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Un Tesoro Perdido En La Ciudad

Oculta entre las ramas de una inesperada, nueva y verde vida descansa aferrada entre espinas una carta con sabor a despedida. Despedida de las de "hasta luego", aunque ahora no la veas, aunque ahora en tu desconocimiento continúes absolutamente ajena. Y allí permanecerá oculta a los ojos de los transeúntes acelerados, indiferente al paso constante de los coches que transcurren a toda hora por aquel punto céntrico de la ciudad, hasta que tus ojos la localicen guiados por el rastro de mi amor por ti. Un rastro que fui dejando desde que la comencé a escribir, para que así pudieras encontrar aquel tesoro en forma de papel y letras escritas con la fuerza de un sentimiento auténtico. Puedo imaginar tu rostro dibujando una sonrisa incrédula al comprobar que realmente mis pistas llevan hasta una verdad; tus ojos asombrados al encontrar el trozo de papel garabateado arrancado de una libreta a rayas; y hasta el suspiro prolongado y profundo tras descifrar el mensaje que con amor traté de plasmar en su interior. Nos sentiremos como niños jugando a las cartitas de amor cuando la encuentres; a escondites y tesoros de los que valen más que un regalo. Con pasión, con devoción, con auténtico y puro amor te lo concedo; y ahora por la magia que la envuelve, sólo me queda desear que tras leerla nos encontremos.

Y es que Sucede Que Hoy jugué a la búsqueda del tesoro...

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Ambición De Ti

Si por ambicioso entiendes aquel que posee un deseo ardiente de conseguir poder, lo admito, lo soy, lo siento; a veces quiero conseguir poder: poder detener el tiempo en los momentos en que tus labios y los míos se funden en un beso. O si tal vez atribuyes la ambición a un mismo deseo ardiente de conseguir riquezas, lo admito, lo soy, lo siento; quiero ser poseedor de la riqueza de tus palabras cuando susurran entre suspiros que de verdad me amas y el futuro será tal y como lo dibujamos. Si en cambio llamas ambición a la desesperación por conseguir de una manera desenfrenada dignidades o condecoraciones, lo admito, lo soy, lo siento; mi fin es que de mi solapa cuelguen medallas al amor más puro, a la lucha más noble, al sentimiento más auténtico. Pero también es posible que entiendas la ambición como el anhelo irrefrenable de conseguir fama y, de ser así, lo admito, lo soy, lo siento; siempre sueño con ser recordado como el poseedor del amor y la felicidad más intensa que nadie nunca haya experimentado. Porque ambición de ti es lo que siento cada vez que tengo enfrente tu mirada. Afán de tus labios, ansia de sentir tus manos, pretensiones de tenerte cerca, vehemencia de envolverte con mis brazos y aferrarte a mi pecho eternamente, sintiendo que no hay mayor fortuna que la de ser felices hoy, mañana y siempre.

Y es que Sucede Que Hoy fui y soy ambicioso...

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Tras La Terapia Sentipersonal

Hubo un tiempo en que trató de hacer de su vida un cuento. Dotar de dinamismo a unas palabras que nacían muertas por defecto, fruto de una vida que en ocasiones no lo era tanto. Escribir consistía para él en soñar con unos días que veía tan lejanos como irrepetibles y, mientras oprimía las teclas con devoción, el sonido producido ocupaba sus oídos apartándolos del temido silencio en el que siempre resonaba el frío eco de un "y ahora qué". Vivió de inspiraciones vacías y falsas musas pasajeras; de historias ficticias, sombras y ojalás y quisieras. Cada noche se regocijaba en su autismo inducido para recrearse en la narración de historias y sensaciones soñadas que jamás terminaban por hacerse realidad, como si durante el tiempo que le llevaba escribirlas el destino le regalara la ilusión de un quizás. Pero de futuros inciertos ni se come, ni se vive. No importaba el empeño en aquella autodenominada terapia sentipersonal porque no sería hasta que un ángel en forma de mujer le retara a "dejar de llorar en letras" que entendiera al fin que es caprichoso el azar y todo es cuestión de tiempo y saber esperar. Y aquel espíritu celeste esculpido en cuerpo de mujer se convirtió desde entonces en musa de actos, más allá de palabras que, si bien seguían siendo su arma principal, ahora se le quedaban cortas para expresar lo que en su interior latía.

Y es que Sucede Que Hoy trato de explicar que...

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Caos

Las calles de la ciudad inundada presentaban el espectáculo del silencio después de un bombardeo que había pillado por sorpresa a la población. Los contenedores y las ramas desprendidas con violencia de los árboles que milagrosamente habían conseguido permanecer en pie vagaban por la calzada dejándose arrastrar por la marea de agua dulce. En lo alto, un cielo cerrado y amenazante hacía rugir a un viento aliado que levantaba todo a su paso y hacía tambalear farolas y coches como si de hojas de periódico se tratara. Todo permanecía a oscuras. Ni letreros iluminados, ni luces en las ventanas cerradas por precaución y miedo, ni semáforos, ni luna. El paisaje era desolador. Por entonces la única iluminación venía de los incontables rayos y relámpagos que relucían por detrás de las nubes y que, en más de una ocasión, hacían temblar el suelo y las piernas de los más atrevidos que desafiaban al temporal con paseos nocturnos bajo la lluvia. Calle tras calle las fachadas se teñían del naranja y azul reflejado de las sirenas de los servicios de emergencia. No había tregua. Árboles caídos, alcantarillas colapsadas, ataques de pánico, coches arrastrados por la fuerza del agua, túneles inundados... De pronto era como estar viviendo dentro de una pantalla de cine en la que se proyectaba una superproducción de Hollywood sobre el fin del mundo. Pero en un cambio repentino de guión, sentí tu mano sobre la mía y supe que el mundo no podía dejar de existir en aquel instante.

Y es que Sucede Que Hoy la imagen fue devastadora...

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Tanto Amor En Tu Mirada

Permanezco callado y te observo mientras la película transcurre en la televisión que llena de relámpagos luminosos la habitación a oscuras. Tus piernas se entrelazan con las mías que te buscan con sutileza y cuando al fin se encuentran, parece que nuestras pieles se fusionan en un mismo cuerpo como dos siameses. Encajamos con delicada perfección incluso cuando nos damos la espalda y te rodeo con mi brazo a la altura de tu pecho tratando de evitar que algo pueda separarnos. Te miro y te admiro desinteresadamente, consciente de que es mayor el premio de tenerte bajo mis sábanas que los Oscar que ganó la película que pone el sonido de fondo a nuestra velada. Y cuando de pronto te giras con los labios incendiados de pasión y beso, se entrecruzan nuestros ojos y alimento el sentimiento con la esencia del amor que desprende tu mirada.

Y es que Sucede Que Hoy tus ojos hablaban...

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