San Sebastián
Viajo al norte dispuesto a encontrarlo no tanto sobre los mapas, como sí en mi interior. Recuperarlo, volver a ser lo que la velocidad del tiempo me ha impedido en los últimos meses. San Sebastián me espera llena de publicidad y lluvia -parece que el único sol que veré será el del logotipo del Festival-, pero con los brazos abiertos dispuesta a convertirse en el retiro perfecto para pasar los próximos cuatro días. Desconexión, nuevas relaciones sociales, paraíso de silencio y soledad pretendida. Un respiro de aire puro a la orilla de La Concha. Una ciudad desconocida, en un ambiente que cada día empieza a serlo menos, rodeado de buenos trabajos y con el hada de la inspiración volando alrededor de mi cabeza. Apertura de mente y sentidos a través de un viaje físico de 600km y otro interno de muchos más. A la caza de la paz, del crecimiento. Recorrer lugares por los que mis pies todavía no han dejado huella e ir completando mi particular empeño por pisar todas las aceras posibles del planeta, en un viaje sin fronteras que me lleve de norte a sur, de este a oeste, de continente a continente. Continuo en mi empeño. Mañana será otro punto más a marcar con una chincheta en el mapa y eso es motivo suficiente para sentir satisfacción. Los caminos existen para ser recorridos. Dame mundo que yo lo devoro.
Y es que Sucede Que Hoy me marcho a San Sebastián...