Pasión En Sus Miradas
Bañados por la escasa luz de una noche estrellada sobre el suelo de París, dos amantes se miraban con deseo, frente a frente, muy de cerca. En el cruce de sus miradas se intuía un rayo de energía pura que iluminaba sus rostros con la magia de un reflejo apenas perceptible. Saltaban chispas y crepitaban los sentimientos ahogados en un mar de frialdad, que por momentos parecía disecarse, acercando el error hasta la dudosa frontera de la voluntad. Era tal la profundidad de aquella mirada, que en ocasiones creían desnudarse con solo penetrar, a través de sus pupilas, hasta la misma esencia del otro. Admiraban el destello de sus pieles y quedaban prendados del brillo de unos ojos que por momentos parecían miles. Se amaban intensamente aquella noche, como si la suave brisa que acariciaba sus cuerpos fuese la última que hubiera de llenar sus pulmones, como si al deseo irrefrenable de tenerse el uno al otro se le acercara la fecha de caducidad. Y así enloquecían cara a cara, separados sólo por un espacio plagado de ilusiones y lujuria, mientras los minutos avanzaban en un reloj que no quiso escuchar sus plegarias y arremetía con fuerza contra las horas que les separaban del alba. Sus labios intercambiaban palabras que avivaban la pasión de una sangre que corría ardiente por sus venas, cautivando los sentidos entregados al éxtasis celestial disfrazado de pecado. Hacían el amor con la mirada y compartían besos, caricias y abrazos sin el más mínimo roce entre sus cuerpos. Todo era puro y casto gracias a la sensualidad entregada en cada lapso entre pestañeo y pestañeo. Eran dueños de la noche, dueños del espacio, dueños de las miles de miradas que lanzaban avizores desde abajo los espectadores como yo. Los amantes que encandilaban con su baile de silencios y promesas, no eran otros que la luna y la majestuosa Torre Eiffel, en su propósito de conquistar al astro y ser reflejo de su blanca luz.
Y es que Sucede Que Hoy respiré de nuevo el ambiente parisino...
2 comentarios :
la verdad es que es espectacular todo lo que vimos, pero me quedo con esa noche tirados en el cesped contemplando lo maravilloso de su esplendor. Ya te he enviado las fotos, no he podido antes y además no he podido comprimirlas. Ten paciencia. Un besote!
Hola Laurita. Yo lo comenté también; lo mejor del viaje la última noche a los pies de la Torre Eiffel iluminada, contemplándola tumbados en el césped. Tiene algo que enamora, como París en general, pero especialmente la Torre me encandiló.
Un beso fuerte y gracias por todo lo que has aportado para que el viaje fuera así de especial.
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