Un Minuto de Retraso

Aquella mañana el tren, a punto de reemprender su viaje hacia la capital, se retrasó apenas un minuto que para alguien significaría toda una vida. Con el rocío todavía dibujando trayectos imposibles en las ventanas del vagón, a Adela se le pasaron millones de imágenes por la mente mientras el pulso se le aceleraba y una lágrima rodaba triste y fría por su mejilla. Desde afuera, Ernesto, su novio, le decía el último adiós con una mano afligida por el peso de la pena que le suponía saber que no conocía cuándo volvería a sentir entre sus brazos a la mujer que ahora se le escapaba a bordo de un tren que anunciaba su inminente salida. Ya con muchas lágrimas derramándose sin piedad por el rostro, Adela lentamente buscaba su asiento comprobando el número emborronado del billete que sostenía temblorosa recogiendo el llanto que sus ojos desprendían incapaces de soportar tanta carga emocional. Sin saberlo, en ese instante, estaba siendo el centro de atención de todos aquellos que todavía no se habían rendido ante el sueño en aquel vagón. Cuando al fin localizó su asiento, se paró frente a él, y el hecho de ver que el contiguo se encontraba vacío le provocó un sollozo que no pudo contener. Sin fuerza en los brazos trató de subir sin éxito la pesada maleta que cargaba equipaje suficiente como para no saber la fecha de su regreso. Si algo había incierto en la mente frágil y turbia de Adela era precisamente la idea de un regreso que ahora se antojaba lejano. Y mientras Ernesto ya se aproximaba cabizbajo de vuelta al coche, y arrancando con premura la maleta de las manos al hombre que se había ofrecido a ayudarle, Adela salió a toda velocidad de aquel vagón en el que ya nunca viajaría. Y gritando el nombre de Ernesto fue hacia él dejando atrás un tren que emprendía el viaje con un minuto de retraso; el que hizo que la aturdida cabeza de Adela tomara la decisión correcta a tiempo.

Y es que Sucede Que Hoy te vi entrar llorando al tren...

6 comentarios :

Maria del pilar | 12:54

Bella y dulce historia !!!! con final feliz. Hay trenes que no se deben tomar y todas las fuerzas positivas del universo se ponen en marcha para trabajar y ayudar a que en el minuto final se tome la mejor decisión......caminar en compañía junto al verdadero amor de la vida!!!

Gracias Pablo por la bella historia que nos ayuda a alegrarnos el día!!!!!

Un beso

Pilar

Pablo M. Lozano | 13:55

Hola Pilar.
Me alegro de que te haya alegrado el día y te guste la historia.
Hay trenes que no puedes dejar pasar, pero justo quería hacer ver que cuando no dejas pasar uno, estás perdiendo otro que en ese instante está partiendo. En este caso, subirse significaba perder el tren del amor y finalmente no ocurrió.
Gracias por tus palabras.

Maria del pilar | 15:41

Por supuesto!!! es cierto que muchas veces has de dejar pasar un tren para no perder el que verdaderamente quieres coger. Gracias por hacernos ver el doble fondo..... que los bonitos y dulces instantes sigan sucediendo.

Un beso

Pilar

Pablo M. Lozano | 15:46

Gracias a ti en este caso y a todos en general por vuestro interés y comentarios.

Saludos.

Encarni | 19:37

A veces la decisión resulta muy complicada, más de una vez hemos querido saltar en marcha de ese tren, barco, avión... que nos separa de esa persona tan especial. Pero cuando se trata de elegir realmente no debemos esperar a tener la suerte de que aún quede un minuto robado porque no siempre llega. Uno debe decidir cuando aún tiene tiempo y aunque el corazón nos de tantos dolores de cabeza es el motor que mueve nuestras vidas, porque aunque sea correr el mayor de los riesgos mi corazón suele marcar los pasos de mi vida. Aunque a veces la cabeza ha salido a rescatarme. En esta historia, afortunadamente, el corazón rescató a la cabeza.

Me encanta que hayas regresado.

Mil besos!

Pablo M. Lozano | 22:26

Hola Encarni, gracias por tus palabras. Cabeza-corazón, un clásico. Una batalla difícil de lidiar pero que nos mantiene vivos. Pensar o sentir...

Un beso!