Noche De Luna Llena

Cogió los prismáticos y salió al balcón para observar de cerca el rostro de la luna llena que iluminaba el cielo de aquella noche de verano. Le asombraba la perfección de aquel círculo blanco y radiante que resplandecía impetuoso con la seguridad de quien sabe que el sol se desvive por reflejarse en su piel de cráteres y polvo. Buscaba y buscaba entre la estampa luminosa que se abría ante él, los ojos que tantos le presumen a la luna, e incluso la sonrisa que parece esbozar en las noches en que todo fluye alegremente. Los más melancólicos afirman en cambio que la mayoría de días muestra un rostro apesadumbrado. Y luego estaba él, que no tanto por llevar la contraria, como por ser dueño de sus propios argumentos, siempre decía que la luna era el reflejo de la mirada, que a su vez era el reflejo del alma, por lo que según la alegría o tristeza del alma y por tanto de los ojos de quien la miraba, el rostro era uno u otro. En aquel momento nada le importaba tanto como impregnarse de su luz y su magia, para sentir que todo el universo continuaba en su viaje eterno, del que él era sólo un pasajero más. Era en noches como aquella cuando se percataba de la ridiculez y la grandiosidad del ser humano. Un ser tan diminuto que, sin embargo, era pieza clave de aquel sistema, es más, que sin embargo era parte de aquel universo. Y cuando al fin logró dejar su mente en blanco y simplemente disfrutar del momento, creyó ver gracias al aumento del prisma a un ser, diminuto por la distancia, sentado en la ladera de uno de los miles de cráteres que se abrían como vestigios de la brutalidad de una guerra cósmica, de la que el astro blanco no salió bien parado. Atónito ante lo que acababan de ver sus ojos, apartó la vista de los prismáticos, limpió sus cristales, frotó sus ojos con las manos y volvió a observar. No es que entonces aquel ser extraño siguiera en el mismo lugar, sino que, ahora, parecía haber aumentado de tamaño y saludaba sonriente desde la distancia, directo al balcón desde donde miraba. Por segunda vez apartó la mirada, se lavó en esta ocasión la cara con agua fría y volvió intrigado hasta el balcón. Retomó los prismáticos y levantó la mirada hacia la luna que seguía igual de blanca y refulgente. Y allí volvió a encontrar lo mismo, pero todavía más de cerca, tanto, que pudo captar con claridad la escena y observar que aquel que saludaba a miles de kilómetros, no era otro que él mismo en esencia pura. Y comprendió que bastaba soñar y desear estar en un sitio, para burlar las reglas establecidas por un mundo caduco que reclama cambios trascendentales.

Y es que Sucede Que Hoy la luna brilla llena...

6 comentarios :

Anónimo | 04:08

Hola Pablo ... qué bella la luna !!!
no??.
Perdón por no dejar la dirección (www.xochiquetzalli.blog.com)
Permiteme hacerte una pregunta ¿cómo ha sido eso de la sirena? yo tadavia tengo mis dudas. Después te explico porque.

Un besote

Pablo Martín Lozano | 12:38

Hola Marlene, la luna de anoche era demasiado especial. Blanca, grande, brillante, plena...
En cuanto a la sirena sólo te diré una cosa: imagina tú cómo quieres que sea y así habrá sido para ti. La magia no está en transmitir una verdad universal, sino en que lo que transmitas se convierta en la verdad personal. Imagina tú la situación.

Un beso.

Anónimo | 10:40

Recuerdo perfectamente esa noche de Luna llena, en esa ocasión me encontraba muy cerca de ti, en el Perelló. Desde las grandes cristaleras del salón podía contemplar la grandiosidad de la Luna, el bello reflejo que provocaba en el mar, situado frente a mis ojos, y como no, sentir la energía que regalaba aquella noche.

Los dias de Luna llena jamás pasan desapercibidos en mi vida, me gusta tanto... Es una suerte poder disfrutar de ese momento varias veces al año.

Cuando es Luna creciente me gusta imaginarme tumbada sobre ella, observando las estrellas desde alli, dejando mi mente en blanco.

Dices algo muy cierto, basta con soñar y desear estar en un sitio para llegar a él.

Bonita noche, sin duda alguna.

Mil besos.

Pablo Martín Lozano | 15:43

Pues que suerte la tuya que, como yo, pudiste disfrutar aquella noche no sólo de la luna ya hermosa de por sí, sino de su figura esplendorosa desde las aguas que bañan la costa valenciana, jeje. Fue preciosa, como cada vez que se quita la vergüenza y se muestra de cuerpo entero y desnudo. Esperaremos a la siguiente.

Besos!

Marco | 18:40

esas noches me son tan familiares, agobiado de tanta inmundicia superflua me refugio en aquel pedazo de cielo, aquel que refleja tanta paz, realmente es una poesia sublime brillante entre copos monocromáticos...saludos

Pablo Martín Lozano | 18:50

Hola Marco, gracias por tu comentario. Al ser un post antiguo, me has hecho releerlo y recordar. Ese pequeño gran espacio al que todos tenemos alcance es un regalo.

Un saludo!