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En La Trinchera

Ahora que te siento lejos, agazapado entre sacos de arena que habrán de salvarme la vida cuando al fuego cruzado se le antoje sobrevolar esta trinchera, recuerdo las tardes en que las notas de tu viejo violín venían a remolonearse en mis oídos. Verte al contraluz delante de aquella ventana con vistas a un mundo todavía en paz se convertía entonces en un ritual sagrado donde luces y sombras se mezclaban con la sinfonía de las cuerdas pulsadas por tus finos dedos. Ahora hay días en que creo transportarme atrás en el tiempo y escucho aquella misma melodía, hoy teñida de sangre y duelo, atravesando el aire en forma de balas que, con suerte para unos y desgracia para otros, terminan por hacer blanco. Uno más, otro menos. En esta sucia y cruel guerra de hermanos el recuerdo de tus notas se convierte en el mejor aliado. Aquí nadie puede fiarse de nadie. Quien no miente, ya ha mentido; quien no llora, ya ni siquiera se siente vivo. Y entre partitura y partitura acaricio mi fusil imaginando tu cuerpo desnudo y recorro sutilmente las curvas que dibujan tus caderas de madera y hierro. Hace horas que nadie viene a visitarme. Ya no sé si soy el último superviviente de mi sección, tal vez de mi escuadrón, o es que acaso hace días que esta absurda guerra ya acabó. Nada importa ya. Mi vida perdió sentido el día en que me reclutaron y te vi con lágrimas en los ojos diciéndome adiós con tu mano desde el andén. En aquel instante, rodeado de tantos otros infelices como yo, supe que mi vida había llegado a su fin.

Y es que Sucede Que Hoy escribo en homenaje, en recuerdo, en secreto...
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Una Palabra Tuya

Vuelve a desnudarte en palabras de amor y deja que tu alma se muestre en la plenitud de su esencia. Que caigan armaduras y escudos, pieles resecas que se interponen entre el calor de tu pecho y la frialdad aparente de tu trato medido. Que la luz que llevas dentro se muestre esplendorosa y transporte en su brillo la dulzura que duerme en tu interior. Como mariposas a las que les cuesta separarse de su crisálida, tus sentimientos se desprenden suavemente del abandono para alzarse vigorosos por encima de cualquier duda. Y en la travesía de la oscuridad al crepúsculo mis huesos tiemblan de orgullo y mi piel se derrite ante los encantos de tu corazón entregado. No hay entonces placer más profundo que el sentido al dejarme seducir por tus tiernas palabras. El mundo deja de girar y la armonía invade mi cuerpo agitado por el resonar de tu afecto. No soy digno de que entres en mi pecho, pero una palabra tuya bastará para enamorarme. Y entregado a tu magia me dejo llevar por la sinceridad que desprende tu promesa. Vuelve a desnudarte en palabras de amor y permite a mis oídos deleitarse con tus ecos, mientras se eriza mi piel de sólo saberme tuyo. Vuelve a mostrarme la sabia de tu amor y comienza a creer en los sueños que una tarde, entre besos, tejimos entre los dos.

Y es que Sucede Que Hoy una palabra tuya bastará...

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