Recortes De Un Amor Lejano

La tarde pasaba lenta y el hastío comenzaba a ser del todo indigesto, cuando abrí el armario para colgar la camisa recién planchada y allá en lo alto, entre más cajas, encontré aquella en la que guardaba mis tesoros más íntimos. Era la más pequeña de entre todas las demás y, sin embargo, era la que más valor tenía. Valor sentimental, por supuesto, ya que lo que en ella se guardaba no tendría más uso que el de servir de sábana a los gatos que merodeaban el contenedor de la basura cada noche. Dentro, sólo papeles y más papeles de todos los colores, formas, tamaños y épocas. Como quien encuentra un cofre y se aparta del mundo para admirar en calma su cotizado bien, descendí la caja del altillo y la deje sobre el escritorio, mientras acababa de un soplido con la fina capa de polvo que se había formado con los años que llevaba sin ser tocada. Sentía la curiosidad del niño a quien acaban de regalarle un juguete y se desvive quitando el envoltorio, tratando de disimular la sonrisa incontrolada que se dibuja en su rostro. Con sumo cuidado, destapé la caja y de pronto me vino ese aroma a papel viejo y cerrado que tanto me había gustado siempre. Tuve la sensación de haber entrado en una vieja biblioteca repleta de volúmenes de anticuario. Lo primero que encontré fue una bolsa atada con esmero, que contenía mi vieja colección de canicas de colores, con las que tantas tardes había pasado jugando en mi niñez. Meter la mano en la espesura de sus cuerpos amontonados fue tan estimulante como hubiera sido hacerlo en una montaña de oro en polvo. Tantos recuerdos, tanta vida, tanta historia. Más abajo comenzaba el revoltijo de recortes y papeles manuscritos con las palabras tiernas e inocentes de una mente aún por corromper. Desde antiguas redacciones escolares de cuando recién había dejado el lápiz para comenzar a utilizar el bolígrafo, hasta algunos de los borradores de las cartas de amor que solía escribir. Frases, citas, párrafos enteros... Todo tenía espacio en aquel cajón de sastre. Pero si hubo algo que retuvo mi atención durante largo tiempo, precisamente por el tiempo que hacía que no lo recordaba así, fue la recopilación de papeles diminutos en los que trataba de dar forma con palabras a los sentimientos que me producían los momentos a tu lado. Recuerdo cómo deseaba que el autobús llegara pronto a casa después de una tarde de tu mano, para reflejar en aquellos pequeños recortes de papel usado, todo lo que me habías hecho sentir, todo lo que me habías hecho vivir. Releer mis propios sentimientos me transportó de inmediato al principio de un amor ya casi olvidado, más por salud que por voluntad, y me ilusionó reconstruir tu recuerdo con aquellos sentimientos con los que un día quise desafiar al tiempo y a la vida, jurando que de tu lado, nadie jamás me arrancaría.

Y es que Sucede Que Hoy descubrí la vieja caja al fondo del armario...

13 comentarios :

Anónimo | 10:29

Es increíble como consigues que sueñe con los ojos abiertos. Con solo unas palabras haces que esté sentada frente a tu escritorio pero esta vez viendo mis viejas cartas, mis lejanos recuerdos. Una vez le regalé a alguien una cajita naranja para que guardara todos nuestros recuerdos, todas las cartas que yo le escribía, fotos... supongo que ahora guardará los sueños rotos.

Has conseguido que recordara algo. Me he levantado y he ido hasta una pequeña cajita que tengo en mi habitación y he encontrado algo que había olvidado. Promesas, ahora incumplidas, con forma de papel.

Me gusta que seas tan "normal", que lo que escribes no sean historias imposibles, sino situaciones que "suceden más de lo que imaginamos" y asi es muy fácil meternos en la piel de tus personajes y dejar nuestra imaginación volar.

Otra gran obra maestra.

Mil besos.

Rosa | 12:49

Supongo que todos tenemos cajas de esas, la mia se ha convertido en un baul entero, de tantos años que tuve el privilegio de amarle, de tantas cartas escritas en la distancia, de tantos diarios para poder desahogar sentimientos que me maravillaban cada vez que le tenia a mi lado. Y es increible lo que uno solo de esos papeles puede hacerme sentir, es como volver atras por un instante y poder sentirle de nuevo junto a mi.
Hoy me has vuelto a sacar una sonrisa, al sorprenderme identificada con cada una de tus palabras. Como siempre.
Gracias. Un beso.

Pablo Martín Lozano | 15:50

Encarni: Mi escritorio es el escritorio de todos, al igual que mi caja, que puede ser esa minúcula porción de intimidad que todos poseemos en algún rincón de la casa. La mía no es naranja, pero igualmente ahora guarda sueños rotos. A mí me vino de casualidad también el hecho de volver a verla en el altillo. Me levanté y me perdí un rato entre recuerdos.
Gracias por valorar mi manera de escribir, me gusta saber que quien lo lee se identifica tanto. Lo de tu última sentencia...bueno, muchas gracias y cierra el telón antes de que me ponga más rojo.

Besos!

Rosa: Al final, la mejor caja de todas; el baúl más grande y valioso, se encuentra en el interior de cada uno. A veces toma forma de memoria, otras de corazón, pero aunque perdidos, siempre existen recuerdos que vagan por debajo de nuestra piel y nos hacen sentir vivos (aunque a veces esos recuerdos nos hagan creer que estamos muertos). Gracias a ti por tus palabras.

Besos!

Lunettas | 18:10

Una vez más... aquí me tienes, admirando tus letras.

Que curioso que también tengo esa caja, bajo mi mesa de trabajo, cargada de pasados hermosos y coloridos, cartas de amor y desamor, incluso lleno de personas que ya no están más.

Aquella que por momentos hay que abrir para no olvidar lo pasado, teniendo en cuenta no vivir demasiado en este, para no gastar nuestro presente en recordar.

Besos

Lunettas *_~

Pablo Martín Lozano | 18:23

Hola Lunettas. Ya es suficiente que leas mis letras, así que lo de admirar me asusta un poco. Es cierto que debemos abrir de vez en cuando esa caja, pero con el cuidado suficiente de no desestabilizar nuestro presente con situaciones o sentimientos lejanos. Pero el otro día la vida me demostró, que cuando se llevamos demasiado tiempo apartando a esa caja en el olvido, ella misma se encarga de mostrárnosla de nuevo.

Gracias por tu comentario.
Besos!

Carolina | 01:37

Los recuerdos...
nuestro mejor tesoro...

hermoso amar...
hermoso vivir dos veces...



un beso enorme como siempre...

saludos

Pablo Martín Lozano | 02:24

Hola Carolina...Hermoso amar, como hermoso recordar aunque en ocasiones duela.
Gracias.

Besos.

Anónimo | 18:39

Hola Pablo
que importa sufrir por algo así…sufrir por el beso y la caricia que jamás volverán
Por el olor de aquellos abrazos…pero siempre saber que amaste con toda el alma…

Así el dolor es más dulce…

Muchos, muchos besos…

Pablo Martín Lozano | 15:25

En todo dolor, siempre hay algo de dulzura, aunque a veces sólo sea el hecho de saber que todas las heridas cicatrizan con el tiempo.

Besos!

Anónimo | 20:11

Cuanta razón tienes, las cajas más pequeñas son las más valiosas. Muchas gracias por hacer que recuerde momentos que apenas recordaba, pues a la vez que leía tu escrito iba recordando mi propia caja.
Saludos!

Pablo Martín Lozano | 03:00

Hola Noelia. Las gracias debería dártelas yo por querer compartir conmigo tus sensaciones al leer lo que escribo. Me encanta que a través de mis palabras, cada uno llegue a sus propios rincones. Así que, gracias a ti y que duren mucho esos recuerdos porque, al fin y al cabo, la vida es una sucesión de recuerdos.

Besos.

Anónimo | 01:19

suele ser muy cuerto lo que escribes, ver que los recuerdos son tan solo eso recuerdos que muchas veces peueden llegar a ytansportarte en el tiempo de lo vivido.... los años y los dias pasan pero la fuerza de voluntad esta en el presente y el bahul no queda jamas en el olvido sino en lo vivido ...hermoso relato lo que escribes y mas hermoso aun es que a uno lo pongas a pensar en la caja de recuerdos que no despertastes antes de abrirla...

Pablo Martín Lozano | 02:34

Hola Anónimo, gracias por tu comentario.
La verdad, hacía mucho tiempo de este artículo, y he tenido que releerlo, pero me gusta ver que lo que escribo permanece en el tiempo...

Saludos.