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Primavera entre mis sábanas

Hoy, al fin, llegó la primavera. Lo vi en tus ojos, temprano, nada más amanecer a tu lado. Lo supe porque tu abrazo me trajo el calor templado que sólo se siente en esta época. Por eso, y porque el te quiero salió más dulce que nunca de tus labios. Quizás porque te lo robé entre besos matutinos tras una larga noche, quizás porque nos reconocemos bendecidos y benditos en este amor que traspasa fronteras y estaciones. Anoche, en tu regazo, algo me hacía vaticinar que la de hoy sería una mañana distinta, colorida, sonora y alegre, primaveral. Y ha sido suficiente el primer rayo de sol atravesando la ventana para saber que se habían cumplido mis presagios. Estabas allí, tan tuya que eras mía. Y del olor a flores que nacían pasamos al del pan recién tostado compartiendo desayuno y sentimiento; el sentimiento de sabernos hechos el uno para el otro a cada momento y en especial en estos. Y mientras la mañana transcurría entre sol y azahares me he ido dando cuenta de que no hay estación más bella que esta que la sangre altera. La que dicen que trae sabia nueva a la tierra y llena de colores ventanas, parques y jardineras. Porque el amor que siento por ella es tan grande como el que te profeso, silencioso, diario, profundamente pleno y entregado, mientras llegan las hojas nuevas y a mí se me escurre el tiempo entre tus manos de algodones como los que ahora vuelan.

Y es que Sucede Que Hoy trajiste la primavera a mi cama...

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