4 com

Abrigo Rojo

Al ver cómo salía de la cafetería dejó unas monedas que cubrían más que de sobra el importe de la infusión que todavía humeaba delante de él y salió acelerado detrás de ella. Parecía un detective de los que algunos contratan pensando que aún sin confianza su relación puede sobrevivir. Los poco más de diez minutos frente a ella observándola de espaldas desde la barra le habían bastado para encender el fuego en su pecho. Necesitaba saber quién se escondía debajo de aquel abrigo rojo sobre el que descansaba una larga y lisa coleta. Siguió sus pasos manteniendo siempre una distancia prudente y recorrió así calles y plazas tras la estela de luz que desprendía el aura de aquel ángel disfrazado de mujer. De pronto, al girar una esquina, su corazón se aceleró al no distinguirla entre la multitud que abarrotaba aquella calle de edificios antiguos y amontonados. Continuó abriéndose hueco entre la gente, nervioso, escuchando a su paso los rumores de aquellos que iba apartando cogiéndolos del hombro. Sus labios no daban abasto para pedir tanta disculpa. Y en una de aquellas, cegado en avanzar en busca del abrigo rojo, golpeó con su brazo el de una mujer que inmediatamente se giró clavando sus ojos en los de él. Le impactó la fuerza de aquella mirada. "Lo siento", dijo. Y cuando ya iba a emprender la marcha de nuevo, vio que del otro brazo de su última víctima colgaba aquel mismo abrigo rojo que apenas minutos atrás le había hecho perder el juicio. Volvió a mirar hacia el rostro y reconoció la coleta larga y lisa. Un escalofrío recorrió entonces su cuerpo.

Y es que Sucede Que Hoy simplemente narré...

Comentarios »
2 com

Amanece Madrid

Recorro las calles de un Madrid al que le cae con peso el frío en estas fechas en las que ya se empiezan a ver las luces de navidad por las calles. La ciudad comienza poco a poco a despertar mientras me adentro en ella y cada vez son más las persianas que anuncian los buenos días con sus sonidos desgarrados. El humo de un café caliente asciende desde el vaso que sujeto con mi mano amoratada por el helor y se cuela por mi nariz hasta templarme el ánimo y la temperatura interna. Contemplo los rostros de la gente desconocida con la que me tropiezo en cada calle y me doy cuenta de que todas las ciudades del mundo deben ser similares cuando amanecen; mismos ciudadanos apresurados por llegar al trabajo o volver de él después de toda una noche, los que van igualmente apresurados pero rumbo a la escuela con los hijos, o los infelices a los que su paso acelerado y nervioso delata una noche furtiva en la que se les ha hecho demasiado tarde. Son lo que más corren. Conforme pasan los minutos, los semáforos, que hasta hace apenas una hora sólo servían para teñir de colores el agua de los charcos, van cobrando más sentido a medida que el asfalto empieza a poblarse de vehículos. Algunos teléfonos móviles comienzan a sonar por las aceras. Comienza un nuevo día. Otro más como el de ayer. Y el de mañana. Para algunos.

Y es que Sucede Que Hoy viajo a Madrid...

Comentarios »
2 com

Latidos Profundos

Como si al cerrar los ojos se me abrieran las puertas de un universo nuevo repleto de paz y sosiego. Unas escaleras de mármol frío descienden hasta los sótanos de mi consciencia que poco a poco va sintiendo como se le apaga la luz. Desciendo peldaño a peldaño y en el camino siento como mis músculos se van relajando hasta dejar caer su peso muerto sobre las sábanas templadas de mi cama. La respiración poco a poco se acompasa con el leve sonido del agua fluyendo que creen escuchar mis oídos mientras realizo el descenso. Voy cayendo en los dominios del sueño hasta rendirme de una vigilia insostenible ante tanto silencio. Inspiro. Espiro. Inspiro. Espiro. Olvido la lucidez y las imágenes comienzan a entremezclarse dibujando formas cubistas de ángulos imposibles. Un estado de profunda calma va inundando cada rincón de mi cuerpo como el agua derramada de un vaso que sigue llenándose. Respiro aires de paz mientras los sueños se siguen sucediendo a una velocidad de vértigo. Tú, yo, aviones, besos, ciudades, abrazos, sonrisas.... Todo está estrechamente desenlazado en una desunión conexa. Todo a mi alrededor se encuentra en un estado de absoluta quietud. Creo estar muerto, y sin embargo todavía escucho latir mi corazón. Pum, pum. Pum, pum. Y cada vez más fuerte. Y más. Y más. Hasta que se para. Entonces despierto y veo cómo te das la vuelta entre mis sábanas y dejas caer tu mano sobre mi pecho. Siento tu tacto. Y vuelvo. Pum, pum. Pum, pum.

Y es que Sucede Que Hoy latí profundo, dormí profundo...
Comentarios »
6 com

Con Sólo Mirarte

Disparo palabras que rebotan contra las paredes inmunes de unos tímpanos negados. Siento la desesperación de quien pretende explicar a un ciego los colores del arco iris. Los ojos salen de sus órbitas atónitos ante lo que están leyendo, incapaces de creer que algo así pueda estar sucediendo. ¿Cómo decirte que...?¿Qué hacer para lograr que salgas de ahí y vuelvas a la realidad sin el velo de la duda? Las palabras se amontonan a las puertas de los labios que permanecen abiertos en un gesto de incredulidad. Sudores fríos recorren mi cuerpo y un ligero temblor en las manos denota mi nerviosismo; la situación empieza a superarme. Por momentos creo estar en la típica escena de ¿cable rojo o cable azul? El problema es que cuando me decido a cortar uno, de pronto desaparece porque la situación si no es demasiado fácil. Ya no sé si estoy soñando; todo parece tan insultantemente real y al mismo tiempo poco creíble. Es como querer negociar un sentimiento. Estar dándolo todo para que, de pronto, un soplo de elucubración se atreva a llevarse por delante la confianza preestablecida. Suerte que existen las miradas, espejos insobornables de las verdades del alma. Esperaré a tenerte enfrente para convencerte de mi inocencia con sólo mirarte...

No fue hasta que terminó de leer el manuscrito que se dio cuenta de que la angustia que gritaban aquellas palabras había traspasado sus pupilas y en su interior la fatiga era ahora asfixiante. Miró a su alrededor y cayó en la cuenta de que llevaba varios minutos absorto en aquella carta desesperada, escrita en una libreta que un desconocido había extraviado o tal vez se habría desprendido de ella en aquel lugar y él, ahora, había encontrado. ¿Pero quién? Su curiosidad, unida a su espíritu de narrador y creador de historias, le hizo caer en la cuenta; acababa de encontrar argumento para su nueva novela.

Y es que Sucede Que Hoy volví a los giros...

Comentarios »
6 com

Reescribir Las Normas Del Amor

Fue una noche de verano, cuando la luna se acababa de instaurar en lo más alto y la madrugada se cubría con su negro manto. El aire pesado y cálido de julio se pegaba a la piel augurando una noche de caricias y roces improvisados. De fondo el sonido del mar golpeando contra el espigón en aquel canal que se abría ante ellos mostrando la inmensidad de un mundo que pronto comenzaría a parecerles pequeño. Tal vez aquellas mismas aguas bañaron alguna vez sus pieles desnudas cuando todavía un vasto océano les separaba. La música rondaba aquella noche entre las mesas repletas de gente tan desconocida como ellos mismos apenas una semana atrás, justo antes de que el destino decidiera cruzarlos un día para descubrirles un sentimiento forjado en otra vida. De sus miradas estallaban fuegos de artificio cada vez que, suspendidos en el aire, sus ojos se entrecruzaban en busca de una profundidad que les llevara hasta la mismísima esencia. Y bañados por la suave brisa estival, con la emoción de dos almas que de pronto creen reencontrarse después de toda una vida buscándose en lugares incorrectos, la magia del amor estalló entre los labios entregados en un beso tan prematuro como necesario, en el preciso instante en que sin hablar, los dos cedieron ante el empuje del corazón e internamente escucharon: reescribamos las normas del amor.

Y es que Sucede Que Hoy es una bonita fecha...
Comentarios »
10 com

Tenía Que Volver

Después de muchos días sin hallar el modo de volver a la única rutina diaria que verdaderamente le llenaba de placer, fueron suficientes las palabras de un desconocido para devolverle las ganas de escribir de nuevo. Atrás quedaban las noches de desidia y abandono en las que la ociosidad terminaba siempre por vencer en la batalla del tiempo. Corrió las cortinas para que la luz de la inspiración volviese a penetrar por sus pupilas directa a su alma y se dijo basta a sí mismo. Basta de relajaciones y ocupaciones insulsas. Salió a la calle, directo al establecimiento en el que durante tanto tiempo se había provisto de todo el material necesario para ejercer su apasionada afición; la escritura. Compró un paquete de hojas lisas recicladas y un recambio para la estilográfica que le acompañaba desde el día en que su abuelo, hombre hambriento de letras y saber, le había dicho que depositaba en él su confianza de ver algún día correr la tinta de esa pluma sobre los renglones de un cuaderno que terminara por ser libro. Desde entonces nunca más se separó de ella. Ciudades perdidas, países lejanos, lugares cotidianos o no; aquella Parker hablaba multitud de idiomas en un perfecto castellano. Y cuando ya dispuso de todo lo necesario volvió a casa, se sentó frente a su escritorio, cuadró las hojas y destapó su amada pluma. Respiró profundo y repitió interiormente: "va por ti, abuelo".

Y es que Sucede Que Hoy supe que tenía que volver...
Comentarios »