Cuando Arde En Mí Tu Recuerdo

Cuando arde en mí tu recuerdo y me llena de dolor, trato de cerrar los ojos, de no buscarle explicación. Y es que hoy me he dado cuenta que por más que deje pasar el tiempo, por más que trate de vender tu imagen al viento, te sigo sintiendo demasiado cerca y a corazón abierto. Que sigo en vilo, que no te tengo; que pruebo suerte y no te encuentro. Salgo cada día y te busco entre la gente, te busco entre los coches, te busco eternamente. Paso por tu calle a la deriva, paso casi de puntillas, paso pero no consigo verte. Recorro la ciudad, visito más rincones, camino tras tus pasos y me pierdo en mil lugares. Silencio los minutos del reloj, invento una coartada, te pienso en otros brazos y a los pies se me desprende el alma. Lloro, callo y grito de rabia por tu ausencia, mientras tú apenas recuerdas, mientras sigues en tu mundo ajena. Sólo trato de endulzar mi vida, de omitir mentiras, de empezar de nuevo la partida. Pero sigues paseando por tu playa; lejos, fuera, sola, muerta. Tu recuerdo es incesante y tus ojos son puñales que afilados hieren hasta ver correr mi sangre. Sangre por la que un día luchaste, por la que un día cometiste el grave error de amarme. Imagino tus palabras a lo lejos y descifro tu mensaje en pro del tiempo; que no es hora, ni es momento, que te espere para luego. Y ese luego se hace eterno como el silencio entre los dos, como la lluvia que resbala y penetra en mi interior. Ahora todo está mojado, está quebrado y sin sabor. Ya el retraso es pesado y me embriaga el amargor. Que las noches son eternas y de día ya no luce el sol; que el invierno aún no ha llegado y tiritando está mi corazón. Un fugaz encuentro, una sola situación, apenas pido nada, ya me basta con tu amor. Una foto renovada donde aparezcamos tú y yo, o que leas por descuido aquellos versos que te regalé y hoy descansan solitarios en el fondo del cajón. Que tu escudo y tu armadura oxiden pronto y se desprendan de tu cuerpo, para aprovechar así el instante y lanzarte de nuevo la flecha de mi amor. Una flecha envuelta en llamas, directa a tu corazón; una flecha que enfilada, vuelva a abrirse hueco en tu interior. Porque sé que andas en duda, que en la noche en mí te escudas y es el día quien te llena de dolor. Lo he intentado demasiado y mis fuerzas ya han flaqueado, ahora es sólo tuyo el turno, haz que vuelva a creer en algo. No, no es que tire ya mis ganas, no es que derrotado alce los brazos, es que pienso en el mañana, es que añoro tus abrazos.
Y es que Sucede Que Hoy me permití una declaración prosopoética...