime, de formas sinuosas y trazados imposibles. A las espaldas, una colina poblada de árboles y plantas de todos los colores y fragancias; al frente un mar abierto teñido de luna y veleros anclados a la espera del sol siguiente. Y entre ambos el retiro de un grande de la moda que abrió las puertas de su palacio a unos pocos acostumbrados y a otros muchos fascinados como toda primera vez. Contagiado por la magia del lugar y embriagado por la noche y el deseo de no llegar a despertar, exprimo al máximo la oportunidad y recorro sus pasillos por si jamás los volviera a pisar.

Y es que Sucede Que Hoy estuve en casa de Pierre Cardin en Cannes...

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La Vida


¿La Vida?


Para unos tanto...para otros tanto más...



Y es que Sucede Que Hoy vi el lujo de cerca y pensé...

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Te Quiero, Sin Miedos

Tan lejano como que entre los dos existe una frontera que nos separa, pero tan próximo y cálido como el que siempre soñé con darte y nunca llegó salvo para regalarme el primer beso. Hoy quise abrazarte y lo hice, aunque mis brazos no rodeasen físicamente tu cuerpo. No sentí tu pecho contra el mío, ni tu pelo se enredó en mis labios, ni sentí tu respiración en mi cuello erizándome la piel. Sin embargo sí que sentí tu corazón latiendo en la distancia, pude ver la sonrisa en tus labios y experimenté la intensa sensación de felicidad y bienestar de un reconfortante abrazo. Sin más amor que el que derrocho en amistad hacia ti, a pesar del poco tiempo; sin mas pasión que la que todo abrazo merece sea o no de amor; y con todo el cariño que te tengo. Un cariño puro y transparente que terminó por cobrar mas sentido que el amor apresurado y loco que nos invadió durante un largo y frío último mes de año. Te quiero, y lo digo sin miedos, sin frenos, sin temblores de lengua ni titubeo en los labios. Te quiero y más que nunca, porque una vez superado el frenesí he comprendido que lo nuestro es sincero y auténtico. Que vienes conmigo a todas partes sin necesidad de desplazarte a mi lado; que siento que me has robado un trozo de alma y a la gente que consigue eso no puedo sino brindarle todo mi cariño. Te quiero por eso y por todas otras tantas cosas más. Pero lo importante no son esos motivos, sino los que me llevan a poder decírtelo sin tapujos. Te quiero sin miedos, sin vergüenzas y sin pretensiones, porque lo importante es que dejé de quererte "para" y comencé a quererte "como": como un alma gemela.

Y es que Sucede Que Hoy senti tu abrazo en la distancia...

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Cannes

La Costa Azul francesa me espera. Pasaré los próximos siete días en Cannes, asistiendo al mejor festival de Publicidad del mundo. Seminarios, talleres, charlas, conferencias...pero también playas, sol, turismo, amigos... Y todo esto en mitad de exámenes. Pero qué se le va a hacer. Las oportunidades o las aprovechas tú, o alguien lo hará por ti. Además todo sabe mejor cuando es a consecuencia de un éxito personal. La recompensa al buen trabajo y al esfuerzo. Intentaré escribir desde allí, a pesar del poco tiempo libre del que dispondré. Gracias a todos los que todavía entráis cada noche, o cada día, en busca de nuevas historias. Y que siga la magia de las letras...

Y es que Sucede Que Hoy viajo a Cannes...

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Hoy

He pasado más de mil días con sus mil lunas esperando a que volvieras. Mil días con sus mil lunas sentado frente a la ventana para verte girar la esquina y bajar a tu encuentro. Y hoy al fin regresas. Pero llegas cambiada. Eres otra. Ni siquiera recuerdas mi nombre, ni mi voz, ni mis ojos. El tiempo y la distancia te han cambiado. Ya no eres aquella chica ingenua y alegre que me regaló el primer beso. En nada te pareces a la dueña de aquella sonrisa que me hacía despertar cada día. Te fuiste en busca del sur y perdiste el norte. En tus manos ya no siento la calidez y el pulso de tu corazón como cuando estaba sintonizado con el mío. Tu rostro, tu pelo, tu cuello. ¿Qué ha sido de ti, niña? ¿Qué ha sido de ti? Mil días con sus mil lunas esperando para esto. Para este (des)encuentro. La de noches que me giré sobresaltado en busca de tu cuerpo entre las sábanas y me venció el desvelo al reconocer que ya no estabas allí. El frío de tu parte de la cama ha sido mi única amante desde tu partida. Te he guardado todo el respeto, incluso después de perderlo el día de tu adiós. Mis labios siguen sin probar otros besos. Mi cuerpo sigue siendo virgen de otras manos. Te diría que hasta mis ojos no han dejado de mirarte sólo a ti en este tiempo. Pero ahora no me reconoces. ¿Qué te han hecho, niña? ¿Qué te han hecho? ¿Quién te ha robado el ser? ¿Quién te ha extirpado el alma? Mil días y sus mil lunas esperando a que volvieras y hoy que has vuelto desearía no haberte encontrado, pues era más dulce la espera, que el amargo trago de saber que ya me has olvidado.

Y es que Sucede Que Hoy una canción me transportó...

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A Tu Encuentro

La lluvia va borrando las marcas de las ruedas sobre el asfalto tras de mí, ocultando el rastro que dejo mientras acorto la distancia que me separa de ti. Voy a buscarte, a encontrarme contigo bajo esta lluvia inesperada. A pisar lo charcos y reír como cuando la edad nos lo permitía, para así estar más cerca de la época de nuestro amor. Bendita juventud, bendita ingenuidad, maldita separación entre imposición y libertad. Mientras me acerco recorro las calles que paseamos juntos y la lluvia ahora parece limpiar el polvo que oculta nuestras huellas después de los años y rescata nuestros pasos entre adoquines que pisamos una y otra vez. La ciudad está desierta. Todos duermen, o se cobijan, o se atrincheran ansiosos frente a su televisor a la espera del beso final de la película. Los protagonistas somos tú y yo, espontáneos, actores improvisados filmados por la luz de un relámpago. Ya me acerco al lugar, al punto exacto donde he de encontrarme contigo en la oscuridad, aunque todavía no lo sepas. Será llegar, cerrar los ojos y esperar a que vengas, porque sé que vendrás. No tengo dudas, nunca fallas. Sólo dos calles, igual de mojadas que las primeras me separan de ti. Al fin llego. Apago el motor, entro en casa y abro la cama. Ya es cuestión de segundos.

Y es que Sucede Que Hoy volviste en sueños...

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Dilema

Siento, aunque a veces también pienso.
Pienso, aunque a veces también siento.
Lo primero mientras pienso.
Lo segundo mientras siento.
Pienso y siento al mismo tiempo.
Aunque a veces también miento.

Y es que Sucede Que Hoy sólo jugué con las palabras...

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Ya Se Acercan

Un goteo ininterrumpido y constante me mantiene en vilo mientras la luz de la farola atornillada junto a la ventana parpadea al compás alumbrando la estrecha calle sólo a medias. El paisaje es tétrico. La noche oscura y pesada. El calor me pega a las sábanas y de vez en cuando escucho pasos que se acercan por el pasillo y más tarde se alejan en busca de su alcoba. Sobre la silla, situada junto a la cama a modo de mesilla de noche, descansa boca abajo el álbum de fotos entreabierto. Tac, tac, tac, tac... Malditas cañerías. El sonido de la nieve del televisor desintonizado se ha convertido en silencio; el mando a distancia hace de cuña debajo de unas de las patas del armario destartalado y no me siento con fuerzas de levantarme para apagar el viejo trasto directamente del botón. Entretanto mis ojos se hipnotizan y creen adivinar formas entre el granulado gris de la pantalla. Un rostro, un árbol, una mano. Nada de aquello es real. La realidad perdió sentido hace varias horas. Me abandonó en el momento previo al desconcierto. Yo no quería. Yo no quería hacerlo. Todo ocurrió tan deprisa. Yo no quería y sin embargo lo hice. Y ahora aquí estoy. Recluido en un cuchitril con las paredes forradas de papel amarillento por el humo de los tantos cigarrillos que se han fumado entre ellas. Preso en un sentimiento de culpa que ya nunca me abandonará. Yo no quería, lo juro. Ese no era el plan. No era lo que habíamos acordado. Qué fácil es perder los papeles. Qué imposible sobrevivir después al arrepentimiento. El corazón se me acelera al escuchar a lo lejos las primeras sirenas. Ya se acercan. Ya se acerca; mi final se acerca.

Y es que Sucede Que Hoy cambié de registro...

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Encuentro Lejano

Al fin había llegado el viernes. La semana había sido dura y nada tenía más valor entonces que los dos días que había por delante para desconectar del estrés laboral. Serían poco más de las cuatro de la tarde cuando, dispuesto a liberar tensiones y respirar aire puro, salió de la habitación compartida de la residencia en la que vivía desde hacía un mes, en una ciudad que siempre le había fascinado y que aquel verano se había convertido en su hogar. Se dirigió hacia uno de los tantos parques con los que contaba aquella urbe y, después de los estiramientos de precalentamiento, comenzó a correr entre las familias que paseaban con sus niños, los ancianos que conversaban en los bancos, las ardillas que correteaban curiosas entre la hojarasca y los otros tantos que, como él, se habían tomado aquella tarde de viernes como momento de relax y deporte. Mientras recorría los carriles improvisados de aquel lugar y se cruzaba con la gente, comenzó a recordar a todos los que había dejado atrás, en su ciudad, hacía ya más de un mes. Familia, amigos, conocidos... Hace falta irse fuera para valorar lo que se tiene. Y conforme las diferentes imágenes se sucedían en su cabeza casi al mismo ritmo que su respiración acelerada, un rostro se coló en su mente con tal grado de realidad que por un momento creyó estar viendo a aquella persona físicamente. Fue un golpe de vista, un cruce fortuito de miradas con una chica que caminaba con aires de turista perdido por aquel inmenso laberinto. Había sido un vistazo tan fugaz, que ni siquiera reaccionó a tiempo para detenerse a comprobarlo. Simplemente siguió su marcha y pensó que aquel parecido había sido simplemente eso. Así que continuó a su marcha pero pronto se dio cuenta de que las imágenes ya no se sucedían en su cabeza. Como un engranaje encasquillado, la sucesión de rostros se había quedado bloqueada justo con aquel que creía haber reconocido en la turista perdida. Creyente como era de las casualidades y las causalidades, supo que aquello era una señal y que tenía que volver para cruzarse con aquella persona de nuevo. Dio la vuelta sobre sus pasos, aumentó el ritmo y la sobrepasó, con la intención de pararse a cierta distancia de ella para verla venir y comprobar si era o no de frente. Disimuló realizando de nuevo estiramientos conforme la joven se acercaba y, cuando ya la vista le permitió definir contornos y reconocer la figura, se le dibujó una sonrisa en la cara y no pudo contener su emoción.
- ¡No me lo puedo creer!

Y es que Sucede Que Hoy espero que este sí lo entiendas...

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¿Todavía?

¿Todavía recuerdas mi nombre? Vaya, qué sorpresa. Y cuéntame. ¿Aún guardas algún secreto de nuestro amor? ¿Algún recuerdo? ¿Alguna fotografía? ¿Algún sueño incontrolado en el que aparezco de pronto en un plano secundario? Dime, ¿cómo te fue después de todo aquello? ¿Te salió la jugada como creías? Porque tenías jugada, ¿no?. Bueno... qué pregunta. Supongo que la respuesta a todo lo anterior es un . Pero también supongo que la respuesta a todo lo anterior es un no. Porque durante aquel tiempo yo creía cosas que al final resultaron no ser. Y lo que me negaba a creer resultó ser. Así que ahora estoy en una situación similar. ¿Sí? ¿No? ¿Sí pero no? Seguramente me responderías esto último. -Sí, sí, recuerdo tu nombre, sí todavía guardo secretos de nuestro amor, recuerdos, fotografías y sí, sigues paseando por mis sueños y no en planos tan secundarios. Pero no, no me tomes en serio, yo no he dicho nada de todo lo anterior, yo no, yo no, yo no. ¡Ay! ¡O sí! ¿Qué sé yo? Mira, escúchame. Lo haga o no lo haga, nada va a cambiar. Yo seguiré con mi vida. Tú seguirás con la tuya y todo lo que vivimos seguirá siendo parte de nuestra memoria. Al menos de la mía. Porque sí, mira. ¡Estás en ella! Me persigue tu recuerdo. Me acuerdo de ti cada día. ¡Te echo de menos! Y esta lágrima que me cae es de rabia. De la rabia que me da que me preguntes esto y me hagas darme cuenta de que cometí un error. De la rabia que me da la rabia que me doy.

Y es que Sucede Que Hoy conversé con(s/m)igo mism@...

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Don Quijote De Hojalata

En un reino de madera y papel habita un noble caballero de escudo, lanza y fe. De hierro trabajado por manos de soldador, sobre la última estantería de la librería un Quijote artesanal espera paciente la hora de ser transportado a su nuevo hogar. Durante años, su diminuto cuerpo de metal se ha impregnado del olor vetusto de aquella casa a la que un día llegó de manos de quien lo había creado forjando con maña los restos de un navío encallado en el malecón. Con la punta de su lanza apunta a un cielo que siempre estará estrellado. Con sus pies de hojalata recuerda la tierra que pisó para llegar hasta su reino. En su escudo todavía quedan restos de la guerra contra el tiempo que declaró sin aliados, una tranquila tarde de verano en la que los rayos de sol entraban a sus espaldas por el balcón. Y en su alma tejida con soplete y sudor se encuentra la esencia eterna de su creador. La esencia que habrá de llevar consigo el día en que cambie de manos y comience su andadura en otro reino también de madera y papel, en otros lances que por sentencia le fueron asignados años atrás. Descenderá lentamente de su hasta ahora hogar, envuelto en paños de seda blanca cuidando su piel, y viajará en volandas hasta su nuevo lugar. Será el día en que el sol se ponga definitivamente para quien fue su artífice y una parte de su alma se reencarne en el hierro que entreteje la figura noble y erguida del ingenioso caballero don Quijote de Hojalata. Hasta entonces seguiré disfrutando de las conversaciones y las tardes con el ilustre Miguel de Cervantes que cambió la pluma por la llama y la tinta por la fundición.

Y es que Sucede Que Hoy volví a ver el futuro legado...

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¿Te Acuerdas?

¿Te acuerdas de los días en los que ocupabas cada segundo de mi vida? Las largas noches en las que te quedabas a mi lado, fielmente, colándote en el mundo de los sueños por la ranura de mis párpados, justo antes de caer vencido. O de aquellos largos paseos de tu mano, tan próximos el uno del otro, tan cercanos como para que ni siquiera el aire frío del invierno se colara entre los dos. Y las tardes eternas, sentados en los bancos del parque mientras observábamos pasar la vida. ¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas de todo aquello? Los días en que llegábamos a unir el sol con la luna entre las sábanas revueltas de mi habitación. Las noches en vela uno junto al otro, cogidos fuertemente de la mano dejando escapar suspiros. Y las tantas hojas que escribí por ti, por mí, para mí, nunca para ti. Infinitos renglones en pretéritos imperfectos. Los veranos interminables en los que no nos separábamos ni un solo segundo a lo largo del día. ¿Lo recuerdas? Estábamos tan unidos por aquel entonces. No podía imaginar mi vida sin ti. El presente se construía entonces a través de los momentos que pasábamos juntos. El mundo giraba por ti, mis días sólo transcurrían por ti y mis ojos... mis ojos sólo sabían llorar por ti. ¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas, amiga melancolía, de cuando tú eras el centro de mi vida? Ha llovido desde entonces y la lluvia ha borrado tu huella. El sol ha secado los charcos y la luz ha penetrado de nuevo. Lo que un día fue futuro se convirtió en presente, después en pretérito imperfecto y hoy por fin logró la perfección.

Y es que Sucede Que Hoy hice balance...

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