Ya lo decía Heráclito...

Ya lo decía Heráclito...

Hace cosa de dos días recibí un correo de un antiguo profesor mío de Filosofía (si bien nunca ha dejado de serlo y de hacerlo ha sido para ascender al rango de maestro) que me hizo recapacitar. Su mensaje era muy claro:

"Querido Pablo la vida consiste en ser el mismo pero nunca ser lo mismo"

A partir de ese momento el complejo engranaje de mi mente se puso a trabajar analizando cada una de sus palabras y otorgándole sentido a la sentencia.

"Todo fluye, dijo Heráclito. Todo está en movimiento y nada dura eternamente.
Por eso no podemos descender dos veces al mismo río, pues cuando desciendo al
río por segunda vez, ni yo ni el río somos los mismos".

Este es un extracto del libro titulado El Mundo de Sofía del noruego Jostein Gaarder. Es una de esas novelas por las que debes agradecer a quien te hizo leerla algún día. Un sencillo pero ilustrador repaso por la historia de la filosofía occidental. Y lo que dice es cierto (aunque si no lo fuera no me sentiría con fuerzas de arrebatar un argumento a un filósofo clásico).

En realidad, el quid de nuestra vida reside en ser siempre la misma persona pero nunca quedarse estancado. Es decir, uno no puede perder de vista ni sus raíces, ni sus horizontes. Debe tener presente siempre de dónde viene y a dónde va (todo lo que la lógica nos permita) y convertir esos parámetros en su vademécum.

Sin embargo, aún aceptando que debemos ser siempre el mismo (no perder nuestra esencia, nuestra identidad personal) no ocurre de la misma manera con ser lo mismo. El mundo, nuestra vida, las circunstancias, en definitiva, la realidad está en constante cambio. Lo que hoy es negro mañana será gris, pasado blanco y al otro puede volver a ser negro.
Así que la clave del éxito se encuentra en saber adaptarse a los cambios; dejar de lado la quietud, el sedentarismo y la dejadez y optar por una evolución continua. Un aprendizaje perseverante que nos lleve a no ser lo mismo nunca siendo conscientes de que si el entorno cambia, nosotros también debemos hacerlo.

En definitiva...Renovarse o morir.

Y es que Sucede que Hoy quise filosofar...