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Refugio de Arena y Sal

Por las noches mi mente no descansa. Se siente prisionera del recuerdo de un paraíso. Ese que nos dio cobijo durante horas que parecieron siglos. Cierro los ojos y veo un manto turquesa. Me huelen a mar las sábanas; me sabe a sal la almohada y viceversa. Escucho el sonido de las chicharras en plena madrugada y siento el agua envolviendo mis tobillos con tanta pasión como con la que me rodeaban tus brazos en aquel primer baño de besos y sonrisas en Cala Saona. Y revivo la libertad que nos brindó durante horas la isla que todo lo transforma. Viajo una y otra vez a la arena de tus piernas y me quedo a vivir contigo escondidos en la cueva de tu alma. Y disfruto del sonido de las olas rompiendo en tu silueta de sirena esculpida a golpe de esfuerzo y constancia. Bendita la hora en que nos perdimos por aquel lugar de pinos y estampas mediterráneas. Porque encontré el paraíso en tu sombra y prometí volver de vez en cuando a pasar contigo unas horas. Las justas para conectar de nuevo con la magia y hacer de aquellas playas el destino de nuestras memorias.

Y es que Sucede Que Hoy descubrí un paraíso contigo...

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Se Me Pega La Luna a La Piel

El calor se me pega al cuerpo casi tanto como tu recuerdo a mi retina. La madrugada no avanza y mientras chorritones de verano resbalan por mi cuerpo imagino una ducha de agua helada cayéndome desde el techo. El aire de la habitación es cada vez menos respirable. Me abrasan las sábanas y la piel. Por la ventana un cielo amarillento asoma a cada minuto con más claridad y los sonidos de la noche poco a poco van apagándose. El mercurio debe rozar los treinta. Apenas son las cuatro de la madrugada. Tal vez las cinco. Ya perdí la cuenta de las ovejas y los segundos que han transcurrido desde que mis ojos se han negado a permanecer cerrados. Amanece mi cuerpo y afuera, impasible, la madrugada avanza espesa. Mis entrañas se hacen agua. Y me viene a la memoria aquello de "siento que me licuo mientras tus manos acarician mi piel ardiente en estas noches calurosas de un verano inesperadamente pleno". Y de nuevo, como entonces, siento convertirme en charco si me muevo. Trato de enfrentarme al sueño hasta que, cansado de luchar, acabo rindiéndome al desvelo. La duda asalta mi cerebro en mitad de todo este revuelo. ¿Tan difícil es tener los días del verano y las noches del invierno?

Y es que Sucede Que Hoy la luna se me pegó a la piel...
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