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Reino De Tu Ausencia

La sala de cine solitaria me viene a recordar que no estás aquí para compartir película conmigo. Las butacas vacías a mi alrededor aguardan ansiosas tu llegada creyendo que andas por fuera esperando el turno para pagar las palomitas y el refresco, pero por esta vez no será. En mi reloj todavía falta media hora para que empiece la película y me distraigo pensando en la cantidad de besos que me daría tiempo a darte en este inpass de espera. En la pantalla, todavía virgen de secuencias y planos, parecen proyectarse sombras recreando tus manos cuando acarician mis brazos y es entonces cuando pienso que no necesito ninguna otra película. Me basta con permanecer inmóvil la siguiente hora y media contemplando ese espectáculo de roces y caricias. El guión me parece insuperable. Y a pesar de que la soledad de este cine medio en ruinas me acoge con gratitud mientras espero tu regreso, lo cierto es que hace demasiado frío aquí y mis labios ya están secos. Que esta es una de las tantas experiencias que nos quedan por compartir y espero ansioso la ocasión en que se produzca. Las luces van atenuando anunciando la aparición de las primeras escenas. Una música de piano comienza a llenar la sala. Hoy mi sala. Único ocupante. Reino de tu ausencia.

Y es que Sucede Que Hoy proyectaron sólo para mí...

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Trazos De Un Sentimiento

En esta noche agridulce recuerdo el recorrido de tus dedos dibujando corazones en mi pecho del tamaño de mi ilusión al sentirlos sobre mi ropa. Como sin pensarlo, sin mirar siquiera el trazado, tus manos recorrían la llanura de mi torso sin saber que por debajo la piel se me erizaba. Dos líneas curvas que comenzaban en las puertas del cuello y se separaban a mitad para acabar juntándose en el final de un camino cerrado por amor. Por momentos tus dedos se convertían en llamas que abrasaban el tejido a su paso dejando la piel al descubierto y tatuando en ella el corazón. Una tras otra, superpuestas con precisión siguiendo la misma ruta, las formas delineadas por tus manos penetraban hasta hacer latir con fuerza al que de verdad habita por debajo. Y en tu rostro una sonrisa se dibujó cuando caíste en la cuenta del empeño de tu subconsciente por manifestar en trazos un sentimiento cada vez menos extraño. Y en el mío la réplica mezclada con ilusión al descubrir que en lugar de avergonzarte me mirabas fijamente y te acercabas hasta juntar tus labios a los míos con fruición. Y es ahora que cierto gusto amargo se asoma a mi boca, falta de tus besos, cuando añoro esas manos en mi pecho, la sonrisa y la voz de quien traza inconsciente símbolos plenos de razón.

Y es que Sucede Que Hoy recordé tus manos en mi pecho...

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Tu Perfume En Mi Edredón

Ardo en deseos de lanzarme sin alas sobre el vacío de mis sábanas para oler el perfume que quedó impregnado de ti en ellas. Envolverme en su abrigo y sentir que son tus brazos que me rodean mientras viajo en sueños a paraísos lejanos de tu mano. El día termina y en la noche calurosa me queman las ganas de tenerte junto a mí, respirando directamente de tu piel. En la habitación todo permanece igual; los almohadones esparcidos, las arrugas en el edredón, las ventanas cerradas protegiendo de la luz el interior. Hace horas que te fuiste y las paredes siguen repitiendo el eco de tu voz mientras llora tu ausencia mi colchón. Parte de tu espíritu decidió habitar entre las cuatro paredes de este pequeño espacio de sueños y pasión. Ahora te vas y con pesar te digo adiós, pero sé que cada noche respiraré en mi cama el recuerdo de tu cuerpo enroscado al mío regalándole a mis oídos el susurro de tu respiración. Será como guardarte memoria en un funeral con seguro de resurrección. Volverás y de nuevo tus aires llenarán mi atmósfera con la dulzura de tu perfume mezclado con el olor natural de tu transpiración. Y otra vez respiraré tu esencia hasta embriagar y me iré a dormir tranquilo sabiendo que otro día más impregnaste tu perfume en mi edredón.

Y es que Sucede Que Hoy impregnaste mi cama...

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Lejos En El Tiempo

Atrás quedan los días en que soñar consistía en un acto inconsciente de contenido imprevisible. Llegaste sin avisar y te adueñaste hasta de mis sueños sin llegar a poseerlos. Como todo, como nada. Porque hace mucho que comprendimos que amar es aprender a desposeer, exprimir la vida al máximo sin quedarnos con la pulpa. Disfrutar los placeres del sentir sin la necesidad del tener; lo sublime del compartir sin la torpeza del esperar a cambio. Libertad. Dejar atrás el ahogo del ahora y descubrir el beneficio del día a día, sin más metas en el tiempo que la de dejarlo transcurrir sin tratar de acelerar su paso. Paladear el gusto fino del poco a poco. Conquistar instantes que, suspendidos en el aire denso que el verano ciñe a nuestro alrededor, conforman el legado de caricias y besos regalados en las pocas tardes que te llevo viendo y las tantas noches que te llevo sintiendo lejos, lejos en el tiempo. Como de meses, años o siglos enteros. ¿Me conoces?, ¿te conozco?, ¿nos conocemos? Sí, claro que nos conocemos. De hecho lo hacemos desde mucho antes de pisar este suelo; desde hace tiempo; desde otros cielos. Atrás quedan los días en que soñar consistía en un acto inconsciente de contenido imprevisible. Ahora lo extraño es sólo el escenario; personajes y guiones, forman ya parte del cuaderno de viaje de mis noches de verano.

Y es que Sucede Que Hoy te soñé, te pensé, te escribí...

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De Par En Par

Deja que mis manos se cojan de las tuyas para enseñarte un mundo que creé hace tiempo para compartirlo. Cierra los ojos y déjate llevar por el empuje de mis manos en tu espalda. Tiraré de ti hasta que aprendas a caminar sola por las calles de mi reino sin perderte y seas capaz de comprender que no hay fronteras ni aduanas en el vasto territorio de mi alma. Quiero enseñarte a volar sin alas, porque aquí basta la mente para desplazarte de un sueño a otro. Esta noche déjate llevar, quiero ser el guía de tus pasos por el sendero de la pasión. El que acompañe tus silencios con sonrisas y palabras de amor. El que robe de tus labios el sonido de un te quiero de corazón. Levantar barreras y permitir el libre tráfico de sentimientos y calor. Quiero llevarte al rincón oculto de mi pecho y afincarte allí junto al latido vivo de mi corazón. Seré yo quien te acompañe en este largo caminar que llaman vida, allanando tu camino dos pasos por delante; tratando de que a tu paso florezcan margaritas de las que nunca dicen no. Escapemos al paraíso de la felicidad eterna, huyamos de la monotonía, de la soledad, del hielo. Volvamos a sentirnos como dos niños enamorados. Abramos los brazos y que la brisa de la suerte de encontrarnos nos envuelva uniéndonos en un beso. Te abro de par en par las puertas de mi mundo para que entres y te pongas cómoda en él; te recomiendo que lo hagas porque si no te cansarás de permanecer tanto rato en pie. Se detuvo el tiempo y el calendario dejó de tener sentido; contigo no hay relojes ni agendas, sólo instantes de los que dejan huella; sólo ganas de compartir y tener una vida plena.

Y es que Sucede Que Hoy te abro mis puertas de par en par...

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Mi Religión En Tus Manos

Bendito el dios que quiso ponerte en mi camino sin tiempo de preparaciones porque es en la improvisación contigo cuando más humano me siento. Venero al destino de este pequeño gran universo que se crea cuando nuestras almas viejas se cruzan en el viaje a un nuevo paraíso. Me reencontré con la religión cuando apareciste en mi vida. Y ahora rezo cada noche a la divinidad de tu ombligo. Epicentro de un ser magnífico; compuerta al interior de tus sueños. Salmos y oraciones se disfrazan de besos cuando te tengo enfrente y comulgo de tu boca en cada roce con tus labios. Redimo mis pecados varados en las arenas blancas de tu piel y al mismo tiempo peco para tener que volver a confesarme en las alturas de tu cuello desnudo. Bendigo la luz de tus palabras cuando llegan para alegrar mi alma afligida por los vaivenes de este mundo loco. Y entre confesiones y rezos, paraísos e infiernos, rescato la fe de mis adentros. Fe en mi corazón descongelado, fe en el amor sin fronteras, sin mentiras, sin demonios ni llamas que dejan heridas como huellas. Recito la misa de tu nombre con el humo de tu aliento saliendo del incensario de mi pecho, apenas cubierto por el escapulario celeste que me cae por hombros y espalda. Y en la cúpula de mis techos sagrados, frescos renacentistas recuerdan saberes eternos, instantes etéreos; sentimientos invocados por el culto a la orden de tus abrazos.

Y es que Sucede Que Hoy encontré mi religión en tus manos...

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El Gran Salto

-No te preocupes por las catorce horas de vuelo que ya encontraremos algún pasatiempo -habías dicho meses atrás, sentada sobre mis rodillas, con aquella media sonrisa pícara que acompañaba a tu guiño de ojos. Ahora, con tus labios fundidos con los míos incansablemente, comprendía a qué te referías aquella tarde de verano en la que proyectaste en mí el deseo irrefrenable de realizar el gran salto. Hacía tantas horas que el avión había despegado de tierra firme como las que nuestras manos llevaban sin soltarse. Tanto azul por debajo de nosotros como por encima. Tantas ganas de llegar que creía que el corazón se me salía. La luz del amanecer reflejaba en tu rostro perfilando el cansancio en tus ojos. La noche ya era un recuerdo y en sus largas horas no habíamos sino conversado entre estrellas y el sonido monótono de las turbinas del avión. A nuestro alrededor el pasaje comenzaba a despertar justo en el momento en el que tú y yo nos recostamos el uno sobre el otro después de la vigilia. Todavía faltaba poco más de una hora y ya el mar tocaba tierra bajo la panza blanca de nuestro transporte al paraíso. Con tu boca apoyada en mi hombro y un brazo rodeando mi cuello sucumbiste ante el sueño agotada por el desfase horario. Descansa, aprovecha este tiempo que nos queda. Duerme sin preocupaciones y sueña, que yo ya llevo horas haciéndolo despierto... Qué bien te sienta el regreso.

Y es que Sucede Que Hoy imaginé, soñé y volé...

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Una Segunda Oportunidad

El último sol de la tarde cae sin fuerza sobre la fachada acristalada del lugar del que nunca debimos salir. A lo lejos reluce la estructura que durante dos días se convirtió a la vez en reino y prisión de un deseo ardiente. Como un gigante en mitad de la llanura que viene a recordarme lo que te deseé entre sus paredes, aquel palacio de sueños se presenta ahora ante mí; imponente, firme, majestuoso. Y la nostalgia de un pasado reciente que asemeja lejano me corre por dentro al pasar por su lado transportándome a la noche en que quise hacerte mía. Los minutos corrían en la esfera de mi reloj a la misma velocidad a la que días después palpitaría en mi pecho un músculo que creía nuevo y más tarde supe que llamaban corazón. Las miradas indiscretas recorriendo tu figura de norte a sur; las palabras entrecortadas al saberte junto a mí en mitad de la multitud. Busco en la memoria los momentos en que te deslizabas entre aquellas sábanas blancas y me veo forzado a imaginarlos ante la falta de recuerdos. Lagunas que el tiempo habrá de curar con nuevos y esta vez reales instantes que rellenen los vacíos de tu imagen compartiendo habitación conmigo. El destino es siempre favorable cuando el resultado de una segunda oportunidad es el remedio de un error que supimos valorar. Y el último sol de la tarde sigue cayendo sin fuerza sobre la fachada acristalada del lugar del que nunca debimos salir, pero con la certeza ahora de que no será lejano el día en que volvamos a entrar juntos y esta vez con una habitación que compartir.

Y es que Sucede Que Hoy volví a pasar por aquel hotel...

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Por Debajo Del Pupitre

Recuerdo cuánto me gustaba descubrirte al otro lado del cristal de la ventana de tu clase mientras jugabas distraída con el lápiz sin hacerle caso al profesor. Tu falda a cuadros, tu polo blanco, la coleta alta, lisa y larga con la que te divertías inconscientemente enroscándola en tus dedos. Podía pasar tardes enteras observándote dibujar corazones atravesados por flechas en el margen de las hojas de tu libreta a doble raya, esperando el momento de que cruzaras las piernas por debajo del pupitre y un centímetro de tu piel se dejara ver por la franja desnuda entre la falda y las medias por encima de la rodilla. Cuando llevabas demasiado tiempo sin moverte de aquella manera ingeniaba la forma de lanzarte algo desde el otro lado del estrecho claustro al que también daba mi ventana, para así provocar tu movimiento. Pero siempre terminaba por vencerme el miedo a que miraras hacia desde donde yo te observaba. Recuerdo lo mal que lo pasaba los días en que el profesor me castigaba de pie junto a la pizarra por desatender sus explicaciones. No me importaba el ridículo de sentirme observado por el resto de compañeros, ni el cansancio de aquellas interminables horas en mis piernas, ni siquiera la charla que me esperaba siempre después de que el timbre anunciara el final de la clase. Mi mayor pesar era que desde aquel ángulo no lograba verte. Ese fue siempre mi verdadero castigo. Y entre tardes de castigos y recreos escondidos de los ojos del mundo a nuestro alrededor, nos iniciamos en secreto en aquel maravilloso mundo que empezaba a cobrar sentido unido a la palabra amor.

Y es que Sucede Que Hoy volví a los años de escuela...

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Viento Perfumado

Te extraño como el extraño extraña lo que entraña. Y lo hago desde el preciso instante en el que el viento ha robado tu fragancia mientras dormías y ha querido traerla hasta mí. Como un huracán en miniatura, el revuelo se ha colado hasta llenarme el pecho con el olor de tu perfume lejano. Y mientras tú, ausente, perdida entre sueños en la oscuridad de tu habitación, ni siquiera alcanzas a atisbar el estado de embriaguez en el que me dejas. Intento retener el aire en mis pulmones para exprimir el aroma de tu piel, pero me resulta imposible no espirar. Por momentos me planteo si es mejor hacerlo o morir sabiendo que me iré a la tumba con ese olor dulce de tu alma. Pero la vida tira de mí con fuerza y provoca la exhalación. Busco entonces otro poco entre la inmensidad del aire a mi alrededor, pero sólo llego a olfatear la nada del viento cuando no huele a ti, cuando no te ha rozado. Seguramente hayas despertado al mismo tiempo con falta de aire, como si alguien hubiese robado tu aliento. No temas, fui yo. O mejor el viento rebelde que quiso acercarme a ti a pesar de la distancia y me regaló un segundo de gloria al que le sobrevino una amarga añoranza, al pensar que no estabas allí y para volver a olerlo directamente de tu piel todavía habría que esperar a mañana.

Y es que Sucede Que Hoy el viento te trajo aquí...

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El Sabor De La Lluvia En Tus Besos

Me gusta el sabor de tu cuello mojado por el agua dulce de esta lluvia veraniega. Observar el aguacero pasajero empapando la tierra de nuestro alrededor y sentir cómo sube el olor por nuestras piernas hasta que choca con tu perfume y ya no puede continuar su ascenso. Ver correr a la gente huyendo mientras yo me siento protegido por tus abrazos. Y en el cielo los rayos se asemejan a esas luces que adornan las fiestas colgando de parte a parte del jardín, mientras algún que otro relámpago nos fotografía en mitad de una sonrisa. Las gotas se posan en tu piel dibujando corazones aleatorios repartidos por tu cuerpo. Y las pocas que no chocan caen rodando por tu rostro hasta que son recogidas por mis labios. Desde hoy siempre recordaré aquel banco bajo el árbol centenario. Será inevitable no mirar allí cuando pase y que mi mente no eche a volar recordándote sobre mis piernas, cara a cara, a un beso de distancia. O que no se me erice la piel al recordar tus manos acariciando mis brazos por debajo de la ropa. El mundo se detiene cuando nuestras almas conversan. Todo deja de existir más allá de tu voz y de la mía. Y hasta la lluvia que todo lo empapa, parece respetar nuestro rincón sagrado. Un rincón en mitad de la ciudad, en el que durante unas horas fue como volvernos invisibles...

Y es que Sucede Que Hoy saboreé la lluvia en tus besos...

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Gotas De Color

El mundo desde mi ventana cobra vida en otro color. Un cielo verde intenso se extiende hasta el infinito por encima de una tierra azul y océanos dorados. Los árboles anaranjados cubren las alamedas con un manto de hojarasca que hombres y mujeres de piel transparente remueven a su paso entre chasquidos y revuelos. Sólo algunos mantienen el rojo en sus pieles frente a la gran multitud incolora. Aquellos que sienten la potencia de la vida en sus venas, la explosión de alegría rebosando en su estómago en forma de cosquilleo constante, el latir acelerado e intenso de un corazón que despierta y sucumbe ante el empuje del amor. Son los pocos que no se rindieron al devenir de los nuevos tiempos, los que se bajaron de la veloz noria de la vida postmoderna, el reducido grupo de los que siguieron prefiriendo un beso real al enviado a través de una pantalla. Y son esos días en los que me hastía el goteo continuo de pieles transparentes mostrando un interior vacío en estado vegetal, cuando hago sonar mi máquina de escribir hundiendo las teclas y bordando historias que logren generar una sola gota de color hasta propagarse poco a poco y sin remedio por las entrañas de aquellos que ya dejaron de soñar.

Y es que Sucede Que Hoy quise cambiar el mundo desde mi ventana...

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Mano Con Mano

Te odio con tanta intensidad como te admiro; con tanta profundidad como cuando te miro; con tanta pasión como con la que te respiro. A un centímetro de tu piel, a más de cien de tu corazón. Memorias de sueños viejos superados con el sabor de nuevos pero certeros besos. Te quiero con tanta intensidad como te odio; con tanta profundidad como te siento cuando me acaricias; con tanta pasión como la que despierta en mí tu seseo. Tus aires sureños encantados son los aires seductores de una experta en artes nobles. Lo llevas en la sangre, lo noto en el sabor de tus labios, lo siento en el sentir de tu tacto. Mano con mano. Despiertas en mí emociones transformando el verano en fechas primaverales. Y el odio es a ti lo que de miedo a lo nuevo-viejo en mí se esconde. Y el odio es a mí lo que por cauto y tembloroso dejo de mostrarte. Volverán los suspiros dulces, las palpitaciones, los susurros en la noche abierta. Y entre lunas de agosto tejeré una funda térmica para mantener el calor reciente de mi corazón. Dije que te odiaba y ahora creo arrepentirme. Tal vez es que tanta sorpresa y alegría me confunden...

Y es que Sucede Que Hoy fuiste mi excusa para evadirme...

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Las Fronteras De Tu Ombligo

Aún me duelen los labios de robarte besos prohibidos y cálidos en una noche demasiado fría para la época en la que estamos. Todavía guardo tu sabor en las comisuras de mi boca y el tacto de la piel de las fronteras de tu ombligo en la yema de mis dedos. Algún cabello dorado resiste contra viento y roces aferrado a mi camisa delatando una noche de distancias cortas. Y en la mente navega el recuerdo de tu mirada clavada en la mía diciendo todo lo que las voces callan a pesar del murmullo tímido de dos almas inseguras ante la novedad. Sienten y temen. Lo primero más que lo segundo, aunque sea lo último lo que más asome. Cierro los ojos y me acribillan los fotogramas lentos de tus hombros acompasados con las caderas moviéndose al ritmo de la música que envolvía el espacio que llenabas con sólo tu presencia inesperada. Y como en una fotografía que toma vida me acecha el recuerdo de tu cabeza apoyada sobre mis piernas lanzando preguntas de las que no se puede contestar con monosílabos. Preguntas cuyas respuestas vendrán con el tiempo que ahora se burla de nosotros haciéndonos creer que ha variado la velocidad en su transcurrir, mientras confunde a nuestros corazones que creen conocerse de mucho atrás. Y de fondo suena una canción que ha de venirme a recordar que la vida es un constante reinventar, una sucesión de nuevas vivencias; las ganas de volver a empezar.

Y es que Sucede Que Hoy me acecha el recuerdo reciente...

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Fluir

Que organicen aquellos que cuentan las manías por docenas. Que piensen los que tienen demasiado tiempo libre y muy poca faena. Que prevengan los anclados y los que tienen miedo a lo desconocido. Que anticipen los nerviosos que no aguantan en la espera. Que corran los alocados que quieren exprimir aquí y ahora porque mañana si no ¿cuándo?. Que auguren los dudosos y acarreen ellos el peso de la duda en sus espaldas. Que frenen los retraídos con sus miedos a avanzar y dar un paso. Que duden los inseguros y den vueltas sus cabezas hasta ver salir el humo. Pero que fluyan los que sienten y se dejen lo demás para más tarde, para cuando la magia acabe y la ociosidad sentimental vuelva a estar presente, o que simplemente releguen las respuestas al destino y a la suerte.

Y es que Sucede Que Hoy me dejé fluir...

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De Lengua Afilada

Eres de lengua afilada y pragmatismo aplastante. De piñón fijo y mirilla calibrada con exquisita precisión. De certera puntería y objetivo definido con resolución más que sobresaliente. Tienes el don de la palabra justa en el momento indicado. Del verbo exacto en la quietud aparente. Gozas del poder de tu arte en cambiar la tónica en las sílabas y hacer más sonoro el lenguaje, pero tienes tanto poder en el contenido que haces olvidar la forma. Las palabras salen disparadas de tu boca con agilidad y presentas destreza en los tiempos y en aquello de saber callar. Analizas e investigas hasta encontrar. Y una vez encuentras vas directa al grano, a desentrañar, a decir sin miramientos ni reparos la pura realidad. Cuentas además con el increíble poder de acertar, lo que otorga a tu carácter cierto aire de poder sobrenatural. Y entre risas y verdades, en ningún momento te olvidas de donde estás y adonde quieres llegar, porque por olvidar te olvidaste hasta de olvidar. Bendita memoria. Sabes identificar, llegar al fondo, destripar los entresijos y hacerlos caer por su propio peso con tanta facilidad, que hay que estar preparado para el cambio cuando te paras a conversar. Seduces y encantas con esa malentendida frialdad. A los ojos de la gente la certeza se reviste a veces de crueldad. Problema del que escucha o mira y no sabe que es un don preciado el de permutar. Entretanto tú a lo tuyo, ya lo sabes: pregonar verdades aunque duelan y su efecto tarde más de lo deseado en llegar.

Y es que Sucede Que Hoy te describiría así...

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Retrato De Un Paraíso Propio

Mi paraíso sería un suceder de fragmentos de las mejores novelas y películas. Experimentaría las escenas de amor de esas historias que te erizan la piel al leerlas. Los besos de Hollywood en una escena de reencuentro bajo la lluvia con todas las personas a las que amé. Correr tras un coche que se aleja con mi amada llorando adentro por su partida. Las escenas de cama más tiernas de las mejores novelas de pasión. Los mundos infinitos y laberínticos de Borges. Unas vacaciones en Macondo al lado de los Buendía o una travesía en crucero por el Caribe en la piel de Florentino Ariza con una Fermina Daza próxima a mi piel. Ciudades de civilizaciones perdidas en su máximo esplendor distribuidas por barrios. Un día en la piel de Jesucristo, otro en la de Nerón, Van Gogh, Beethoven, Mozart, Gandhi o cualquier otro menos yo, que ya conocí mi vida... Ser Romeo en el último acto y no llegar a tomar el veneno. Una tarde tranquila escribiendo un poema con las manos de Neruda, o escuchando a Sam "tocándola otra vez" en el Café Americain de Casablanca mientras comparto un gintonic con alguna vieja gloria como Cleopatra o la modelo que posó para ser Afrodita y quedó bautizada para la eternidad como la Venus de Milo. Un extra en una película de Chaplin para ponerme a las órdenes del gran maestro, o un actor de la Nouvelle Vague francesa para experimentar la locura de una época revolucionaria. Sería un lugar repleto de cafés de aquellos de principios de siglo pasado con paredes de tela roja, humo y tertulianos discutiendo acerca de lo divino y lo humano, invitando a cognacs y tés a Sócrates, Rousseau, Aristóteles, Einstein, Marx o el Che. Una ciudad con Dalís en cada esquina adornando paredes desnudas con graffitis millonarios y Sinatras ganándose la vida en los túneles del metro o cantando de mesa en mesa en una calle de estilo parisino con las mesas hacia afuera y farolillos de colores colgando. Y un mar abierto a la inmensidad con veleros perfilados en el horizonte tripulados por piratas de renombre reformados y transformados en atracciones de feria. Un mundo sin sufrimiento ni dolor, repleto de colores, música, letras y tiovivos en los que rodar hasta comprender que el mundo gira porque lo mueve el impulso de nuestros corazones. Un mundo de amor; de amor sin desamor, de amor sincero como el retratado por Eisenstaed en el famoso beso del soldado de Marina, en pleno Times Square de Nueva York.

Y es que Sucede Que Hoy me preguntaron por mi paraíso...

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Volvería A Nacer

Volvería a nacer sólo por vivir de nuevo el momento de encontrarme contigo en la vida. Volver a buscarte sabiendo que existes tal y como ya te viví en otros tiempos. Intentar seguir tus pasos sin los peros del pasado. Y entregarme a tus abrazos como un completo desconocido. Sentir la obligación de reconquistarte sabiendo que en el fondo de tu esencia todavía me recuerdas. Y vivir de nuevo los inicios de un amor eligiendo otros caminos, para hacer más grandes las fronteras de la historia que tejimos hace tiempo entre los dos. Encontrarte de pronto, sentada, sin recuerdos del pasado, pero en la mano una fotografía. La que nos hicimos hace años en aquel fotomatón de una estación perdida. Mirándola, tratando de saber a quién pertenece el rostro de ese que parece mirarte fijamente diciéndote qué pasa, ¿no me reconoces? Soy yo, el que te quiso como nunca nadie logró hacerlo de nuevo. Y sentarme frente a ti y poner mi rostro junto a la foto, para ayudarte a relacionar facciones, gestos, tal vez mirando al fondo de mis ojos. Y llegar a ser los niños que cayeron enamorados una noche de verano con el mar al fondo y la arena entre las manos. Volvería a nacer sólo por vivir de nuevo el momento de encontrarme contigo en la vida, para no perder el tiempo en despedidas y empezar de nuevo siendo dueña de mis días.

Y es que Sucede Que Hoy empecé aquí y terminé allá...

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A Voz Pasada

Me aferro al silencio que grita hoy en mi interior para acallar lo que ya manifesté sin previo aviso. Muerdo las palabras y cierro los labios con fuerza para no decir aquello que entre dientes se escapó sin darme tregua. La garganta dijo no mientras las manos proyectaban en sílabas los secretos que guardaba bajo llave en la antesala de mi boca. Y sin tiempo de pedir perdón arremetí sin remedio hasta que no pude volver el tiempo atrás. Mi voz había cumplido su parte del trato pero nada pudo frenar el avance de mis manos. Letra a letra fue tomando forma el mensaje convertido en bala de metal pesado que volaba ardiendo en dirección a tus ojos. Hasta que impactó, y lo hizo sin conciencia, sin excusas, sin tiempo de preparación. El daño estaba hecho y, dañada por la onda expansiva, la confianza se resquebrajó y quedó disminuida a pedazos de duda y confusión. Como el huracán que se eleva hasta el cielo abierto arrasando todo lo que encuentra a su paso, el peso de mi voz callada removió con ira tu alma hasta dejarla hundida en la desazón. Ya ni el grito de alto el fuego era suficiente para reclamar tu perdón. Alaridos muertos yacían en la cuneta de la autopista que se estaba construyendo directa a tu corazón. Y en el cielo nubes negras, cien mil rayos y el recuerdo de tu adiós; la ligera y pobre herencia de tus ojos derramando falsas lágrimas de compasión.

Y es que Sucede Que Hoy no guardé silencio...

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Los Trazos Del Amor

El amor es como un cuadro en el que vamos pintando capas sobre las zonas que ya están envejecidas o la pintura dejó de brillar en ellas. Es como un lienzo en el que vamos añadiendo personajes y colores conforme vamos conociendo nuevas formas de amar. Vamos comprendiendo que el amor no es sólo aquello que reluce dentro de la gama de los rosas, sino que a veces vale más un negro oscuro que nos haga conocer la contrariedad y nos permita madurar, un rojo intenso que nos haga retomar la creencia en el poder de un beso, un amarillo resplandeciente que nos devuelva a la acción cuando ya hemos acostumbrado la vista al rosa y nos acomodamos, o un blanco puro que nos transporte a un clímax de paz interior al ser conscientes de que en la vida lo importante es caminar. Caminar para experimentar. Experimentar para conocer. Conocer para crecer. Y crecer para encontrar la plenitud. La paleta de colores puede ser tan amplia como recuerdos de amores tengamos, pero siempre existirá una esquina para albergar otro nuevo que jamás pensamos que llegaríamos a utilizar. Y así, pincel en mano, vamos reescribiendo la narración del cuadro, rediseñando los retales de un corazón veterano y reinventando una biografía que engrosa al tiempo que nos permitimos el lujo de plasmar colores, aunque viejos trazos descansen apagados por debajo de la escena que se deja ver.

Y es que Sucede Que Hoy pinté historias y escribí cuadros...

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Hotel De Sábanas Frías

Qué fría la noche a solas en la habitación del hotel. Qué insoportable girarse y ver que la cama que se extiende junto a la mía sigue igual de lisa y bien hecha que cuando entré por primera vez. Escucho voces en el pasillo y espero ansioso un golpe sutil en la puerta anunciando tu llegada tan deseada. Un pequeño aviso que me anuncie tu presencia al otro lado, en mitad de la oscuridad del pasillo enmoquetado. Levantarme, abrir y verte en una mano los zapatos que te quitaste para caminar sin levantar sospecha y en la otra tu cepillo de dientes, señal suficiente para demostrar tus intenciones. ¿Puedo pasar? Puedes, puedes. De la misma manera que podías haberlo hecho durante las dos horas que llevo despierto tirado sobre las sábanas esperando este momento. Pero aquí estás. Adelante. Ponte cómoda. Cierro. Pestillo. Cartel de "no molestar" colgando afuera. Girarme y verte agachada junto al minibar buscando el champán augura una buena noche. Una larga noche. Tu camiseta arrugada ya descansa sobre la cama que hasta entonces nadie había tocado. Tu acento meloso sube por las paredes y envuelve la habitación con un aire del sur, del sur de otras tierras lejanas pero hermanadas. Y entre sorbos de champán directos de la botella emborrachamos a besos, caricias y palabras fuera de tono, pero no de lugar. A tu camiseta arrugada sobre la cama ahora le acompañan unos pantalones blancos. Los míos los perdí por el camino... Las voces del pasillo cada vez resuenan más. Más y más próximas. Se acercan. Tal vez seáis tú y tus amigas. Sé que compartimos piso en este hotel. Pero pasan de largo. Pasas de largo sin llamar a mi puerta. A no ser que sólo estés disimulando y esperes a que todos duerman para cumplir con mi anhelo. El de tenerte ocupando la cama que ahora suscita esta rabia por verla tan sola y con las sábanas planchadas.

Y es que Sucede Que Hoy esperé un encuentro fugaz...

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Con Tres Letras Nada Más

¿Y si comprendieras que volviendo a encontrarte contigo misma haces que yo me encuentre conmigo otra vez? Que si tu sonríes haces que lo haga yo también. Que si vuelves a sentir la fuerza de la vida consigues que esa fuerza corra de nuevo por mi ser. ¿Y si comprendieras que de tu felicidad depende un poquito de la mía? Que si te liberas de cadenas me liberas de las mías. Que si por fin alzas el vuelo y despegas vuelvo yo a dejar atrás la tierra. ¿Y si comprendieras que escuchando mis consejos haces que también sea yo el aconsejado? Que si entiendes lo que digo logras que yo me lo vuelva a creer. Que si confías en mis palabras confío yo también y retomo la certeza de su poder. ¿Y si comprendieras, niña, que lo único que trato de hacerte comprender es que quiero que nunca me comprendas para que en la ignorancia comprendas que hay cosas que mejor no entender? Que ojalá fuese todo tan sencillo como decirte en este preciso instante, ven.

Y es que Sucede Que Hoy un ven significaba un reencuéntrate...

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El Mañana Del Ayer

A menudo pienso que no existes y tu imagen no es más que una creación mental que se coló en mi cabeza debido a una mala conexión neuronal. Que estás por llegar y sin embargo ya habitas en mi recuerdo. Es como si hubiese atravesado el plano dimensional y conocerte formara parte de un pasado futuro. Conozco tu nombre, tu olor, el timbre de tu voz, el tacto de tus manos, cada milímetro de tu piel, el sonido de tus pasos, el color de tus ojos, el sabor de tus besos... Lo conozco todo de ti y todavía no has existido en mi vida a pesar de que creo que hasta guardo alguna fotografía tuya. Un salto en el tiempo, en el espacio, en el universo paralelo que abrió sus puertas por descuido y, curioso de mí como siempre, atravesé sin pensar en las consecuencias. Y ahora estoy aquí, queriéndote, amándote, sintiéndote, anhelándote, perdiéndote a cada segundo que pasa y el pasado se aleja. En ocasiones creo haber saltado de nuevo de dimensión y el eco de tu voz resuena en mi habitación con tequieros que todavía no me has pronunciado en la vida real. Si es que la hay. Porque cada día cuesta más saber qué lo es y qué no. Será que mi impaciencia innata llega a romper los límites de la ciencia. Te quiero aquí, ahora, como ayer, como siempre, pero mañana. Desde y hasta mañana. Y mientras llega el mañana me acuerdo del ayer, como mirando al futuro desde la ventana rota de una casa que existió hace siglos.

Y es que Sucede Que Hoy traspasé los límites de la física...

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